Actualmente, el mundo de la gastronomía gira en torno a los buenos hábitos alimenticios. Productos naturales, no procesados, comida casera, en definitiva, el realfooding. Por todos lados hay predicadores de buenos ejemplos de alimentación, listas de productos que son aptos... y otros que no lo son tanto. Lo que en un principio parece inofensivo, puede convertirse en un problema para los consumidores.

Este modo de vida puede pasar factura, desarrollando una obsesión por la comida saludable generando en las personas el trastorno denominado por Steven Bratman como ortorexia. Se define como la obsesión por consumir alimentos saludables, excluyendo productos que hayan tenido contacto con pesticidas o herbicidas o aquellos que contengan aditivos artificiales. En 2017, según la Organización Mundial de la Salud, el 28% de la población padeció este trastorno.

«No se trata simplemente de querer cuidar la alimentación o comer sano, algo que no sería criticable bajo ningún argumento. Estos pacientes llevan más allá su obsesión, modificando sus hábitos de alimentación y de vida, y sufriendo la culpa o el remordimiento ante cualquier 'fallo' que le haga saltarse sus normas alimentarias auto-impuestas», explica la dietista-nutricionista, Ana Márquez.

Esta patología tiene una doble vertiente. Por un lado, tiene consecuencias físicas quede provocar desnutrición, anemia, hipotensión, u osteoporosis, entre otros. : «Para que el cuerpo tenga todos los nutrientes que precisa, es necesario que la alimentación sea muy variada. Las dietas restrictivas conduce a estados carenciales, que tienen sus consecuencias en la salud», explica la especialista de Endocrinología y Nutrición Hospital Regional Universitario de Málaga, María José Tapia.

Por otro lado, también afecta a la vida social de las personas, de tal forma que estas se apartan de su entorno. Dejan de salir con amigos o familias por no renunciar a tomar cierto tipo de alimentos que consideran que no se ajustan a su dieta, por lo que se produce un aislamiento del individuo. «Este trastorno no solo aborda la preocupación por la comida, es que dejes de lado otros aspectos de tu vida por esa preocupación y que esta se convierta en el centro de tu vida», explica la psicóloga. En esta vertiente, la ortorexia puede desembocar en una depresión, en episodios de ansiedad o desarrollar un trastorno obsesivo.

Hay ciertos rasgos de la personalidad que favorecen la aparición de este trastorno. Es el caso de las personas perfeccionistas, controladoras y autocríticas. Destaca su desarrollo en mujeres y en deportistas, puesto que deben seguir un control férreo en la alimentación y en la ingesta de productos para mantener la línea. Márquez también resalta el público joven y adolescentes a través de redes sociales o páginas web: «En ellas se basan para determinar sus elecciones alimentarias y hábitos sin cuestionar la fuente de la que proceden. Muchos personajes públicos y famosos siguen esta 'corriente' para llevar a cabo una 'vida sana', sirviendo como referente a muchos adolecentes y jóvenes», comenta.

Las personas ortoréxicas suelen pasar más de tres horas diarias pensando en la alimentación saludable, se preocupan más por la calidad de la comida que por la cantidad de esta. De la misma forma, al disminuir la cantidad de productos, se ve afecta la calidad de vida, otra de las consecuencias de padecer este trastorno.

«Por desgracia este tipo de conductas obsesivas con la dieta se está extendiendo cada vez más y de forma más agresiva. Determinados sectores de la población son más vulnerables a mensajes en los que priman valores alejados de la 'comida normal' y van a terminar padeciendo trastornos obsesivos en el comportamiento alimentario», lamenta Ana Márquez.

A nivel psicológico, según Desirée Chaves, es importante trabajar la psicoeducación y la flexibilidad: «Que la persona se centre en sus valores, en volver a reconducir su vida y que esta sea más flexible. Que se coma saludable y que tengan cabida relaciones sociales u otros eventos». También cuenta que hay que trabajar con la educación nutricional «para que en esas ocasiones especiales se puedan elegir alimentos saludables sin llegar a ese aislamiento o esa preocupación excesiva».

La psicóloga recomienda utilizar estas páginas web y aplicaciones en el buen sentido: «No está mal el uso de aplicaciones o de las redes sociales para difundir el realfooding, pero siempre utilizando el sentido común y enmarcándolo en un contexto. Hay que ver tu situación y las alternativas a estos alimentos», recalca. Opina que es importante conocerse a uno mismo para ver en qué punto se encuentra y saber qué caminos tomar.