La visita a un yacimiento arqueológico o al Museo de Málaga evidencia que del pasado nos quedan retazos, muchos de ellos insospechados porque han sido fruto del azar.

Y así, el azar nos ha dejado, por ejemplo, la huella de un perro de la Prehistoria en las Cuevas del Araña, el asa de un ánfora fenicia, una lámpara de aceite romana, una hebilla visigoda... y afortunadamente, gracias al mármol, testimonios escritos, textos conmemorativos y funerarios y muchas esculturas, ya sean de próceres o de dioses.

¿Qué nos quedará de la Málaga de los últimos cincuenta años? Olvídense del soporte digital, que quién sabe si soportará el paso de los siglos y vayamos a lo tangible. Quizás localicen, dentro de 40 siglos, uno de los huevos gigantes de La Equitativa, los cimientos del Málaga Palacio o la primera planta del rascacielos del puerto, recubierta de coral y convertida en un punto turístico para los amantes de la pesca submarina.

Y sacarán a la luz, no les quepa duda, esculturas públicas de la Málaga de los siglos XX y XXI y, con un poco de suerte, puede que hasta explicadas en su contexto. Al hilo de estas palabras, dos conocidas esculturas las podremos ver pronto contextualizadas y listas para los arqueólogos del futuro, a finales de esta semana e inicios de la siguiente, informa el concejal de la Carretera de Cádiz, Luis Verde.

Traslado del busto de Mozart en La Paz

Traslado del busto de Mozart en La Paz

Se trata del monumento a la llegada del Hombre a la Luna, que abandonará la plaza Mozart, de la barriada de La Paz (aunque se parezca más a Beethoven, la verdad).

Por su parte el genio de Salzburgo ya ha dejado la isleta y será instalado en la plaza que lleva su nombre. Como esta semana ha explicado Luis Verde, se trataba de una antigua petición de la Asociación de Vecinos de La Paz, llena de lógica, porque qué menos que un busto a Wolfang Amadeus en la plaza de Mozart.

Además, el cambio de sitio acaba con el problema que presentaba el grupo escultórico de la Luna, obra de Marino Amaya y que estaba todo el día rozando con las ramas de un ficus y muchas veces quedaba semioculto por ellas.

La obra, una suerte de castellet infantil sobre el satélite de la Tierra, obligaba a podar el ficus de aquella manera.

Como algunos recordarán, en octubre hubo un primer intento de hacer efectivo este trueque, pero como explicó el concejal, al ver que la cimentación del busto de Mozart no era compatible y se podía romper, una máquina se ha encargado de cortar el enganche de la obra con la base.

Lo de Mozart en su plaza está claro, la presencia del monumento 'lunar' en La Paz se explica porque el barrio se inauguró en 1971, sólo dos años después de que los astronautas Aldrin, Collins y Armstrong pisaran la Luna. Dicho queda para los que excaven por estos lares dentro de 40 siglos.