El que fuera redactor jefe de la revista de humor ‘La Codorniz’, el periodista y marino Víctor Vadorrey, se dedicó en 1965, cámara a cuestas, a reflejar con ojo de entomólogo las pinceladas de humor con las que podían encontrarse por las calles de Madrid.

A veces, pinceladas sutiles como el anuncio en un bloque de una clínica de estética, y que de la puerta principal saliera en ese momento una anciana achaparrada que no parecía haber recibido tratamiento alguno. En otras, detalles como un vistazo a una calle con nombre de flor, para constatar que no había ni una mísera maceta en todos los balcones de esa vía.

La pieza, un corto que hizo honor a la modalidad y duraba pocos minutos, la tituló ‘Tonto-tour’.

Sin llegar al detalle de un brillante ‘entomólogo’ como Víctor Vadorrey, ‘Tonto-tour’ puede influir para que veamos Málaga de otra manera, más allá de eslóganes y lugares comunes.

Y así con el espíritu del corto de Vadorrey, esta sección se da una vuelta por una calle más bien escueta, incapaz de que Usain Bolt la recorra en menos de 10 segundos porque se estamparía contra la pared, al no llegar, a ojo de buen cubero, a los cien metros de longitud. Y aunque que no es una calle sin salida, pega un requiebro a la derecha y cambia de nombre para llamarse calle Lasso de la Vega.

Lo que sí encontramos en ella es una concordancia entre su nombre y el contenido, porque hablamos de la calle Acequia, en Huelin, muy próxima a la avenida de Juan XXIII (en la parte que ya se llama calle Abogado Federico Orellana Toledano). Y la calle Acequia, para hacer honor a su nombre, exhibe en medio, en la calzada peatonal, un desagüe para agua de lluvia que muchas veces, cuando riegan un pequeño parterre municipal vecino, se llena de agua y hace de ‘amago de acequia’.

Así que puede decirse que la calle Acequia cuenta con su particular acequia, versión reducida. Pero además, tiene una curiosa pecualiaridad que hace un par de años desveló a esta sección el entonces concejal de la Carretera de Cádiz, Julio Andrade.

Desde Héroe de Sostoa puede otearse el elemento más característico de la vía: una caseta de obra que lleva algunos años plantada delante de un pequeño terraplén.

La parcela, hoy municipal, era del Ministerio de Fomento porque allí estuvo una caseta de peón caminero. La zona fue ajardinada dos años atrás, pero se mantuvo la caseta de obra porque en ella vive un vecino del barrio obrero de Huelin, a la espera de una vivienda social.

Vivía esta persona en una casa que cuando su propietario la puso a la venta, los vecinos la compraron entre todos para entregársela a sus padres, sin recursos económicos. La vivienda terminó cayéndose y el hijo de la pareja, sin casa, aguarda ahora mejores tiempos en la caseta de obra al pie de ‘la acequia’. Suerte.