Eugenio Chicano fue el primero. En los tiempos en los que su vida llegó a estar abrazada a tierras italianas, un reto y el anhelo de un alcalde, o de una minúscula parte de una ciudad, vinieron a conquistarlo para que se entregara al entonces deporte de riesgo de divulgar la figura de Pablo Picasso en su Málaga natal. Y así fue. Chicano fue el pionero. El primer director de una Casa Natal que se quedó grabada para siempre en su corazón y en su memoria. Desde el minuto 1, desde la avanzadilla municipal que fue a buscarlo a Italia sin terminar de desvelarle la misión secreta -y casi peligrosa- que le iba a ser encomendada. Al evocar cómo empezó todo, el pintor malagueño lo recordaba, como de costumbre, con términos especialmente gráficos: "Lo mío fue tremendo. Yo estaba muy tranquilo en Italia, acababa de exponer en el Castello Sforzesco. Milán me había hecho allí una exposición, y fue el concejal de Cultura, Curro Flores, y me dijo 'el alcalde de Málaga quiere verte, aunque no sé muy bien para qué'. Vengo a Málaga y Pedro Aparicio me cuenta que quiere comprar la casa para hacer la fundación y que me quería como director".

Y ahí no se quedaba el relato que lo devolvía a la década de los 80. Su vida dio un volantazo feliz y se entregó a una lluvia de cambios que no solo obedecían a cuestiones cubistas: "También me pidieron que trajera aquí a Málaga una exposición, fui a buscar sala, y en la Sociedad Económica me encontré con Mariluz. Y nos enamoramos. Total. Picasso, Mariluz... Y me vine para acá con Picasso y Mariluz y empecé con la Casa Natal".

Y no empezó desde 0, sino desde -24 como poco si se atiende al páramo inicial, una odisea a la que hasta sus últimos días seguía viajando a través de sus recuerdos: "El reto era que ya veníamos muy negro con que si la Casa Natal, que si había una pollería, que si Picasso... Recuerdo que lo primero que hicimos fue una encuesta sobre cómo los malagueños veían a Picasso. Y salió lo que no te puedes imaginar. Que si rojo, comunista, mujeriego... Y nos pusimos a dar conferencias muchos días, todos los martes y los jueves. Fuimos a los distritos, a los colegios públicos, a los de pago, a los de monjas, a los de cura...".

Al oírlo, daba la sensación de que aquello fue como unas Misiones Pedagógicas a contracorriente que, con el tiempo, recogió aquellos frutos inolvidables que destilan un valor incalculable por todo lo que rezuman sus intangibles: "Yo tengo una anécdota muy buena de aquello. Se averió el aire acondicionado de mi despacho y vino un muchacho a arreglarlo, y cuando le pregunté cuánto le debía me dijo que nada: 'Usted vino una vez a La Palmilla a hablarnos de Picasso, y a mí eso no se me olvida, desde entonces estoy pintando'. Aquello me entusiasmó", añadía el artista malagueño cada vez que desempolvaba aquel tesoro vivido en una etapa sin la que no se entendería buena parte del boom cultural que ha venido llegando después.

Al rememorar aquel periplo iniciático y casi de evagenlización picassiana de Málaga, Eugenio Chicano reivindicaba con orgullo el germen que se sembró entonces. "Estoy seguro en un 99,9% de que es verdad que sin la Casa Natal no hubiera venido el Museo Picasso". Igualmente, Chicano defendía con una vocación impecable el malagueñismo del genio y se rebelaba contra aquellos errores -en un tiempo comunes- que lo tildaban de catalán o de francés, eliminando de un brochazo al niño de la plaza de La Merced.

Entonces, para que resultara más ilustrativo y solvente recurría como tantos brillantes exponentes de la 'vieja escuela' al poder de las anécdotas: "Tengo dos anécdotas sobre eso. A Cleveland fui invitado como director de la Casa Natal y vi un cuadro en el que lo presentaban como pintor francés. Dije que hasta que no cambiaran la cartela no me movía de allí, y lo conseguí. Además, otra vez en Barcelona vi cómo situaban unas tablillas suyas en Cataluña, y rectificaron cuando les dije que eran de los montes de Málaga".

Ahora, al rescatar tales testimonios cuando el epílogo de su biografía ha venido a surcar su existencia, una vez más no hay lugar para las dudas. Entre la Casa Natal y Eugenio Chicano se cruzó una historia de amor.