El proceso de clausura de oficinas por parte de los bancos prosigue lentamente, dentro de la dinámica de reducción de costes y de ajuste de estructuras que las entidades financiera iniciaron a raíz de la crisis, de las múltiples fusiones que se han dado en el sector y de la influencia exponencial de las nuevas tecnologías. En la provincia de Málaga ya se han clausurado 663 sucursales desde que arrancó la recesión, lo que supone prácticamente la mitad de las alrededor de 1.400 que llegó a haber operativas en 2008, cuando se marcó el tope histórico del parque total de las entidades financieras, según los últimos datos del Banco de España, correspondientes a septiembre de 2019.

Así, en la provincia quedan 744 sucursales, el nivel más bajo desde 1986, hace 34 años. En los últimos doce meses se han clausurado 31 sucursales. El goteo de cierres continuará seguramente en los próximos años, según vienen explicando en el sector.

Con las cifras de septiembre, Málaga continúa como la sexta provincia española donde se rproducen mayor número de cierres de oficinas desde que empezó la crisis, sin duda también porque, con su nivel económico y poblacional, es también una de la zonas con mayor red de sucursales. Barcelona es la primera en clausuras con 3.565 que dejan el total en 2.358, mientras que Madrid ha suprimido 2.933 y se queda con 3.099. En Valencia se han cerrado 1.365 oficinas (tiene ahora 1.276), en Alicante 899 (ahora hay 871) y en Sevilla700 (hay actualmente 828).

El parque de sucursales en Málaga experimentó un gran aumento entre 2000 y 2008

coincidiendo con la fase más expansiva de la economía y del sector constructor. Los bancos y las antiguas cajas de ahorro incrementaron en ese periodo un 53% su red de oficinas en Málaga, gracias también al desembarco de muchas entidades de otras regiones que acudieron atraídas por el potencial del negocio hipotecario que se movía en torno a la burbuja inmobiliaria. El advenimiento de la crisis acabó con ese ciclo expansivo.

Entre los economistas y en el propio sector bancario se reconoce que el proceso de clausuras puede tener aún bastante recorrido, dado que los bancos seguirán ajustando la red de sucursales con criterios de rentabilidad.

Una quinta parte de los municipios de la provincia (22 de 103) no tiene ya oficinas, según han calculado en alguna ocasión fuentes del sector bancario, que señalan en todo caso que los residentes de estas localidades tienen siempre a mano una oficina situada en alguna pueblo vecino. Por otro lado, el tratarse, de municipios muy pequeños, el porcentaje de población en esta coyuntura es bastante pequeño. Se trata de localidades situadas principalmente en la Serranía de Ronda y en la Axarquía.

Un estudio publicado en su momento por el Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas (IVIE) con datos de toda España indicaba que la población en municipios malagueños sin oficinas ronda las 24.644 personas (el 1,5% de los habitantes de la provincia).

Crédito y consumo

Por otro lado, la restricción del crédito al sector que los bancos impusieron durante los años más duros de la crisis sigue dejando una significativo descenso en el volumen de préstamos que están en manos de las familias y empresas malagueñas. A septiembre de 2019, la cifra total se sitúa en los 30.400 millones de euros, en niveles de 2005. El nivel de crédito vivo que maneja el sector privado es un 37% inferior a los 47.500 que se alcanzaron en 2008 (justo antes de que estallara la crisis) y que permanecen como el récord histórico en este apartado.

Fuentes del sector económico y financiero señalan que los bancos ya llevan un par de años con el canal del crédito mucho más abierto que en los ejercicios más duros de la recesión (entre los años 2009 y 2013) pero eso no impide que el volumen siga descendiendo ya que son más las operaciones que con el tiempo van siendo amortizadas que los nuevos créditos que se conceden. En realidad, algunas voces insisten en que la economía española requería de un sensible proceso de desapalancamiento (desendeudamiento del sector privado) tras unos años de consumo disparado. La propia Comisión Europea, desde Bruselas, alentó esta dinámica en la etapa más crítica de la crisis.

La evolución se deja notar también en la proporción entre créditos y depósitos, que en términos macroeconómicos ofrece en Málaga ya una relación mucho más equilibrada. Así, el sector privado adeuda ahora a los bancos en préstamos un 23% más de lo que tienen ahorrado en depósitos (24.589 millones). La ratio es mucho más baja que la de inicios de la crisis, cuando el sector privado malagueño manejaba en créditos hasta un 135% más de lo ahorrado.

Fuentes bancarias han comentado tradicionalmente que, aunque no hay una ratio créditos/depósitos de referencia que pueda considerarse como la más apropiada para una economía, aquella tasa que presentaba Málaga, en una fase de consumo desaforado, reflejaba un endeudamiento a todas luces excesivo. Es cierto que la provincia, por su especial dinamismo inversor, siempre ha manejado unas tasas altas, pero en la Eurozona, por ejemplo, la ratio media es inferior al 10%.

En cualquier caso, la bajada de la liquidez respecto a antes de la crisis también dejó efectos muy nocivos para la economía. La Confederación de Empresarios de Málaga (CEM) ha señalado siempre que una parte importante de las más de 18.000 empresas que desaparecieron en la provincia durante los años de la recesión lo hicieron, no tanto por falta de negocio, sino por una enorme carencia de liquidez para seguir funcionando.

El Colegio de Economistas añade, ya en clave de presente, que sin crédito suficiente el crecimiento empresarial se limita.