Con la expulsión de los judíos en 1492, en España permanecieron miles de judíos con la obligación de convertirse al Cristianismo. Eran los judeoconversos, pero algunos de ellos continuaron practicando su fe a escondidas, aunque oficialmente fueran cristianos.

La profesora de Historia Moderna de la UMA Lorena Roldán Paz ha dedicado diez años a investigar a los judeoconversos de la Málaga del siglo XVII. Con una pequeña parte de este estudio, originalmente su tesis doctoral, obtuvo en 2017 el Premio Málaga de Investigación en la categoría de Humanidades.

Ayer se presentó en la Librería Luces este trabajo premiado, editado por la Universidad de Málaga, con el título ‘De judío a cristiano. Análisis del problema judeoconverso en la Málaga del XVII’ (14 euros, la versión en papel, 7 euros, la digital). Además de representantes de la UMA le acompañó en la presentación José Manuel Cabra de Luna, presidente de la Real Academia de Bellas Artes de San Telmo.

Como explica, aunque con el paso del tiempo los judeoconversos de Castilla «prácticamente se habían asimilado a finales del siglo XVI», la unión de España y Portugal a partir de 1580 propició la llegada de muchos judíos portugueses a Málaga, algunos de los cuales eran a su vez descendientes de judíos españoles. «Porque cuando llegó el decreto de expulsión muchos se van a Portugal por la proximidad geográfica y también pensando que va a ser una medida provisional».

La llegada de judeoconversos portugueses levantó suspicacias por razones religiosas pero también económicas, pues solían ser personas muy emprendedoras y arribaron en medio de una crisis económica global, lo que hizo, explica la profesora, que aumentaran las denuncias al Santo Oficio, a la Inquisición.

Son los juicios de la Inquisición, detalla, la única manera de identificar a los miembros de este colectivo, «porque en general, un judeoconverso nunca va a ser identificado en la documentación como tal porque quieren ocultar su origen y su condición».

Es al llamar la atención del Santo Oficio al ser acusados de ‘falsos cristianos’, cuando salen a la luz, con comportamientos como el exhibir patas de jamón en las casas, pero luego tirar el tocino a la hora de comer el puchero.

Y luego está la dificultad, explica Lorena Roldán, de saber si ciertamente eran ‘criptojudíos’, personas que profesaban confidencialmente la fe de sus padres, o no, «porque en la Inquisición, el sistema penal que impera es la presunción de culpabilidad y lo más que se impone es un suspenso del proceso, pero nunca una sentencia de inocencia».

Participar en el gobierno local

Junto al examen de los juicios a estos supuestos ‘criptojudíos’ y de las cartas enviadas por la Inquisición de Granada a la ‘central’ de Madrid, la investigadora también ha indagado en la vida socioeconómica de este colectivo, formado por personas que en general, «cambian mucho de residencia, tienen mucha movilidad geográfica, se dedican a la artesanía y al comercio principalmente e intentan participar de alguna manera en el gobierno local». Se da el caso además de algunos judeoconversos de Málaga señalados por la Inquisición que llegaron a ingresar en una comunidad religiosa, ya fuese de religiosos o de seglares, cuenta.

Lo que Lorena Roldán descarta es que, con la salvedad de los chuetas, los judíos mallorquines, existan apellidos específicamente judíos para poder seguirles la pista. «Aparte de que los cambiaban, tienen algunos tan habituales como Rodríguez, Méndez o López. Lo de los apellidos que sean judíos es un poco un mito».