Yo no soy de los perros; ni poco ni mucho. Nunca he tenido perro y creo que esa negativa se mantendrá siempre. Sí estoy a favor de los perros -salvo los de determinadas razas- porque son muy valiosos para muchas situaciones.

Son excepcionales acompañantes de invidentes, imprescindibles en las acciones de búsquedas en casos de siniestro, rapto o pérdida, colaboran de forma sorprendente con las fuerzas del orden publico detectando gracias a su excepcional sentido del olfato la presencia de drogas en maletas y otros envases, protegen a los residentes en zonas rurales y en chalés aislados o de urbanizaciones€ Cada vez que se produce una catástrofe -terremotos, riadas, derrumbes, incendios, desprendimientos, desbordamientos de ríos€- la presencia de perros adiestrados para localizar a seres humanos o socorrerlos en caso de muerte inminente, allí están los perros en primera línea y cientos o miles de veces se convierten en héroes. ¡Cuántas historias de perros jalonan la vida diaria en todo el mundo!

Otra cosa son... los dueños o amos de perros que, o se exceden en su protección sin pensar en los demás, o permiten que defequen o desbeban (caguen o meen) en cualquier lugar, los lleven sueltos sin bozal protector, los lleven a las playas molestando a los bañistas, los abandonen cuando están viejos, los suelten en zonas despobladas, no los vacunen y, en suma, no se responsabilicen de su salud y bienestar.

Abandonar a un perro porque ya no es útil es lo mismo que dejar a un anciano desprotegido. Caminar o pasear por cualquier vía de la ciudad es, en términos deportivos, una gymkhana para no pisar las caquitas de los perros y ver y oler las meadas de los mejores amigos del hombre, que se acumulan en los muros exteriores de todos los edificios públicos y privados. Harían falta camiones-cuba llenos de zotal para sanear los bajos de todas las construcciones, lugares preferidos por los perritos, perros y perrazos para aliviar la vejiga.

Sabemos por experiencia y por lo que nos cuentan en radios, periódicos, televisiones y modernamente por las llamadas redes sociales, lo que gentes de todas las clases y castas piensan del llamado mejor amigo del hombre. Enternecen las historias de perros que al morir su dueño se enroscan junto a su tumba, acompañan a sus dueños a los lugares más intrincados, salvan a niños de ahogarse€ El perro es un valioso e insustituible colaborador en muchas facetas de la vida diaria.

Pero ¿sabemos lo que piensan los perros de los hombres?

Don Miguel de Unamuno

No lo sabemos, claro, porque los perros no están dotados del sentido del habla como para transmitirnos sus pensamientos al hombre.

Su lenguaje -el ladrido- es, supongo, la manera de expresarse entre sí y, sobre todo, para advertir al hombre de una anomalía, de algo extraño y ante todo de un peligro inminente porque están dotados de unos sentidos de los que el hombre no posee. Sin embargo, un escritor, catedrático y filósofo del rango y fama como don Miguel de Unamuno, en una de sus novelas más conocidas, 'Niebla', que en lugar de novela la presentó como nivola, se atrevió a reproducir los pensamientos del perro Orfeo, inseparable compañero del protagonista de la historia Augusto Pérez.

Por decisión de su autor, el protagonista se quita la vida, y su fiel mascota, acurrucado a los pies de su amo, pensó así: «Pobre amo mío!, ¡pobre amo mío! ¡Se ha muerto: se me ha muerto. Esto que aquí yace, blanco, frío, con olor a próxima podredumbre, a carne de ser comida ya no es mi amo. No, no lo es. ¿Dónde se fue mi amo?, ¿dónde el que me acariciaba, el que me hablaba? ¡Qué extraño animal es el hombre! Nunca está en lo que tiene delante. Nos acaricia sin que sepamos por qué».

Después sigue el perro pensando: «Y luego habla, o ladra, de un modo complicado. Nosotros aullábamos y por imitarle aprendimos a ladrar, y ni aun así nos entendemos con él. Solo le entendemos de veras cuando él también aúlla. Cuando el hombre aúlla o grita o amena, le entendemos muy bien los animales».

Más adelante, Orfeo, pensando en su amo que acaba de morir, se dice: «Es un animal enfermo, no cabe duda. ¡Siempre está enfermo! ¡Solo parece gozar de alguna salud cuando duerme, y no siempre, porque a veces hasta durmiendo habla! Y esto también nos ha contagiado. ¡Nos ha contagiado en tantas cosas!»

«¡Qué extraño animal es el hombre! ¡No está nunca en donde debe estar, que es a lo que está, y habla para mentir y se viste!

Y luego nos insulta. Llama cinismo, esto es, perrismo o perrería, a la imprudencia o sinvergüencería, él, el animal hipócrita por excelencia. El lenguaje le ha hecho hipócrita».

«A los perros, que no fuimos sometidos y domesticados por el hombre como el toro o el caballo, a la fuerza, sino que nos unimos libremente, en pacto sinalagmático, para explotar la caza. Nosotros le descubríamos la pieza, él la cazaba y nos daba nuestra parte. Y así, en contrato social, nació nuestro consorcio».

«¡Pobre amo! Dentro de poco lo enterrarán en un sitio que para eso tienen destinado. ¡Los hombres guardan o almacenan sus muertos, sin dejar que perros o cuervos los devoren!. Y que quede lo único que todo animal, empezando por el hombre, deja en el mundo: unos huesos! ¡Almacenan sus muertos! ¡Un animal que es se viste y que almacena sus muertos. ¡Pobre hombre!».

«¡Pobre amo mío? ¿Qué será ahora de él? ¿Dónde estará aquello que en el hablaba y soñaba? Tal vez allá arriba, el mundo puro, en la alta meseta de la tierra pura toda ella de colores puros...».

Y termina: «Recogieron luego al pobre perro muerto a los pies de su amo. Depurado como éste y como él envuelto en la nube tenebrosa. Y el pobre Domingo, al ver aquello, se enterneció y lloró, no se sabe bien si por la muerte de su amo o por la del perro, aunque lo más creíble es que lloró al ver aquel maravilloso ejemplo de lealtad y fidelidad. Y dijo: Y luego dirán que no matan las penas».

Los perros ladran

Según dicen los entendidos (esto ya no está en la obra de Unamuno), los perros, sin motivo aparente o conocido, ladran para entenderse entre sí. Nosotros nos quedamos con el uauá-uauá que los niños utilizan para distinguirlos de otros animales. El ladrido es el lenguaje exclusivo de los perros, ininteligible para los hombres y las mujeres.