La Asociación CYD Santa María, la Policía Local de Málaga y el Consorcio de Bomberos participaron este domingo en el dramático el rescate de Nanny, una yegua que se despeñó por un barranco de Olías a causa del terreno resbaladizo dejado por las lluvias que originó el paso de la borrasca Gloria este pasado fin de semana. Un árbol evitó que el équido siguiera cayendo por un nuevo precipicio cuyo borde estaba a apenas un metro de distancia, hecho que dificultó en gran medida el rescate. Tras diez horas de trabajo sin descanso, el operativo tuvo un triste desenlace. El agotamiento del animal, la hipotermia y la imposibilidad de moverse en ese espacio sin caer por otro precipicio obligó a sacrificarla.

Los hechos se produjeron sobre las 18.00 horas de la tarde. Un vecino de origen alemán de Olías llamó a la asociación para pedir ayuda porque uno de sus caballos se había despeñado y se encontraba en una situación muy comprometida. La asociación formó un equipo con varios voluntarios y un veterinario que se desplazó hasta el lugar del accidente. Al llegar vieron que la yegua se encontraba estable, pero a menos de un metro de otro barranco de gran profundidad. "En muchos momentos temimos por la vida de nuestros voluntarios, por lo que nunca les estaremos lo suficientemente agradecidas", explica Concordia Márquez, presidenta de la Asociación CYD Santa María.

Ante la posibilidad de que cualquier movimiento de la yegua significara un desastre, y tras varios intentos fracasados por falta de personal y medios, se vieron obligados a pedir ayuda. Hasta allí se trasladaron dos agentes de la Policía Local de Málaga y tres bomberos del Consorcio de Bomberos de Rincón de La Victoria. "Llevamos muchos años desde que empezó el CYD Santa María, pero este ha sido uno de los rescates más complicados que he visto en mi vida. La coordinación entre nuestro equipo y el buen hacer de los profesionales fue determinante para que no ocurriera ningún accidente", ha indicado Virginia Solera, responsable de comunicación del CYD.

El esfuerzo, sin embargo, no tuvo recompensa. La yegua se fue apagando. La hipotermia le hizo mucho daño era imposible que caminara por el desnivel, incluso con la ayuda de todo el equipo, sin que terminara cayendo por el precipicio, y decidió practicarle el sacrificio humanitario. A Concordia y Virginia les queda un consuelo: "Sintió en todo momento cómo la estábamos ayudando y nosotros nos sentimos muy arropados, porque en muchas ocasiones estos rescates se realizan con sólo dos o tres miembros del CYD, en gran soledad. Gracias una vez más a las personas que eligen como profesión salvar a otras, poniendo en riesgo su propia vida", añade Virginia.