El origen de la capacidad creativa de Julián Guerrero Díez bien pudiera estar en una simbólica caja de herramientas. «Mi padre, que se llamaba como yo, era un manitas, era el cajero principal de Félix Sáenz y tenía una caja de herramientas que los vecinos venían a pedirle. Él en casa hacía de electricista, fontanero... esa habilidad la tengo yo y también dos de mis cuatros hijos», explica, al tiempo que también resalta la importante figura de su madre, Pili Díez, que era modista.

Este afable malagueño, que mañana cumplirá 77, posa para el periodista esta semana junto al Land Rover de 1980 adaptado por uno de sus hijos manitas. La foto está hecha en Echeverría del Palo, a pocos metros de la calle Pintor Enrique Florido, donde nació en 1942.

Julián estudió en el vecino Colegio de San Estanislao de Kostka «y como me gustaba todo lo que era la técnica hice perito industrial, porque entonces en Málaga sólo se podía estudiar para perito industrial o maestro».

Tras un breve paso por Madrid y varias empresas, entre ellas una oficina de proyectos agrícolas con sede en Vélez y El Ejido, los siguientes 30 años de vida laboral, hasta su jubilación, estuvo trabajando en el Aeropuerto de Málaga.

De su otra faceta, la de inventor, no está cerca la jubilación y de hecho, está a punto de finalizar un innovador sistema para capturar cotorras argentinas, mediante una red especial y anestesia, y ya está en conversaciones con el Ayuntamiento del Rincón de la Victoria para ensayarlo.

Hasta la fecha, ha llegado a patentar en España 14 creaciones o diseños que, cuenta, a veces maduran tras consultar con la almohada.

Quizás pocos sepan que un detalle técnico tan presente en las ciudades españolas como la palanca de los contenedores de basura fue de su autoría. Patentó esta socorrida solución, que evitaba al usuario mancharse con la tapa del contenedor, en1986 y como recuerda, «en Fuengirola se llegaron a poner 30 ó 40, pero luego hubo un cambio de gobierno y no me dieron licencia para continuar».

Y relacionada con las palancas es otra patente de 2007 para disminuir el esfuerzo que hace el ciclista. «El eje de la biela (la barra o palanca que une el pedal al plato), en vez de tenerlo debajo me lo llevo a la rueda trasera y así tengo dos bielas que van desde el pie hasta el eje, de un metro y pico, haciendo una fuerza tremenda, sin que apenas haga esfuerzo el ciclista», detalla.

Para presentar los modelos en la Oficina Española de Patentes y Marcas, explica, contrata a un agente autorizado. «Tiene que ser algo novedoso», resalta y menciona que el 'estado de la técnica' es como se conoce a cualquier prueba de que esa invención ya se conocía o es muy similar.

Además, las patentes hay que renovarlas por un precio ascendente todos los años. Esto ha hecho que, en ocasiones, alguna empresa haya descartado poner en marcha su invento y, una vez ha dejado de pagar la patente el malagueño y ha pasado a dominio público, se hayan hecho con ella.

Es el caso, por ejemplo, de un sucedáneo de pescado a base de surimi y fibras vegetales comestibles, que ideó como sustituto del chanquete y que hoy se comercializa en una famosa cadena nacional de supermercados.

Le ha ocurrido algo parecido con su primera patente registrada, de 1977, un perfil para carpintería metálica que se coloca sobre esta con unas ranuras.«Estéticamente queda muy feo el aluminio dentro de una casa, así que se coloca este perfil de madera para el interior y además evita que el calor se fugue tan fácilmente porque es madera, no es metal. Creo que lo fabrica una empresa de Alicante», apunta.

De 1978 es un tempranero panel de energía solar que llegó a comercializar. «Eran unos paneles de poliéster, hechos en molde, y después metías la plancha de cobre y lo ennegrecías con un negro absoluto, que atrajera todo el calor y para ello usaba bióxido de manganeso», señala. Julián Guerrero recuerda que uno de los primeros clientes fue un matrimonio canadiense en El Candado.

Y en relación con el color negro que absorbe el calor, en sus tiempos en la oficina de proyectos agrícolas también se preocupó de la bajada de temperatura en los invernaderos durante la noche, con el firmamento en su papel de inabarcable cuerpo negro. «En El Ejido me pidieron que solucionara el problema del 'paro vegetativo', porque hay una temperatura para la mayoría de las plantas que no se mueren de frío pero se paralizan y tardan de 10 a 15 días en recuperar el crecimiento y eso es una traba para el fruto que va a salir al mercado», detalla.

El paro vegetativo está en unos 11 grados, así que los agricultores combatían los fríos nocturnos con tuberías de agua caliente bajo las raíces. El inventor malagueño ideó primero un calentador a base de quemar gasoil «sin electricidad» y como segundo diseño, se inspiró en los termos de café y pensó en una segunda lámina para los invernaderos, «como si fuese el termo de café, de aluminio, para que por la noche no se perdiera calor».

En una línea parecida, llegó a patentar un dispositivo para aprovechar el calor de la chimenea que se perdía por el tiro, así que propuso instalar en el interior un serpentín de agua para calentarla, «y lo combinaba con los paneles solares, así que de día estás calentando con los paneles solares y por la noche con la chimenea».

Entre otros inventos, en su haber también tiene una sistema para que las vallas publicitarias resistan la acción del viento y una hucha con dos o más cavidades, pensada para que los niños puedan ahorrar para sus gastos pero también para que destinen parte de ellos, directamente, a una ONG.

Además, ideó un sistema abrefácil para las latas que evitaba la rotura accidental de las uñas, algo que, recuerda, se produce mucho con el sistema actual.

VI Congreso Smart Grids

El pasado 12 de diciembre el inventor malagueño asistió en Madrid al VI Congreso Smart Grids sobre redes eléctricas inteligentes. Su penúltimo proyecto, y el único que desde hace seis años mantiene con la patente, fue uno de los elegidos para engrosar el libro de comunicaciones del congreso.

Se trata de incorporar a los edificios la energía eólica, al igual que ya incorporan muchos con toda normalidad placas de energía solar. Julián Guerrero ha diseñado unas carcasas con pequeñas turbinas eólicas que pueden instalarse en las fachadas porque como subraya, en cuestión de energía eólica, «en las ciudades no hay nada».

A la espera de que este proyecto fructifique, este amante de la innovación ya perfila el método para poner freno a la plaga de cotorras argentinas, pero con la esperanza de que su proyecto convenza a los defensores de los animales porque los pájaros «no sufren nada». Su capacidad de crear sigue sin fecha de caducidad.