¿Cómo sería estudiar un ciclo, terminar y no tener una categoría profesional? ¿Ni tampoco un convenio que regule las relaciones laborales de tu profesión? Pues a esta situación se enfrentan los mediadores comunicativos. Una profesión que carece de visibilidad y que por ende parece no existir.

Raquel Verdugo, que comenzó el curso de mediadora pensando que terminaría siendo intérprete de signos, se dio cuenta que lo que diferencia a ambas profesiones no es sólo un nombre. Un intérprete de signos se encarga de interpretar de manera simultánea de lengua oral a lengua de signos y viceversa, mientras que un mediador comunicativo analiza a la persona, ya sea sordo, sordo-mudo, tenga parálisis cerebral o síndrome de Down y le pone el sistema que necesite.

Aunque estudió administración y finanzas, y posteriormente administración de sistemas informáticos en red, Verdugo siempre tuvo la espinita clavada de estudiar lengua de signos. Espina de la que se deshizo en 2015 cuando se inscribió en el ciclo de mediadora comunicativa sin saber lo que este le depararía.

Verdugo estudió el ciclo de mediadora en la Universidad Laboral, que es el único lugar donde se imparte esta disciplina en Málaga. Siendo una de las alumnas de la primera promoción de este ciclo en nuestra ciudad, Verdugo opina que después de cuatro años la situación sigue igual, estancada.

Esta profesión no cuenta con una categoría laboral, ni con un convenio en Andalucía. «Nuestra salida principal es estar en los colegios públicos, en Primaria, con niños con problemas comunicativos, lo que pasa es que en los colegios públicos no podemos estar porque necesitamos que la Junta de Andalucía nos haga una bolsa de empleo a la que poder acceder», comenta la mediadora comunicativa.

El objetivo de Verdugo es darle visibilidad a la figura del mediador comunicativo y para ello van a ir «pasito a pasito». Primero acudieron a los sindicatos, de donde no consiguieron ninguna solución. «Nos dijeron que no podían hacer nada. Nos propusieron que creáramos nuestra propia empresa, pero no concibo la idea de vender un servicio que la gente desconoce porque la empresa se iría a pique», apunta Verdugo.

Raquel decidió crear una cuenta de Twitter donde reivindicar el oficio de los mediadores comunicativos. La cuenta surgió como una broma entre amigas. Al final la broma se convirtió en verdad y «Med. Comunicativos en lucha» se ha convertido en una nueva vía para trabajar por una mayor visibilidad del mediador.

Verdugo, al igual que sus amigas de la promoción, no se encuentra trabajando ahora mismo de mediadora. «Trabajar de mediadora comunicativa es básicamente imposible. Cuando se creó el ciclo supongo que se hizo con el fin de satisfacer una necesidad, pero esa necesidad la están cubriendo integradores sociales, intérpretes o pedagogos terapeutas, profesionales que están cogiendo nuestro campo porque antes no existía nuestra figura», explica.

Se trata de un oficio que da la posibilidad de tratar con niños con parálisis cerebral, con síndrome de Down, con autismo, con personas sordas... Una profesión, que permite ayudar a los demás y deshacerse de muchos prejuicios, y que lo único que reclama es una mayor visibilidad.