Manuel García Bofill está al frente del organismo transitorio que pilotará la dirección de Ciudadanos hasta que en el congreso de marzo se materialice el relevo en la presidencia que dejó vacante Albert Rivera. En una reciente visita a Málaga, recabó el sentir de los afiliados de la formación.

¿Sigue el partido en estado de shock tras la dimisión de Albert Rivera o se ha recuperado algo?

Más que shock, creo que es una toma de conciencia respecto a la responsabilidad que tenemos. Estoy viajando y veo que hay un consenso general sobre las cosas que se pueden mejorar. Y también sobre el momento actual, que para nosotros es histórico. Tenemos todas las piezas del puzzle y sabemos que tenemos que armarlas bien. El partido, en el fondo, está bien. No tiene problemas financieros, y no parece que vayamos a tener un problema de liderazgos. Hay posibles liderazgos a la vista. Estos horizontes generan un gran consenso. Tenemos una idea bastante clara de qué podemos mejorar. Y ahora hay que hacerlo. El ánimo es bueno y no veo grandes conflictos.

¿Como afiliado de base, le sorprendería que tras las primarias de marzo Inés Arrimadas no fuera la presidenta de Ciudadanos?

Me sorprendería mucho. En este momento, creo que la imagen de Inés Arrimadas en el partido es de un prestigio indiscutible. Y la gestión en todo el periodo de Cataluña, y la que está haciendo ahora, es inmejorable. La valoración de Inés Arrimadas es uno de los consensos más claros que hay en el partido. Al ganarle a los nacionalismos en Cataluña, ella para nosotros es un mito. Toda su defensa de los ciudadanos no nacionalistas en Cataluña es una referencia. Y creo que ha despertado una simpatía enorme en el resto de España.

¿Se echa mucho de menos en el partido a Albert Rivera?

A Albert Rivera no se le echa de menos porque está presente. Es como si tuvieras a tu padre, te vas y queda esa tutela espiritual. Está presente. No hay nadie, en este momento, en el partido que no haya entrado con la influencia de Albert Rivera. Su figura y su capacidad de motivar ha sido inspirador para mucha gente. Albert Rivera es un punto en común entre quienes estamos en Ciudadanos.

Tras la marcha de Rivera, se han ido otros dirigentes. ¿Hasta qué punto perjudica esta imagen de desbandada o el tono apocalíptico de quienes dicen que el partido va a desaparecer?

Hay salidas o expresiones de toma de distancia que para nosotros son más dolorosas que otras. Pero, en el fondo, en algunos casos son desacuerdos de familia. Sobre todo, cuando estamos hablando de gente que estuvo muy al principio del partido. Tenemos un trato casi familiar. Llevamos muchos años viéndonos los mismos en las mismas situaciones complicadas. Pero no creo que sea una cosa definitiva. Creo que ha habido discrepancias en cuanto a las estrategias, no en el fondo-fondo. Hay algunas salidas que han tenido mucho recorrido mediático pero que en el interior del partido no se ven de la misma manera.

¿Existe en algunos sectores del partido naranja la sensación de que no aceptar la plataforma España Suma que ofreció el PP para el 10-N ha sido un error?

No conozco a nadie que lo piense. Sinceramente, no es un tema que sea motivo de debate. Nadie se arrepiente de esto. Ahora sí que hay muchísimo más consenso con la propuesta que está haciendo Inés Arrimadas de los 221. Tal vez porque Ciudadanos tiene mucho conocimiento de lo que es Esquerra Republicana, de lo que son sus posicionamientos, cuáles son sus ideas, qué pretenden para Cataluña, qué pretenden para España, qué escenario es el mejor para sus objetivos... Y esto es inquietante.

¿A qué panorama se ha tenido que enfrentar, en el seno de Ciudadanos, la Gestora?

El panorama es la sorpresa de la dimisión de Albert Rivera. No se esperaba que en este mismo año, 2019, después de haber tenido un abril muy bueno con 57 diputados en las Elecciones Generales, acabáramos el año con la dimisión del presidente. De alguna manera, ha sido un golpe para Ciudadanos porque hasta ahora no existe un partido que no haya dirigido Albert Rivera. Lo que toca hacer es asumir colectivamente esta responsabilidad de llevar el partido a la consolidación absoluta, que es el cambio de liderazgo. No tenemos experiencia en ello. En 14 años de historia y con todas las cosas que hemos hecho, esta es una novedad.

¿Cuál será, entonces, el trabajo que desarrolle el organismo transitorio que preside?

El trabajo de la Gestora es, precisamente, ese. Y lo haremos tal y como está establecido, que es mediante un congreso. En nuestro sistema, el presidente del Consejo General, que es el máximo órgano donde están representados los afiliados, asume esta responsabilidad de hacer una transición hacia un congreso en el que se debatirá políticamente todo lo que hay que hacer: documentos de estrategia, modelo de partido y equipo directivo. Se renovarán todos los órganos del partido.

¿Qué hoja de ruta se seguirá de cara a esta renovación del liderazgo y del propio partido?

La hoja de ruta consiste, en primer lugar, en tener el equipo de la Gestora, que tiene la misión principal de organizar el congreso y que todo funcione bien. Y, al mismo tiempo, dar continuidad hasta un traspaso tranquilo de las funciones que ha habido en las distintas secretarías. En condiciones normales, un presidente convoca un congreso extraordinario y tendríamos una Ejecutiva, o una permanente, en funciones hasta hacer el traspaso. También tenemos que preparar los primeros borradores para que los documentos se puedan debatir y enmendar en el Consejo General. Y estos documentos, luego, pasarán a toda la afiliación y a las agrupaciones, que pueden presentar enmiendas para debatirlas en el Congreso.

¿Qué cuestiones cree el partido, a día de hoy, que se deben mejorar aprovechando el proceso que se ha abierto?

El partido ha crecido mucho en muy poco tiempo. Hemos tenido grandes resultados. Como ejemplo vale el objetivo estratégico en el congreso de 2011, cuando teníamos tres diputados en el Parlamento de Cataluña. Conseguimos cinco diputados en el Parlamento en 2012 y pensábamos que habíamos hecho un gran trabajo. En este momento, la situación es muy distinta. El crecimiento ha sido muy rápido y ahora hay que consolidar todo esto a nivel territorial. Hay que mejorar la participación, la forma en que la gente puede aportar, no solo políticamente y en las instituciones, desde sus profesiones. Esto se ha empezado a hacer, pero falta un buen camino. Y, además, es una demanda de los afiliados.