«Cuando estuve trabajando en el encofrado lo hacía en una décima planta, en un tablerillo sin protección ni nada... en aquellos tiempos, así que vértigo no tengo. Lo que le tengo es respeto», explicaba ayer José Casamayor.

La grúa que emplea este escultor nacido en Vélez hace 68 años le ha elevado a unos 15 metros de altura, a las ramas más altas del gran eucalipto seco que preside un parterre, a la entrada de la calle Torremolinos, la puerta de Churriana.

José Casamayor examina con atención la figura de un búho sobre una torre de libros, una composición ligada al saber y que está todavía sin acabar: «Habrá que bajar más los libros», precisa.

Unos metros más abajo del búho lector, su imaginación y sus dotes artísticas han hecho que por el tronco ascienda una ardilla de madera, mientras en una rama que mira hacia Torremolinos un camaleón escruta el horizonte.

Las figuras forman parte de un encargo del distrito, una idea que partió del concejal de Churriana, José del Río, detalla el pintor y escultor Manuel Moreno, que está ayudando a coordinar los trabajos, que comenzaron hace una semana y durarán algo menos de 20 días.

José Casamayor, artista autodidacta, cuenta que ya de pequeño «estaba todo el día con el lápiz en la mano», pero no fue hasta terminar la mili que decidió convertirse de lleno en artista. «Hasta entonces estuve trabajando en la carpintería metálica, en la carpintería, en el encofrado, en la obra, lavando coches... y tras la mili me dije: si tengo una cualidad por qué no la voy a aprovechar».

Mientras habla, el escultor extiende un pegamento especial en la oreja de la ardilla esculpida, para evitar que se rompa. Ducho en el trabajo con la piedra, la madera e incluso el bronce, en su tierra natal dos cristos de su autoría procesionan en Semana Santa. Eso sí, nunca le habían hecho un encargo como el que ahora ejecuta en Churriana. «Es un reto por la altura, y por la incomodidad que plantea la máquina, pero es que el árbol no se puede tumbar» .

Además de la inevitable grúa, en su trabajo utiliza entre otros elementos la motosierra, herramientas para desbastar la madera y el escoplo. Y aunque hay un proyecto artístico previo, «sobre el terreno te surge alguna cosa que no estaba previsto». Por eso, el eucalipto quizás se enriquezca en los próximos días con manos, un pájaro carpintero, un caracol, así como con unas gruesas cuerdas abrazadas al tronco que, para esculpirlas, «habrá que estilizar un poco el eucalipto como si estuviera oprimiendo un poco al árbol». Una obra de arte 'de altura', que a partir de ahora dará la bienvenida a Churriana.