¿Un invidente puede comprar online? Esa misma pregunta se hizo María Victoria hace casi un año, cuando estaba arrancando un nuevo proyecto profesional orientado a la red tras dejar su anterior empleo. Ese fue el punto de partida que la llevó a investigar y trabajar en un proyecto de página web inclusiva. «Pensé que era un proyecto interesante a nivel empresarial y muy bonito a nivel social», explica María Victoria López.

Dadai, así se llama la plataforma en la que está trabajando desde el pasado mes de febrero y que en poco tiempo verá la luz, cuando se cierren «algunos flecos que aún quedan pendientes». Se trata de un proyecto ambicioso, puesto que estará operativa en todo el país. La empresa está alojada en la aceleradora malagueña La Farola.

Más de cuatro millones de españoles sufren alguna discapacidad, según datos de 2017 del Instituto Nacional de Estadística (INE), a lo que habría que sumar las personas que no están reconocidas. A nivel mundial, se estima que el 10% de la población se encuentra en esta situación, por lo que la creadora de Dadai cree «que existe un gran nicho de mercado».

Las personas con discapacidad encontrarán en esta nueva web no solo productos específicos para cubrir sus necesidades, sino que tendrán también a su disposición un catálogo de todo tipo de materiales para su uso diario. «Nosotros queremos por un lado ofrecer esos productos accesibles como productos de uso general, que también los usan. Por ejemplo, una persona invidente quiere vestirse como tú y como yo, y no tiene acceso a la moda online», explica la creadora de Dadai. Ya cuenta con nueve proveedores locales y nacionales.

Siente que esta situación es una barrera más para las personas discapacitadas: «El tema de las compras online no para de crecer y ellos están un poco fuera. Internet es el presente y es una barrera más», subraya. «¿Por qué no pueden comprar un móvil, un ordenador o cualquier producto por internet?», cuestiona María Victoria. «Queremos que sea un espacio en el que pueda participar cualquiera y encuentren de todo», comenta.

De esta forma, están adaptando la plataforma a las necesidades de cada persona. «Estamos intentando en la medida de lo posible dar una respuesta al mayor espectro de la diversidad posible». Asimismo, otro de los objetivos que persigue Dadai es el de «crear comunidad» y tener en un mismo espacio no solo productos, sino información de interés para ellos o lista de deseos.

Existen herramientas que permiten al usuario navegar por internet, como es el caso de los lectores de pantalla o los ratones que se mueven por comando de voz. En muchos casos, su funcionamiento no es adecuado, puesto que la página web no está adaptada desde su creación. Actualmente, las nuevas web que se desarrollen deben hacerlo bajo la normativa WCAG 2.1 para que las herramientas que ayuden a mejorar la navegación de las personas con discapacidad funcionen de forma apta.

Una de las dificultades a las que se ha enfrentado María Victoria López es encontrar un programador que trabajara en la creación de la plataforma, puesto que no hay otros modelos con estas características. Las páginas web también se distinguen por categorías: A, AA y AAA, siendo esta última la de mayor nivel de inclusión. Dadai apuesta por la AA, de cara a continuar y alcanzar el máximo nivel.

Se trata de un punto de diferenciación con respecto al resto de webs que se encuentran disponibles ya que estas, según cuenta la fundadora, «no se preocupan en dar respuesta a las necesidades de las personas con discapacidad. Internet sigue siendo un medio hostil para ellas». A raíz de sus investigaciones, ha concluido que la web más accesible es la de Hacienda, mientras que el sector privado «suele ir a las masas» y no tiene «preocupaciones para cubrir estas necesidades o no les importan».

Aunque los primeros pasos los dio en solitario, desde septiembre cuenta con la ayuda de Ana Gutiérrez, que se ha convertido en parte indiscutible del proyecto. Dejó su trabajo en una sala de exposiciones para formar parte de Dadai. Padece de discapacidad visual desde los 9 años, pero eso no le ha impedido seguir su vida y estudiar Historia del Arte y trabajar en cultura y discapacidad. «Esto es romper con la cultura y centrarme en el día a día, que es lo más importante». A lo largo de su vida ha sentido como en los comercios no se han tenido en cuenta sus necesidades. «Es como si hubiese dos Ana, la que está ahí y la que ve mal. Es una sensación muy rara porque yo sigo siendo la misma», afirma Ana.

Por eso, proyectos como este generan en ella un poco de esperanza e ilusión de encontrar en el futuro un sitio para ellos en la inmensidad de la red.