El detonante fue la visita al Registro Civil hace cinco años para registrar a su hijo Mateo. Allí, Francisco Manuel Garrido Mérida, profesor de Educación Física de 37 años y con una fuerte vocación por la Historia, pensó que podía indagar en las raíces de su apellido paterno.

«Me picó un poco la curiosidad, así que empecé a pedir datos de mis ancestros a familiares y poco a poco empecé a tirar del hilo», explica. Lo único que sabía, destaca, «es que hasta donde la tradición oral llega, mi familia era autóctona de Alhaurín». Su sorpresa ha sido que, hasta la fecha, sus investigaciones le han llevado hasta el año 1671, cuando localiza en un documento de compraventa a su antepasado más remoto: el labrador Juan Garrido, del que también sabe que otorgó una dote, luego en ese tiempo evidenció ser una persona con una aceptable situación económica.

En todo caso, subraya que «cuando la gente investiga a sus ancestros, a veces se encuentra con hidalgos. Yo me he encontrado 'jornaleros', 'labradores' y 'profesión del campo'».

Para trazar este camino, que no ha concluido todavía, ha necesitado cinco años de trabajo y como prueba, las cerca de 5.000 copias de documentos que conserva en casa.

«Cuando acabé la vía del Registro Civil busqué en el archivo de la iglesia de Alhaurín de la Torre, la parroquia de San Sebastián, pero ahí sólo tenían documentos a partir de 1931, por la quema de las iglesias», cuenta.

Por suerte, el historiador José Manuel de Molina le aconsejó que buscara en el Archivo Diocesano, el de la torre de la Catedral. Allí comenzó a familiarizarse con la letra de otros siglos, así como con sus abreviaturas, que la mayoría de las veces no coinciden con las actuales.

Como curiosidad, el nombre de su pueblo se lo ha encontrado escrito de formas muy variadas: «Alelín», «Laolín», «Alhaurinejo», «el lugar de Alhaurín de la Torre» e incluso «Alhaurín de las Torres».

También tiró del hilo en el Archivo Histórico Provincial, repleto de protocolos notariales y por tanto, de actos jurídicos protagonizados por sus antepasados.

Su búsqueda entronca de paso con los orígenes de Alhaurín de la Torre como pueblo independiente, pues hasta 1810 formaba parte de Málaga. Precisamente, el primer alcalde del pueblo fue un antepasado suyo, Mateo Rivera Vega, primer edil (en ese tiempo corregidor) en 1810.

El porqué de tantos Mateos

Gracias a esta investigación, Francisco Garrido ha descubierto que el nombre de su hijo, Mateo, que es también el de su padre, el de su hermano y del de innumerables parientes y antepasados, proviene de este alcalde Mateo, cuya bisnieta se casó con un Garrido en el último tercio del XIX y entroncó con la familia.

Hay un segundo alcalde de Alhaurín de la Torre en esta saga familiar, José Garrido García, que ocupó el cargo en 1865 y, como explica su descendiente, tuvo el dudoso honor de que, bajo su mandato, se ajustició públicamente por última vez con garrote vil a una persona en la plaza del pueblo. «Se le conocía como El Zapaterillo, porque era zapatero y fue ajusticiado porque por lo viso se metieron con su mujer y mató a un matrimonio a cuchilladas».

Al hilo de ese pariente alcalde de 1865, el investigador recuerda que, por entonces, «un grupo de personas de las más influyentes del pueblo se reunían en la puerta de la iglesia, y entre ellos acordaban quién iba a ser el alcalde ese año».

En este paseo por los siglos y los legajos, Francisco Garrido explica que todavía le faltan lagunas por llenar, en especial la que va de 1740 a 1671, el de ese primer Garrido localizado.

En cualquier caso, ha logrado enlazar sus pesquisas con una foto de gran significado familiar: la de las bodas de oro de sus bisabuelos, Mateo Garrido Rivera y María García Rubia, tomada en 1957. En ella, la pareja aparece con sus once hijos y una buena cantidad de nietos. Posan en Zapata delante del camión rojo de reparto de mercancías de Mateo Garrido, «el primer camión que hubo en Zapata».

Como explica su bisnieto, el que una rama de los Garrido sea de Zapata se debe a que don Mateo se mudó a este rincón del municipio en 1927 para arrendar y explotar unas tierras que luego terminaron siendo de su propiedad.

El Pae Belloto y su hija

Un apartado propio merece el hijo de ese alcalde de 1865, llamado José Garrido Rivera, que era conocido como 'el Pae Belloto' porque solía tener siempre bellotas en los bolsillos que daba a los trabajadores de su finca, Cotillo.

Para su descendiente, tanto este personaje como su hija María Garrido merecen por sí solos una novela: «El Pae Belloto, que estaba bien posicionado, quería casar a María, su única hija, con un señorito de Alhaurín el Grande, pero ella estaba enamorada del gañán de las vacas, el que quitaba el estiércol de la finca, que además de ser más pequeño que ella era su primo».

Ante la negativa de la hija al casamiento, y en unos tiempos, recuerda el investigador, «en que la mujer era propiedad del padre hasta que pasaba a ser propiedad del marido, depositó a su hija en el juzgado, como diciendo que a partir de ahora, no era su hija».

María Garrido, sin embargo, siguió adelante y contrajo matrimonio con el muchacho y para más inri, se fueron a vivir al centro del pueblo.

La familia conserva una foto de comienzos del XX en la que se ve al padre, 'el Pae Belloto', acompañado por Sebastián, uno de sus hijos y por su hija María. Fue tomada, antes de la ruptura familiar, en el estudio de Manuel Rey de la plaza de la Constitución de Málaga y aunque alguna palabra no está muy clara, aproximadamente puede leerse, con la letra del padre, estas líneas dirigidas a su hija: «Te mando los retratos por no berte (sic) con aquel gozo que tenía mi corazón y la mancha tan grande que leas (sic) dejado no te acuerdas de tu desconsolado padre pues todavía tienes mucho odio».

La conferencia

El 15 de noviembre, organizada por el Área de Juventud y la Concejalía de Dinamización de Centros Vecinales del Ayuntamiento de Alhaurín de la Torre y por el grupo BCM Gestionarte, tuvo lugar la charla 'Los Garrido: anales de una familia', que Francisco Garrido impartió en Zapata ante unos 120 vecinos.

El investigador confiesa que tiene «dos espinitas», en primer lugar, averiguar si ese Juan Garrido de 1671 fue el primero, «pues cuando más atrás vas en el tiempo sólo firman documentos y actos notariales la gente con dinero», y en segundo lugar, comprobar si un Garrido que emigró de Alhaurín de la Torre a Nueva Iberia, la ciudad promovida por Bernardo de Gálvez, pertenece a su familia. En ese caso, los Garrido serían parientes de Gary (originalmente Garrido) al otro lado del Atlántico. Tiempo al tiempo.