Promover actuaciones innovadoras desde la perspectiva de género en la universidad. Este es el objetivo del programa Univergem, impulsado por el Vicerrectorado de Innovación Social y Emprendimiento de la Universidad de Málaga y que está subvencionado por el Instituto Andaluz de la Mujer y el Fondo Social Europeo. Una iniciativa que surgió en 2018 y que se desarrolla ya en las diez universidades públicas andaluzas.

El proyecto tiene como finalidad dotar de herramientas a un grupo seleccionado de mujeres universitarias para facilitar su empleabilidad y favorecer su capacidad de emprendimiento. Además, este programa, que cuenta con numerosas actividades, lucha por reducir la brecha laboral por razones de género, según explica María Ángeles Valverde, jefa de Sección del Servicio de Empleabilidad y Emprendimiento de la Universidad de Málaga.

Para poder participar en el programa, las interesadas tienen que estar matriculadas en la Universidad o ser egresadas, además de tener el 80% de los créditos superados y pasar una entrevista personal. Al finalizar el curso se les da un diploma acreditativo.

«El programa requiere disponibilidad y tiempo», comenta Valverde. Es una iniciativa de alto rendimiento, con 275 horas de duración, muy concretada y en la que se imparte mucha formación en muy poco tiempo, así que «la disponibilidad durante los meses que dura es imprescindible», añade.

Actividades de todo tipo, tanto prácticas y presenciales como virtuales, componen el programa. Sesiones de asesoramiento; cursos de inglés, análisis de la mujer en el mercado laboral, emprendimiento como opción personal, formación en TIC; talleres de networking y seminarios de igualdad son algunas de las actividades. Además, si alguna de las participantes tiene una idea de negocio con la que quiere empezar, se le orienta y se le dan contactos para que pueda lograr sus sueños.

Esta edición de Univergem, cuyo plazo de inscripción ya se ha cerrado y que cuenta con 50 plazas, es la segunda que se celebra tras el éxito que acompañó a la primera. La necesidad de crear un proyecto como este nace de la existente e indudable brecha de género y el famoso techo de cristal. «La dificultad y exigencia que sufren las mujeres para poder acceder a puestos de mayor responsabilidad es todavía evidente», apunta María Ángeles Valverde.

«Nosotras tenemos que creérnoslo». Así resume la jefa de Sección del Servicio de Empleabilidad y Emprendimiento de la UMA uno de los principales lastres. Sin olvidar las desigualdades que aún persisten. Además, destaca la falta de apoyo institucional para poder cambiar y hacer frente a estos roles: «Superados estos problemas, nadie nos para», añade.

La educación, clave para lograr la igualdad en el panorama laboral, no juega aún el papel decisivo que tendría que hacer: «No hay menor preparación en una mujer, no hay menor capacidad de ser competitiva, simplemente es la educación y las circunstancias sociales que nos rodean las que tienen que superar estas barreras», argumenta.

Valverde invita a buscar soluciones. Está claro que hay mucho camino por recorrer y la sociedad juega un papel importante, pero las mujeres son la clave, resume. «Muchas veces somos nosotras mismas las que nos perjudicamos sin darnos cuenta», dice.

Programas como éste generan un debate. Su responsable asegura que «hay mujeres que piensan que este tipo de actuaciones, lejos de ayudarnos, victimizan más a la mujer, pero yo no lo creo. Pienso que son necesarias porque de forma natural no se dan en la sociedad». «El momento ideal será cuando no haya que hacerlo, cuando no sea necesario. El día en el que no haya que hablar de techo de cristal no hará falta ninguna acción de discriminación positiva», añade.

En muchos casos, la desigualdad no se ve de forma tan clara. Por ejemplo, según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), las mujeres siguen cobrando en torno a un 20% menos que los hombres, pero esto no se ve reflejado en los contratos, argumenta Valverde.

El problema que sí se refleja con total claridad es la dificultad en los ascensos. Una mujer tiene que demostrar más para tener las mismas oportunidades que un hombre, según esta experta. «Son discriminaciones ocultas», explica. También incide en las diferencias en las entrevistas de trabajo. «Mientras que al hombre solo se le exige hablar de su vida profesional, una mujer tiene que soportar preguntas personales. ¿Es esto justo para las mujeres?», se pregunta.