¿Cuál es el mayor hito del municipalismo en Málaga en los últimos 40 años?

Difícil responder a eso€ Intentaré resumirlo: hemos logrado que el Ayuntamiento sea el motor de la transformación de la ciudad. Hemos impulsado, desde la iniciativa municipal y con un plan estratégico compartido y consensuado, la conversión de Málaga en una referencia en muchos aspectos.

¿Qué recuerda de aquellos primeros comicios?, ¿cómo los vivió?

Ya habíamos tenido dos elecciones generales, en junio de 1977 y en marzo de 1979, que abrieron la puerta a la democracia. Pero las primeras municipales también fueron muy importantes porque completaban el proceso de democratización en plena Transición y a nivel local. Yo era diputado de UCD en el Congreso y recuerdo haber vivido aquellos comicios con dos sentimientos: ilusión y responsabilidad.

¿Cómo resumiría la evolución de la ciudad y de los malagueños desde entonces?

La sociedad española es otra y la malagueña, también. De una ciudad que daba la espalda al mar y no tenía repercusión fuera de España hemos pasado a otra, bien distinta, fuerte en turismo, cultura y tecnología, referencia en muchos aspectos. Creo que los malagueños han mejorado en calidad de vida y autoestima, aunque tenemos que conseguir más y mejor empleo, porque las tasas son aún demasiado altas; y también tenemos que mejorar nuestros indicadores educativos, en Málaga y en el resto del país, especialmente en Andalucía. La educación es el mayor reto al que nos enfrentamos: en ello nos jugamos el futuro.

¿Cómo ha contribuido el ayuntamiento a mejorar la vida de los ciudadanos?

Prestando servicios municipales de calidad. Desde el agua, que en 2005 mejoró sustancialmente su calidad; pasando por el transporte público, los servicios sociales, las instalaciones deportivas, los parques infantiles, el equipamiento de las playas; hasta la cultura y los talleres educativos, pues los niños tienen ahora a su alcance una oferta de un nivel que antes solo podían disfrutar si se desplazaban a Madrid o Barcelona, o si viajaban fuera de España. Para prestar todos estos servicios no hemos tenido que incrementar la presión fiscal, sino que la hemos mantenido muy moderada durante todos estos años a pesar del enorme esfuerzo presupuestario realizado.

¿Es la financiación el principal problema de las administraciones locales?

Rotundamente, sí. Los españoles somos los municipios de Europa más débiles en términos de presupuesto por habitante y año. Por otra parte, las ciudades competimos, sanamente, las unas con las otras. Urge resolver la financiación local aplicando el principio de subsidiariedad.

¿Cree que hay un exceso de administraciones locales: diputaciones, mancomunidades, ayuntamientos?¿ Son todas necesarias?

Todas las administraciones existentes, si hacen bien su tarea, si prestan a los ciudadanos los servicios que estos demandan, son necesarias. Se ha debatido mucho el papel de las diputaciones, y creo que ha habido poco rigor al hablar del tema. Otra cosa es que las diputaciones podían haber asumido tareas que luego absorbieron las comunidades autónomas, pero no creo que sobren administraciones. Lo que tenemos que exigir y exigirnos es eficacia y eficiencia, moderación en el gasto y moderación en los impuestos. Todo lo que podamos mejorar en ese sentido hará que seamos útiles y que los ciudadanos entiendan que somos necesarios.

¿Qué competencias necesitan los ayuntamientos para ser unas administraciones 100% eficientes?

Lo primero que necesitamos los ayuntamientos son recursos, porque competencias asumimos hasta las que no son nuestras. En nuestro caso, el paradigma es la vivienda: el Ayuntamiento de Málaga ha construido y entregado a las familias malagueñas desde 2000 más de 5.200 viviendas protegidas frente a las menos de 100 que, en ese mismo periodo, ha hecho la Junta de Andalucía, que tiene las competencias y los recursos.

¿Qué relaciones mantiene con las administraciones de la UE? ¿Aprovecha las líneas de financiación?

Vivimos en la Europa de las ciudades y estamos muy atentos a los impulsos, a la sostenibilidad y a la inteligencia de las ciudades que en los últimos años marca la UE. Hemos sabido aprovechar lo que esa oportunidad supone. Ahí está la rehabilitación del centro histórico, la gran operación que significó nuestro despegue como ciudad. Entre 1994 y 2019 la inversión pública, sumada la municipal y la europea, que hemos dinamizado en el espacio público e infraestructuras del centro histórico con Arrabales y Soho se acerca a los 140 millones de euros. A ello habría que sumar los 43,7 millones de inversión municipal para actuaciones en edificios, además de una inversión inducida en vivienda de más de 250 millones de euros. Además, la inversión privada inducida en edificación en comercios, oficinas y hostelería supera los 1.000 millones sin ayudas. Hay que recordar que la mayor parte de los fondos europeos han servido para financiar proyectos y actividades del Estado y de las autonomías.

¿Es partidario de reformar la Constitución para cambiar el modelo actual de financiación local?

No creo que haga falta reformar la Constitución para que la financiación local sea justa. La Constitución, en sus líneas maestras, está bien como está. Ha sido una herramienta muy eficaz que ha permitido el mayor progreso y desarrollo de la historia de España, una guía que nos ha colocado entre las mejores democracias del mundo. En contra de lo que algunos plantean, la Constitución no limita nada, sino que permite un marco de desarrollo con mucho margen de maniobra. Le queda mucho recorrido aún, es perfectamente válida para muchos años.

¿Qué le parece que el Ministerio de Hacienda esté dispuesto a discutir una posible flexibilización en la regla de gasto de los ayuntamientos para que puedan destinar parte de su superávit a la financiación de servicios públicos municipales?

La regla del gasto es una parte del problema, y hay que abordarlo todo. Creo que hay que hablar a fondo de la financiación local, darle una solución integral, suprimir las plusvalías y compensar a los municipios de la pérdida de esos ingresos. Los ayuntamientos asumimos competencias impropias y eso significa cargar con costes impropios. Somos las administraciones más cercanas a los ciudadanos y estos nos exigen, lógicamente, que resolvamos sus problemas y atendamos sus necesidades. No tiene sentido que la financiación autonómica ocupe el primer plano político y la financiación local, que es un problema como poco igual de acuciante, no se aborde con determinación y valentía. Ya va siendo hora.

¿Qué destacaría de sus antecesores en la alcaldía?

De Pedro Aparicio, su gusto por la música. De Celia Villalobos, su habilidad para conectar con la gente y que fue capaz de articular una mayoría con la que hemos puesto en pie una transformación que quedará aquí para siempre. Ambos fueron buenos alcaldes y merecen la gratitud de los malagueños, empezando por la mía.

Las relaciones, tensas a veces, con el gobierno socialista de la Junta,¿han impedido desarrollar proyectos para la ciudad de Málaga?

Desgraciadamente, la anterior Junta dio la espalda a Málaga en muchos temas. Pongo tres ejemplos muy claros: el Festival de Cine de Málaga, al que la actual vicepresidenta del Gobierno en funciones y entonces consejera le pareció una ocurrencia que no merecía el apoyo autonómico; la Agencia del Medicamento, una operación de cohesión económica y territorial para Andalucía a coste cero que no obtuvo el apoyo de Susana Díaz, quien ni siquiera quiso escucharme; y el retraso en la aprobación del PGOU, por parte del entonces consejero de Ordenación del Territorio, que ocasionó a la ciudad un perjuicio enorme e injustificado.

La evolución del bipartidismo a la atomización actual de partidos, ¿beneficia a los ayuntamientos?

La fragmentación se ha producido porque los dos principales partidos no han hecho bien algunas cosas y han sido penalizados por ello. Sin crisis de representación, probablemente los dos principales partidos seguirían sumando tres cuartas partes de los votos. Que sea difícil formar gobierno no es bueno porque dificulta la estabilidad política, lo cual genera incertidumbre económica. En cualquier caso, creo que los nuevos partidos han tenido su función y han robustecido nuestra democracia. Quizá el bipartidismo acabe volviendo, es pronto para saberlo. Seamos pocos o muchos, tenemos que hacer bien nuestro trabajo, con la máxima transparencia y buscando la buena gobernanza en todo momento, en cada decisión.

¿Qué le queda por aportar a Málaga? ¿Cuál es su Málaga ideal?

Nos quedan cosas por hacer. Creo que podemos resumirlo en dos aspectos: tenemos que lograr una Málaga más sostenible, en todos los sentidos, también desde un punto de vista social. Y tenemos que conseguir apoyarnos en lo hecho, que es mucho, para que la ciudad tenga aún más visibilidad internacional, para que captemos inversiones capaces de generar empleo de calidad. Hemos logrado recuperar el esplendor que Málaga alcanzó en el segundo tercio del siglo XIX, y nuestro objetivo común tiene que ser ahora superarlo y proporcionar oportunidades para todos, para que nadie se quede atrás.