Cuando las manecillas del reloj rozan las once de la mañana, la sede de la calle Bustamante ya está a rebosar. A las clases de español se suman las visitas y demandas de los usuarios que aguardan su turno a la entrada. Tras los cristales se observa como un grupo de usuarios recibe clases. Entre pasado y futuro perfecto, un presente no tan amigable. Una pareja toca a las puertas de la asociación junto a su hija. «Estamos en la calle, no tenemos donde dormir». La súplica pareció resonar en cada pared del centro.

Las situaciones que se dan a diario en la asociación no distan mucho de las que se producían treinta años atrás. Cuando Málaga Acoge fue fundada, la inmigración estaba muy presente en España, explica Juana, la voluntaria más longeva de la asociación. «Había falta de esfuerzos, era un tema de humanidad, de responsabilidad social y de hacerse cargo de los problemas de otros», rememora. En los años 90, las familias que arriesgaban su vida en el Mar Mediterráneo y conseguían llegar a las costas de la ciudad, pasaban días y días en el Puerto de Málaga, sin apenas asistencia. Esta situación se prolongó durante el tiempo suficiente para que levantara el interés de un grupo de abogados y trabajadores sociales, los primeros voluntarios de Málaga Acoge, relata Juana: «La asociación nace con un grupo de personas muy variopintas, de la escuela de trabajo social, de Cáritas, una religiosa de una congregación africana... y comenzaron a hacerse cargo del paso de personas por el Estrecho».

La actividad de Málaga Acoge se fue extendiendo y haciendo cada vez más notoria en la sociedad malagueña. Tanto es así que, con tan solo un año de vida, la asociación ya era considerada como la primera entidad malagueña destinada a la promoción de los inmigrantes en la provincia. En el año 1991 recibía , de manos de la Asociación Derecho y Democracia, el Premio Plácido Fernández Viagas, por su labor en pro de los derechos de los inmigrantes. Los premios se fueron sucediendo al tiempo que la actividad de Málaga Acoge se extendía. El Premio a la Labor social más destacada o el Premio de Voluntariado en la modalidad de Igualdad de Derechos son algunas de las condecoraciones destinadas a la asociación, debido a su labor de facilitar el acceso de la población inmigrante a los servicios básicos.

La asociación tuvo muy buena acogida y se fue haciendo más notoria en Málaga, asegura Juana, que explica cómo el voluntariado siempre ha jugado un papel fundamental en la organización: «Su presencia mantiene la memoria de los orígenes. No es que haya que estar haciendo lo mismo que al principio pero hay una filosofía que no se puede olvidar».

Esta es la esencia de Málaga Acoge, una organización que nació con un marcado objetivo, que sigue llevando por bandera a día de hoy. Agustín Olías, secretario de la Junta Directiva asegura que la entidad ha evolucionado a medida que lo hacía el mundo y los problemas de la inmigración. De este modo,De este modo, la asociación se fue profesionalizando e institucionalizando. Más de 160 personas voluntarias conforman hoy Málaga Acoge y prestan sus servicios, a diario, en esta entidad. «No buscamos una autocomplacencia, es muy gratificante la relación con estas personas», asevera Juana.

Para los miembros de la asociación, estos han sido tiempos de búsqueda de alternativas y de no renunciar a sus ideales. Y, aunque ahora celebran con orgullo sus treinta años de historia, aseguran que «lo interesante es que no hubiera sido necesario estar 30 años trabajando en esto porque no hubieran muertos en el Mediterráneo, no existiesen los CIES o el fenómeno de la inmigración estuviera normalizado en la sociedad».

Rompiendo barreras

La actividad de Málaga Acoge se divide en tres áreas diferenciadas: social, educación y laboral. Dentro de ellas, la entidad ha dedicado estos treinta años a desarrollar una amplia variedad de programas, encaminados a facilitar el acceso de las personas migrantes a los servicios y los derechos básicos de la ciudadanía.

Los perfiles y las necesidades de los usuarios de la entidad son del todo diversos, por lo que cada grupo de acción dirige sus esfuerzos a resolver problemáticas muy marcadas. Dentro de los proyectos más destacados de Málaga Acoge se encuentra 'De Jóvenes', un programa dedicado a los jóvenes extutelados: «Tiene razón de ser debido al incremento de usuarios que salen de los centros de acogida cuando cumplen 18 años y se encuentran en la calle», explica Agustín. La asociación trabaja con estos jóvenes y enfoca todos sus esfuerzos en buscarles una vivienda y, posteriormente, en formarles para que puedan acceder a un puesto de trabajo.

Estos dos aspectos, explica el secretario de Málaga Acoge, son fundamentales dentro del grupo de acción social. En él, se presta especial atención a las familias monoparentales pero se atiende a cualquier persona que esté en riesgo de exclusión social o en situación de calle. En este sentido, lo primero que se realiza desde la asociación es lo que se conoce como primera acogida, pasando a formar parte de uno de los tres pisos de acogida de la asociación en la provincia. Sin embargo, advierte Olías, estos pisos son de estancia limitada y tienen que abandonarla en un máximo de doce meses. En este periodo de tiempo «hay que buscarle una salida a su situación». Con este objetivo comienzan las acciones encaminadas a la búsqueda de empleo. Se inicia entonces una formación básica destinada a encontrar, cuanto antes, un puesto de trabajo.

Las diferencias culturales e idiomáticas son otras de las trabas que se les presenta a las personas inmigrantes que llegan a la ciudad. «En Málaga Acoge rompemos la barrera de la incomunicación», explica Carmen Espeja, coordinadora de las clases de español en la asociación. Junto a Luisa María, profesora en la asociación, inciden en la importancia del dominio del idioma. «Si al aislamiento que una persona puede sufrir fuera de su tierra, le sumas que no sabe lo que se habla a su alrededor, imagina el nivel de soledad», explican. Es por ello que desde Málaga Acoge trabajan las claves para aprender español «y rápido».

Más de 160 personas acuden a diario a clases de español a Málaga Acoge. En estas clases, además de los tiempos verbales y las pautas ortográficas básicas, estas profesoras les enseñan a defenderse en la vida: «Yo no me puedo limitar a enseñarles los verbos, tengo que enseñarles a ir a un Mercadona o rellenar un impreso», asevera Luisa María.

Tendiendo puentes

Málaga Acoge cumple treinta años y su labor sigue tan vigente como el primer día. Tender puentes entre las personas, entre la comunicación. Abrir las puertas que bloquean el paso a tantas personas. «A mí no me han preguntado por qué he nacido aquí y ellos allí. Por qué yo tengo derechos y ellos no tienen nada. Todo esto me lo pregunto a diario, por eso estoy aquí», relata Luisa María.

El día a día de una persona inmigrante, explica Juana, es muy complicado, tienen que sobrevivir. Muchas han sido las personas a las que la asociación ha acompañado a lo largo de estos años. Ver como salen de la asociación, comienzan a caminar solos y consiguen sus propias metas es el objetivo, el espíritu y la gran satisfacción de Málaga Acoge.

Nadie lleva tres años acudiendo a Málaga Acoge y asegura que la ayuda recibida por la asociación ha sido enorme. A día de hoy, esta usuaria acude dos días a la semana a clases de español y explica cómo su español ha mejorado considerablemente: «Me ayudan a hablar y a escribir. Para mí es muy importante porque vivo aquí y necesito aprender».