Las especies vegetales son esenciales en la lucha contra el cambio climático. La absorción que realizan de CO2 se convierte en una forma te mitigar las emisiones de efecto invernadero, gracias al proceso de fotosíntesis por el que captan este gas durante su respiración y lo convierten en oxígeno que posteriormente es liberado a la atmósfera. Pero para que se lleve a cabo este procedimiento natural de limpieza medioambiental son necesarios árboles. En este punto, la provincia de Málaga flaquea y así lo corrobora el Tercer Inventario Forestal Nacional realizado por el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación. Un registro del ecosistema forestal de España que sitúa a la provincia malagueña entre las que menos árboles tiene. Concretamente, se posiciona en sexto lugar por la cola de una lista de cincuenta provincias, con 44.748.841 de ejemplares, una ratio que no llega a 28 árboles por habitante. Tan sólo cuentan con una cantidad menor Sevilla, Cádiz, Valladolid, Alicante y Las Palmas.

A pesar de estos datos que colocan a la provincia en el último grupo del ranking, hay que tener en cuenta la superficie provincial de Málaga y la distribución de la masa forestal en ella. Así lo destaca Andrés Vicente Pérez Latorre, profesor titular del Departamento de Botánica y Fisiología Vegetal de la Universidad de Málaga: «Tenemos que prestar atención al hecho de que Málaga tiene dos zonas tradicionalmente muy cultivadas que ocupan prácticamente la mitad de la superficie, como son la Vega de Antequera y la zona de la Axarquía y Montes de Málaga, que aunque ya no se trabajan, han estado cultivándose hasta finales del siglo XIX y actualmente, se encuentran en recuperación».

Entre los árboles con mayor presencia en la provincia se encuentran el pino carrasco (Haleponsis), seguida del pino rodeno o negral (Pinaster), la encina (Quercus ilex), el alcornoque (Quercus suber), el olivo (Olea europea) o el roble carrasqueño (Quercus faginea).

«La mayor parte de los ejemplares que se reflejan en el inventario pertenecen fundamentalmente a la zona de la Serranía de Ronda y de las Sierras Tejeda y Almijara, ya que son sitios bastante boscosos. También podría señalarse la cordillera de El Torcal de Antequera», señala Pérez Latorre.

Para este experto, los resultados no son tan sorprendentes si se tiene en cuenta la historia y deforestación que ha sufrido la provincia. «Los bosques, formaciones arbustivas y matorrales se están recuperando porque antes estaban muy explotados por el pastoreo, carboneo, se hacían muchas talas para crear zonas de pasto, etc. Todas estás actividades a penas se realizan con lo cual, estas amenazas han desaparecido y a pesar del cambio climático, en la provincia la vegetación se están recuperando», comenta.

Más monte arbolado

Dentro del Inventario y Cartografía disponible en la web del Ministerio de Agricultura, bajo el artículo «Bosques españoles y su evolución», se confirman otras conclusiones obtenidas con la realización de los diferentes inventarios forestales que, desde la elaboración del primero de ellos en 1975, se vienen extrayendo. Entre ellas, el hecho de que se detecta un notable aumento de la superficie de monte arbolado a costa de una disminución del desarbolado y cultivo, que la masa arbórea de los montes españoles es mucho mayor que hace veinte años o además, que en general, los bosques están en la actualidad, «igual o mucho más sanos que antes», así como el incremento de la cantidad de árboles de grandes dimensiones frente a las especies más pequeñas, de las cuales hay menor cantidad que hace 10 años.

A pesar de la necesidad del aumento de árboles por la función que estos desempeñan en la naturaleza, Pérez Latorre insiste en que tener más árboles no significa tener más bosques.

«Lo importante es tener bosques. El bosque no solamente son los árboles, sino todas las plantas que viven bajo y gracias a ellos, los animales que conviven en el suelo, así como en la superficie. De ahí la importancia de regenerar estas masas forestales», afirma el docente.