«Muchas veces me he fijado en la calidad que tiene ese suelo. En Málaga hubo muchas fábricas de baldosas hidráulicas, su edad de oro fue desde finales del siglo XIX a la mitad del XX», explica Francisco Rodríguez Marín, profesor de Historia del Arte de la UMA, además de presidente de la Asociación en Defensa de las Chimeneas y el Patrimonio Industrial».

Las baldosas hidráulicas a las que se refiere son las del suelo del comedor y la cocina de La Térmica, la antigua Casa de la Misericordia, y forman lo que califica como «una especie de gran alfombra», un dibujo continuo de unos 500 metros cuadrados. En principio, podrían comenzar a ser retiradas este viernes para sustituirlas por losetas de mármol blanco, dentro de las reformas del centro que realiza la Diputación.

Las obras las califica el profesor de la UMA de «una ligereza y un error que mermará los valores del edificio». «Los materiales valiosos se restauran, estamos en un edificio histórico y las baldosas tienen un valor artístico», recalca. Para Francisco Rodríguez Marín, el hecho de que las baldosas puedan estar en mal estado «no es excusa» para retirarlas. «Si el Sagrario tiene una grieta se arregla, no se echa abajo», argumenta y recalca que «hay que apostar por lo bueno». Además, señala que, posiblemente provengan de algunas de las conocidas fábricas malagueñas de la época.

José Luis Cabrera, uno de los promotores de la protección patrimonial de la Casa de la Misericordia, inscrita desde 2018 en el Catálogo General del Patrimonio Andaluz como Bien de Catalogación General, calcula que el pavimento hidráulico data del primer tercio del siglo XX. Además, recuerda que el símbolo de La Térmica es uno de los motivos artísticos de las baldosas del centro.

«Es una pena porque son suelos hidráulicos que forman parte de la identidad del edificio, y en el expediente de catalogación se aportaron fotos de ellos como elementos importantes», señala. En su opinión, «el suelo se puede restaurar sin necesidad de destruirlo».

Respuesta de la Diputación

Un portavoz de la Diputación declaró que aunque el suelo no esté protegido no significa que se vaya a destruir. De hecho, informó de que el presidente de la Diputación, Francisco Salado, "ha dado la orden de que el suelo de baldosas no se destruya y se pongan todos los medios para conservarlo, aunque sea trasladándolo a otro sitio que sería más visible".

Por su parte el diputado provincial Francisco Oblaré contestó a este diario que la actuación cuenta con el visto bueno de Cultura de la Junta de Andalucía y obedece a que los suelos de las cocinas y comedores «deben adecuarse a la normativa y este no lo está». Oblaré detalló que se trata de un suelo «muy dañado», con humedades y zonas hundidas, y que la normativa obliga a poner uno «antideslizante y sanitario», porque se van a manipular y servir alimentos.