Acceso al mercado laboral, trabajo, sostenibilidad y unas condiciones laborales dignas se fusionan para dar lugar al proyecto malagueño Hilandera. Una iniciativa que desde el pasado mes de septiembre, brinda una oportunidad a mujeres que necesitan reinsertarse en el mercado laboral, procedentes de un entorno excluido socialmente. Esta intención surge de mano de la congregación Siervas de San José junto con el apoyo de la Fundación Marcelino Champagnat y de los talleres sociales que funcionan bajo la entidad malagueña, Suman2+ y con el que se apuesta por el empleo como medio esencial para paliar situaciones de pobreza. Principalmente, realizan una apuesta por las mujeres, aunque la organización no excluye a ningún hombre que necesite de tales oportunidades.

«No excluimos a nadie, pero siempre hemos creído que si la mujer está preparada y empoderada tiene la absoluta capacidad de cambiar la situación económica y social de la casa», señala Laura Guillén, coordinadora del proyecto. Aunque todavía no llegan a la decena de mujeres costureras las que se han incorporado al proyecto, estas se han sentido en estos meses «útiles y desarrolladas personal y profesionalmente. En algunos casos, han sido sus primeras nóminas y sus sensaciones son indescriptibles», afirma Guillén.

Ya han sido algunas las empresas que se han interesado por su trabajo y han encargado pedidos para que ellas, rodeadas de hilos, agujas, máquinas y patrones, puedan ponerse manos a la obra. «Hemos comenzado poco a poco y nos estamos dando a conocer. Ya tenemos algunos pedidos pendientes e incluso algunas diseñadoras malagueñas se han interesado por el trabajo que realizamos. Esperamos que nuestro volumen de pedidos vaya aumentando para poder incorporar a más mujeres al taller, ya que nuestra idea es mantener unos sueldos dignos que incluso están por encima del actual convenio textil y ello nos hace depender de lo que ingresamos. Cuanto más trabajo nos llegue, más mujeres podrán beneficiarse de nuestra iniciativa», destaca.

Mucho más que trabajo

Junto al objetivo de la integración laboral femenina, se encuentra la de trabajar bajo los valores que engloban el desarrollo de una economía sostenible, una andadura en la que para el equipo es fundamental el trabajar con materiales sostenibles, así como realizar un tratamiento correcto de los residuos que generan, junto con la garantía de unas condiciones de trabajo dignas «No queremos que sea un trabajo de costura como otro cualquiera, sino que queremos que exista un ambiente familiar, en el que las normas éticas estén por encima de cualquier cosa, donde los salarios sean dignos y donde también se garantice que incluso la producción de los materiales que utilizamos haya sido respetuosa. En definitiva, queremos ser una alternativa al mundo textil de Málaga, pero yendo más allá de simplemente trabajar», destaca Guillén.

El equipo que conforma esta iniciativa apuesta de igual modo por la calidad de los tejidos, así como todos los elementos que conforman su trabajo. «Cuando vamos a comprar, es importante fijarnos en detalles como por ejemplo, dónde se ha hecho, quién la ha realizado, cómo se ha elaborado o cómo está beneficiando al medio ambiente. Por este motivo, jugamos con unos precios un poco más altos, pero asegurando todo lo que garantizamos, desde la mano de obra hasta la calidad y procedencia de los tejidos».

Garantizar esto es tan sencillo como acercarse al taller donde día tras día trabajan. Este se sitúa en las instalaciones donde se desarrolla el proyecto Suman2+ dentro del marco de las Escuelas de Segunda Oportunidad para jóvenes, que al igual que las mujeres que conforman el espacio de costura, están en riesgo de exclusión. Un centro donde se fusiona formación y trabajo para trazar y definir de forma clara y pautada los objetivos y proyectos personales de inserción laboral de estas personas. Tal y como, señala su director, Alejandro Matías, «la necesidad es tal, que hemos obviado el requisito de ser joven para recibir a todo aquel que necesite incorporarse al mercado laboral, independientemente de su edad». Por sus manos, desde que hace unos cinco años iniciara su andadura este centro, han pasado cientos de alumnos y trabajadores que se han desarrollado en sus diferentes talleres, entre los que se encuentra, el más destacable, serigrafía.

Gracias a este, posteriormente, muchos de los jóvenes que han pasado por estas instalaciones, han encontrado empleo en otras empresas e incluso han decidido crear las suyas propias. «Se trata de que seamos una lanzadera de ese talento que no se aprecia porque se localiza en lugares excluidos. Hablamos de que entorno al 60 por ciento han encontrado un empleo», destaca el director de la escuela. Con este proyecto funcionando junto al de Hilandera, este último pretende incorporar las funciones que desde el taller de serigrafía se desarrollan, a los productos que vayan saliendo desde el de costura. «Al final, es conformar un todo y sacarle partido a todos los recursos de los que disponemos aquí para de esta forma, ampliar la oferta de servicios que podemos ofrecer a nuestros clientes».

Con mucho camino por delante por recorrer, el equipo Hilandera lo tiene claro: «Queremos convertirnos en una empresa como tal, sin necesidad de depender de ayudas o subvenciones para poder afianzarnos en el mercado. Queremos ser económicamente independiente para que todas estas mujeres o hombres que necesitan de una oportunidad, la tengan».