Todavía hay quien tira toallitas húmedas por el inodoro, un residuo que tarda hasta 500 años en desaparecer y causa graves problemas para el medio ambiente y en las redes públicas de saneamiento y alcantirallado.

Ante este acto, que aún muchos creen que no sucede nada por tener la falsa creencia de que son biodegradables, la empresa pública de Abastecimiento de Aguas y Saneamiento de la Costa del Sol, Acosol, y la empresa gestora del ciclo del agua, Hidralia han lanzado una campaña de concienciación contra el vertido de toallitas y otros residuos sólidos como bastoncillos, papeles, pañales, tampones o cualquier otro material.

Bajo el lema "El extraño caso de las toallitas", la campaña busca concienciar a los usuarios de que el inodoro no puede ser utilizado como papelera, y se centra especialmente en las toallitas, por el uso generalizado de las mismas en este sentido. Se difundirá prioritariamente a través de las redes sociales para llegar al mayor número de usuarios posibles, principalmente en los municipios de Marbella, Estepona y Manilva, donde ambas empresas trabajan conjuntamente, aunque se extenderá a toda la Costa.

A la presentación asistieron el consejero delegado de Acosol, Manuel Cardeña, y la gerente de Hidralia en la Costa del Sol Occidental, Fulgencio Díaz. "Se han recogido 2.100 toneladas de residuos procedentes del cribad, recogidas en las distintas plantas depuradoras gestionadas por Acosol, S.A. durante 2018, siendo las toallitas el principal desecho. El problema de las mismas es que además de generar un coste para los usuarios y un mal funcionamiento del servicio, supone un grave daño al medio ambiente de la ciudad. Ya hemos trabajado conjuntamente con Hidralia en este tipo de campañas, ahora queremos centrarnos en transmitir este mensaje de manera muy visual y para ello utilizaremos como plataforma las redes sociales, además de la cartelería", explicó Cardeña.

"El problema de las toallitas es integral y supone un grave daño al medio ambiente y a las infraestructuras de saneamiento y alcantarillado de la ciudad, principalmente en las zonas del casco histórico, donde existe una mayor concentración de viviendas. De ahí la necesidad de aunar esfuerzos entre ambas empresas para concienciar de su mal uso e informar a los usuarios del grave perjuicio que supone para sus instalaciones, su ciudad y en el entorno natural", destacó Fulgencio Díaz.

El sistema de desagüe de las ciudades se inicia en cada hogar y va a unirse con el resto de vecinos de la comunidad, donde comienzan los primeros atascos y cuya reparación supone un coste a los particulares, al ser instalaciones interiores.

De ahí, pasa a unos colectores generales que están bajo las calles y que recogen el agua residual para llevarlas, en su caso, a las estaciones de bombeo que las conducen hasta las EDAR (Estación Depuradora). Todos los residuos - y en especial las fibras de las toallitas- pueden bloquear estas instalaciones por acumulación, provocando un mal funcionamiento del servicio. La acumulación de este residuo dificulta considerablemente la actuación en los sistemas de saneamiento, convirtiéndose en un verdadero "mostruo de las cloacas", de costosa y difícil eliminación.