Miguel Ramos Morente investiga y escribe para prestarle su voz a las víctimas olvidadas de la Guerra Civil. Convierte en protagonistas de sus libros a «gente corriente y humilde cuyos nombres apenas nadie recuerda» para devolverles la dignidad que perdieron cuando fueron fusilados u obligados a vivir con miedo por la dictadura franquista. «Si no se nombran, no existen; esto es lo que ocurre con las víctimas olvidadas de la Guerra Civil española que fueron perseguidas hasta borrarlas de la faz de la tierra», se lee en la contraportada de El Nieto de la Virgen. Él siempre las nombra y les devuelve las biografías que les arrebataron el olvido y el silencio en narraciones como esta, que arroja luz sobre lo acontecido en escenarios de Mollina, Fuente Piedra, Antequera y Málaga en relación a la represión que sufrieron cinco mollinatos: Juan Adalid, Juan Matas, José Llamas, el que fuera alcalde del Ayuntamiento antequerano Antonio García Prieto y Agustín Ruiz.

Este último era conocido como El Nieto de la Virgen -sobrenombre que acaba de trascender a título de libro necesario- porque su abuela encarnó un Viernes Santo de 1900 a la Virgen en una representación celebrada en la parroquia de Nuestra Señora de la Oliva de Mollina. De los cinco, solo él vivió tras la Guerra Civil. Su caso abriga, precisamente, uno de los mensajes que atraviesan la lección de memoria que imparten las páginas escritas por Miguel Ramos: «Para las víctimas que padecieron la derrota de la República y escaparon de ser fusiladas, la guerra y el sufrimiento nunca terminan. Agustín Ruiz Rojas es una de ellas. Con su regreso a Fuente Piedra comienza la aceptación desesperada del orden que ha sido impuesto. Ya nada será igual para el Nieto de la Virgen».

Verdad y justicia

Con las páginas de su último libro desprendiendo aún ese olor a tinta fresca que destila la inercia de las imprentas, Miguel Ramos Morente recuerda que «la búsqueda de la verdad y de la justicia nos hace grandes, nos ennoblece y nos convierte en mejores personas», mientras que «por el contrario, la venganza, el resentimiento y el revanchismo nos vuelve pequeños, nos debilita».

«No estamos aquí para perpetuar rencores sino para evitar repetir errores, se trata de luchar contra la impunidad sin alentar agravios ni resentimientos; la memoria, ha escrito alguien, es el único paraíso del que no podemos ser expulsados», aseguró también Miguel Ramos durante la presentación de El Nieto de la Virgen que congregó a un centenar de personas, el pasado 13 de diciembre, en el Ceulaj de Mollina.

En opinión de este investigador malagueño, «cuesta entender la hostilidad que despierta, en determinados sectores de la sociedad, todo lo relacionado con la memoria histórica».

Es más, Miguel Ramos llega a precisar que «algunos de estos sectores, tan justamente comprometidos con la memoria de las víctimas del terrorismo, hacen una excepción con la dictadura franquista, una de las más crueles y prolongadas de la historia».

«Hay quienes todavía hoy, al escuchar esto, saltan diciendo que también en el otro lado hubo fusilados y actuaciones terribles. ¡Claro que las hubo! De todo hubo y en todas partes. Y toda persona con un mínimo de sentimiento debe sentirse horrorizada ante ellas y condenarlas, toda muerte inocente es un atentado contra la vida», expresó Miguel Ramos.

Ahora bien, matizó que «un hecho es cierto, y no nos cansaremos de repetirlo, las víctimas del bando que resultó vencedor fueron glorificadas durante cuarenta años de dictadura, pronto pudieron ser honradas, se levantaron cruces y palmas de martirio en su honor, y muchas de ellas fueron elevadas a los altares».

A la vez que despliega sus impresiones, Miguel Ramos Morente va dando pistas de la filosofía que impulsa libros como el que acaba de ver la luz en Mollina, y posteriormente será dado a conocer en otras veladas previstas en Málaga y Sevilla.

Una de las coordenadas que encarnan el espíritu de sus trabajos literarios e investigaciones sobre la memoria histórica proyectan ahora con especial precisión sobre El Nieto de la Virgen tres palabras que fueron pronunciadas por el presidente de la Segunda República Española, Manuel Azaña, la tarde del 18 de julio de 1938 desde una de las ventanas del Ayuntamiento de Barcelona: ¡Paz, piedad y perdón! «No las olviden nunca», pide Miguel Ramos, con emoción y bonhomía inmerso en su condición de autor de páginas que no olvidan y de libros que conmueven.