Mucho mencionan los escritores el 'fragor de la batalla', pero para los romanos, que inventaron la palabra, el fragor era un ruido estruendoso que la mayoría de las veces procedía de la Naturaleza, más que del entrechocar de espadas de sus legiones.

El Parque de Málaga recibió el despertar del día de San Ildefonso, arzobispo de Toledo, con el fragor del granizo, que además de picar las hojas más frágiles de este jardín subtropical, regaló durante un par de horas la ilusión de una Málaga blanca, como la de la famosa nevada de 1954. Pero el granizo es un manto bastante más esquivo y fugaz que el de los copos de nieve, por eso la ilusión duró poco y fue sustituida por una alfombra verde, procedente de una súbida caída de las hojas.

En el Parque no abundan los árboles de hoja caduca, por eso podía ser engañoso contemplar esta mañana el esqueleto de un gingko biloba, un valioso árbol chino que en invierno sólo se queda con las ramas. En las altura sí que se veían claros en las copas de los árboles de hoja perenne, y alguna palmera washingtonia a la que el crepitar del granizo le había dejado casi sin hojas.

Por fortuna, las auténticas bajas de este fragoroso fenómeno atmosférico eran, en su mayoría, las plantas ornamentales con las que el Ayuntamiento adorna los parterres, plantas de temporada que rodean a los árboles de gran porte y que se cambian pasados unos meses, así que no hubo que lamentar bajas importantes.

"Sí hemos recogido muchos pájaros muertos", indica un jardinero. En su mayoría, palomas y cotorras argentinas. Algunos de estos últimos pájaros, una plaga que conjura las bajas temperaturas gracias a sus nidos comunales, construidos como pareados, no han podido con la tromba de granizo.

En la glorieta del Fiestero se ha formado un gran charco, y la cerámica con los escudos provinciales se refleja en el agua y el burrito Platero parece mirar de reojo, rodeado por un foso de agua, las manchas blancas del granizo. La única nota tétrica la aporta, en un banco del Paseo de los Curas, un pájaro tieso. Por lo demás, esta mañana de enero, confirman fuentes municipales, los daños en las zonas verdes de Málaga han sido escasos: en La Concepción se perdió un pitósporo o azahar de China, y sendas ramas cayeron en la calle Pacífico y en la plaza del Teatro, este último procedente de un ciprés de escaso valor.

Los gigantes botánicos del Parque, como la inacabable encina que reta, casi enfrente, al Málaga Palacio, aguantaron el tipo. Veteranos en estas lides de las sorpresas climáticas, desde finales del XIX demuestran que tienen cuerda para rato.