«Yo no reciclo, porque después va todo al mismo sitio». Seguro que más de uno ha escuchado o pronunciado esa frase en alguna ocasión. En la sociedad existe cierta desconfianza a la hora de depositar los residuos en los diferentes contenedores. Pocos saben hacia donde van o qué es lo que hacen con ellos y ciertas voces apuntan a que se trata de un negocio.

Poco a poco las grandes empresas están más concienciadas con el medio ambiente. En los establecimientos las bolsas son de materiales reciclados y reutilizables, e incluso algunas entidades han decidido eliminar el plástico y optar por otros materiales. Son unos pocos ejemplos de una revolución verde que está dispuesta a quedarse mucho tiempo, en un contexto social donde prima el cuidado del medo ambiente porque, como ya se ha manifestado en más de una ocasión, «No hay planeta B».

Vidrio

Es uno de los materiales más nobles para reciclar, puesto que se aprovecha el 100% de su materia prima y no tiene un límite de tratamiento. En el primer semestre de 2019, en Málaga se ha incrementado el reciclaje de vidrio en un 48% con respecto al mismo periodo del pasado año, lo que equivale a 1.590 toneladas más. «Está siendo un año extraordinario en general. Hay movimiento social bastante importante. Parece que algo está cambiando», señala el gerente de Ecovidrio, Jesús Gutiérrez.

Málaga cerró 2018 con una tasa de reciclaje de 10,4 kilos por habitante, según datos de Ecovidrio, lo que supone un crecimiento a un «ritmo espectacular», señala. A nivel autonómico, los datos no son tan positivos. La media andaluza se sitúa en un 13%, muy por debajo de la nacional, que alcanza el 18%.

En Málaga, es la organización Ecovidrio la que se encarga de la recogida del vidrio y su traslado a la planta de tratamiento. Según recoge la Ley de Envase, todas las empresas deben hacerse responsable del vidrio que distribuyen, asegurando su correcto tratamiento.

Por ello, las entidades deben abonar un pago en concepto de su reciclaje y posterior tratamiento. Asimismo, para facilitar las labores se creó el Sistema Colectivo de Responsabilidad Ampliada del Productor (SCRAP), son figuras creadas por la ley y los envasadores que se encargan del tratamiento de este elemento, como es su caso.

El vidrio pasa por varias fases en la planta. En un primer momento se lleva a cabo las labores de limpieza como son: eliminar pegatinas, tapones u otros elementos innecesarios. Es un proceso en el que no se usa agua. Acto seguido, pasa por una serie de puntos donde se quitan los materiales voluminosos, cerámicas fáciles de quitar manualmente y después se disponen a eliminar los metales, chapas, corchos u otros materiales.

Una vez limpiado el material, una maquina se encarga de separar los materiales opacos, puesto que son muy perjudiciales para el proceso de reciclaje del vidrio, que se separa por colores. El producto final se saca a concurso y se decide mediante puja que empresa lo obtiene.

Desde la organización llevan a cabo multitud de actividades de concienciación y colaboraciones con los hosteleros, además de ampliar el número de contenedores verdes, de forma gratuita para los ciudadanos.

Aparatos eléctricos y electrónicos

Al igual que con el vidrio, las empresas son responsables de los aparatos que comercializan y de su posterior tratamiento y reciclaje. Las organizaciones tienen la obligación, en caso de ser necesario, de retirar dichos aparatos sin coste alguno cuando se entrega uno nuevo para su posterior traslado al punto limpio más cercano. «Si compras un secador y tienes el antiguo en casa, tienen la obligación de retirarlo aunque no sea de la misma marca», explica el director de Relaciones Institucionales, Marketing y Comunicación de la Fundación ECOLEC, Rafael Serrano.

Por ello, en la provincia existen puntos limpios para depositarlos gestionados por la organización de Residuos de Aparatos Eléctricos y Electrónicos (RAEE), que se encargan de su desmontaje y descontaminación. Asimismo, también pueden ser depositados en los puntos de venta, donde son trasladados por la empresa gestora a dichos lugares para su tratamiento. Alrededor del 80% de los productos se recogen en las diferentes tiendas, según ECOLEC, mientras que el 15% provienen de los puntos limpios.

Una vez se recogen los aparatos, se llevan a la planta donde se trituran para posteriormente dividirlos en: metales de hierro, metales no férreos, vidrios y plásticos. Rafael Serrano explica que no todos los objetos se tratan por igual, por lo que cada uno puede pasar por unas fase u otras: «No es lo mismo un frigorífico que una lavadora. Su tratamiento depende del producto final».

El material final se pone de nuevo en el mercado para que se reutilice en la fabricación de nuevos elementos electrónicos y eléctricos, sin necesidad de obtener nuevas materias primas. Al igual que en el caso del vidrio, este tratamiento ahorra la obtención de materiales y reduce el gasto energético de producción. «Actualmente hay una tendencia positiva de gestión de residuos, aunque aún queda por mejorar», comenta Rafael Serrano, que asegura que cada vez «se están haciendo mejor las cosas». En el caso del plástico y el cartón, es Ecoembes quien se encarga de la recogida y de transportar estos materiales a la planta de selección, donde se dividen según el tipo. En Málaga se encuentran en Antequera, Casares y la capital. Según explica el especialista en Gestión de Residuos de Ecoembes, Víctor Vázquez, estos suponen el 8% de los residuos domésticos.

Lo que se recoge va a la planta de selección que trabaja en la separación de la materia. Los residuos recogidos por el camión correspondiente se descargan y depositan en una playa de descarga donde se realiza el proceso industrial en el que se selecciona cada uno de los materiales según sus propiedades. «Cada proceso, material y envase tiene un proceso diferente y dan lugar a diversos viales, dependiendo del tipo de envase», explica el experto de Ecoembes. Una vez están separados los residuos, estos se agrupan en balas de diferentes materiales que se envían a recicladores homologados por Ecoembes para dar lugar a un nuevo producto. «De las botellas de plástico se puede hacer camisetas, moquetas, bandejas, recipientes, mientras que las latas metálicas se pueden reciclar un número indefinido de veces», comenta Víctor Vázquez. A nivel andaluz, en 2018 cada malagueño recicló de media 11,7 kilos de residuos depositados en el contenedor amarillo y 12,3 kilos por habitante en el azul. En total, la comunidad autónoma recicló 245.000 toneladas de plástico y cartón, lo que supone un incremento del 2% con respecto a 2017.

Málaga se sitúa por encima de la media andaluza, con una media de reciclaje de plástico de 15,9 kilos por habitante en los 10.000 contenedores y en torno a 14,12 kilos por persona con respecto al reciclaje de cartón y papel en los 6.850 contenedores. «Estamos muy contentos con estos datos», recalca Vázquez.