Previene los problemas cardiovasculares, disminuye las caídas e incluso la incidencia de depresión y es un entrenamiento idóneo para retrasar la demencia y todo lo relacionado con el deterior cognitivo. Hacer deporte con regularidad pasados los 65 años es una de la claves para gozar de una buena calidad de vida, según el director de Medicina Interna del Hospital Regional, Ricardo Gómez, la auténtica polipíldora -también conocida como polipil- para encarar la edad una vez superada la barrera de los 60.

Ante estos datos basados en evidencia científica, el doctor Gómez dirige desde el pasado verano un proyecto que tiene un doble objetivo: Desmontar aquello de que ser «fofisanos» o tener cierto sobrepeso no incide en la salud llegados a la tercera edad y, además, ver qué factores de tipo fisiológico o genéticos pueden influir en la aparición de enfermedades asociadas. Es decir, dar respuesta a por qué algunas personas desarrollan hipertensión o diabetes en cuestión de unos años y otras, en cambio, conviven con los kilos durante años sin más problemas.

Financiado por el Instituto Carlo III y con la colaboración de la Facultad de Ciencias de la Educación de la UMA y el Ayuntamiento de Málaga, el coordinador del proyecto «Población obesa metabólicamente sana de edad avanzada: Estudio-ómico (epigenética, metabolómica, metagenómica» explicó que desde el pasado verano realizan el seguimiento a 150 personas mayores de 65 años con sobrepeso pero sanas, aunque les faltan unas 50 para completar la muestra. Los interesados pueden llamar al teléfono 671597431. El proyecto contempla una duración de tres años y apuesta por modificar el estilo de vida a base de incluir el ejercicio y la dieta mediterránea. Dos aspectos que se adaptan a las circunstancias de cada uno de los participantes con un estudio individualizado previo. «Hay de todo, tenemos a algunos participantes muy activos y otros que son completamente sedentarios», explicó el coordinador. Para todos ellos se elabora un plan que integra el ejercicio aeróbico, la fuerza muscular, el equilibrio y la flexibilidad.

Disminuye la presión arterial, es un antiinflamatorio natural; el ejercicio físico es el «mejor fármaco» que puede tomar cualquier paciente, con independencia de su edad, según el especialista.

Además, adquieren la formación necesaria para implantar la dieta mediterránea, según sus posibilidades económicas y otras cuestiones que se valoran con los especialistas. «No estoy muy a favor de la inclusión de una dieta como tal, prefiero que los pacientes tengan los conocimientos y habilidades necesarias para adaptar a su rutina», sentenció.

El primer año se realizan controles cada tres meses y en los dos siguientes años se espacian más las visitas a los especialistas. Unas tres consultas anuales en las que se chequea la evolución del paciente. Asimismo, el doctor aseguró que entre sus objetivos no se encuentra la pérdida de peso de los pacientes. «La pérdida de masa muscular es un marcador fiable de mal pronóstico en edades muy avanzadas. La persona pierde capacidad funcional, se vuelve más torpe en sus movimientos y la expectativa de vida es más corta», explicó.