En la primera mitad de los 80, el programa semanal de humor ‘Ni en vivo ni en directo’ mostraba las peripecias de Emilio Aragón, independizado ya de los payasos de la tele, mientras seguía una inacabable línea blanca que cruzaba instancias oficiales, calles, bosques y campos.

Como comentamos tres meses atrás en esta misma sección, existe en Málaga una línea no precisamente blanca, pero que cualquier malagueño puede seguir cual si fuera Emilio Aragón, aunque sea con riesgo para su salud. Se trata de la longeva hilera de porquería que jalona la mitad del perímetro del antiguo mercadillo de Huelin, desde hace años en la explanada vecina de los terrenos de Repsol.

Es una verdadera lástima que, esta misma semana, nuestro alcalde presentara en el edificio del Ayuntamiento su proyecto ‘minimalista’ de Parque de Repsol. Ya saben, el que al final de tanta historia sólo tendrá 65.000 m2, así que será unos 9.000 más pequeño que el Parque del Oeste. Otro día hablaremos de esta racanería medioambiental, una faena para los malagueños que viven en la zona pero sobre todo, para las generaciones futuras.

El caso es que, de haberse desplazado a esta gigantesca parcela de 177.000 m2, habría sido testigo del rastro de excrecencias que, suponemos, ningún negociado municipal se aviene a limpiar, vaya usted a saber por qué razón administrativa.

Porque la acumulación es tan llamativa que resulta imposible que se trate de incívicas deposiciones semanales.

Cierto es que cuando se desmantela el mercadillo, permanece en el centro de la explanada una cubeta llena hasta los topes de desperdicios pero, ¿qué pasa con los que yacen olvidados en toda la zona vecina a los aparcamientos?

Este vertedero en sentido longitudinal está adquiriendo el poso de los vinos, así que las capas de mierda, con perdón, se acumulan hasta extremos grotescos, como esos plásticos y basuras varias incrustadas en los recovecos del murete que separa el parking del futuro parque jibarizado.

Estamos seguros de que, de haber presentado Paco de la Torre el proyecto al pie de los terrenos y no en una sala con proyección, habría dado las órdenes para acabar con esta cochambre ‘a perpetuidad’.

Como ya hizo esta sección el pasado mes de octubre, el análisis pormenorizado de detritus revela un número preocupante de piezas industriales, escombros, listas de madera, mobiliario, latas, botellas y hasta alguna bolsa de basura lanzada por algún mamífero con manos prensiles.

Frente a la paralís evidente de quienes deberían mantener el aparcamiento del mercadillo en perfecto estado, sólo cabe o bien protestar o bien organizar cuadrillas de vecinos que, al igual que se encargan de limpiar playas, arroyos y hasta la antigua cárcel en alguna ocasión, hagan lo mismo en este estercolero.