El campero, que hasta hace unos años se consumía en las hamburgueserías y restaurantes de barrio con los amigos, en las noches de feria o las tardes de verano en Málaga, se ha colado en las cartas de gastrobares, y chefs de gran prestigio, como Dani García, han optado por elaborar sus propias versiones de este popular plato.

Aunque algunos puedan confundirlo con un bocadillo, hay ciertos rasgos que distinguen los camperos de los bocatas, como el pan aplastado en forma de mollete y la mayonesa, como apunta el dueño de la hamburguesería Mendivil de la capital malagueña, Antonio Pardo.

Otros, como la dueña de la Hamburguesería Durán Durán, Pepi Durán, asegura que sus clientes le piden que incluya muchos ingredientes y "que chorree", algo en lo que coincide el chef del gastrobar Aire, Pepo Frade.

Los orígenes de esta popular comida, como apunta Jordi Rosales, creador de Margarito Estudio y del documental "Orgullo Campero", se remontan a un restaurante que abrió en la década de los 80 en Málaga llamado "Los Paninis". Este se encontraba entre varios cines y cuando salían los espectadores de ver las películas, el local solía estar lleno de comensales.

Pepi Durán recuerda que solía frecuentarlo cuando era adolescente y que los asistentes pedían el campero normal, a base de lechuga, tomate, jamón cocido, mayonesa y queso, mientras que "el que se lo podía permitir" encargaba el de pollo.

El ilustrador de la publicación "¡oh Málaga!" (Loving books), Alejandro Villén, pone en importancia al campero como un icono de la ciudad, pero advierte que si se experimenta mucho con él "se llega a romper" y considera que si no tiene la famosa base de lechuga, tomate, jamón cocido, queso y mayonesa, "no es un campero".

La polémica está servida en bandeja de plata y el chef del gastrobar Aire, Pepo Frade, versionó esta popular comida en dos ocasiones, la primera un campero de rabo de todo con verduritas asadas y la segunda, un campero más gourmet a base de rosbif de ternera con salsa teriyaki al Pedro Ximénez, aguacate y almendras caramelizadas.

Para Frade, la cocina evoluciona siempre desde una base tradicional y decidieron darle una vuelta a este tradicional plato malagueño, pero siempre manteniendo algunos de los signos característicos como su carácter chorreante, o el pan aplastado y las típicas "rayas" fruto de su estancia en la plancha.

Pese a su popularidad entre los lugareños, Pepo admite que no es muy conocido por los turistas, aunque su respuesta suela ser positiva cuando se deciden a probarlo.

En Málaga se ha convertido en una comida de culto, tal es así que el malagueño Sergio R. E., que vive fuera de la provincia, se ha tatuado uno para recordar a su ciudad y porque quería tatuarse "algo diferente".

Sergio siempre come campero cuando vuelve a la ciudad malagueña, algo que asocia con las noches de fiesta, las salidas como los amigos, las tardes de verano de la adolescencia, lo que está muy arraigado, y que se ha reflejado incluso en la serie de televisión "Malaka".

Por su parte, Jordi Rosales, más conocido como "señor Margarito", se percató de la popularidad del campero y sus curiosidades al grabar su documental "Orgullo Campero", un proyecto que empezó "de cachondeo" con un amigo cocinero y un amigo cámara.

Rosales lamenta que este plato malagueño no goce de la misma popularidad que el bocata de calamares de Madrid o de los espetos o el gazpachuelo, aunque el ilustrador y autor del libro "¡Oh Málaga!" mantiene que todo el mundo conoce el campero y que es un icono de Málaga.