A la doctora y divulgadora Odile Fernández le esperan decenas de personas tras su charla «Alimentación y vida saludable para la prevención de enfermedades» que ofreció hace unos días en Málaga gracias a La Opinión de Málaga, Prensa Ibérica y Grupo Zeta y en colaboración con Obra Social La Caixa. Todas quieren contarle sus vivencias, preguntarle qué pueden hacer ante tal situación o simplemente pedirle una fotografía o que le firme su libro. Su comunidad son sobre todo personas que tienen el cáncer cerca, aunque asegura que ahora también se cruza con madres primerizas que quieren lo mejor para sus hijos. No es para menos. Ya hace una década que se enfrentó a un cáncer de ovario con metástasis, un diagnóstico difícil en el que la alimentación jugó un papel clave para superarlo.

Vivimos en el momento que más información hay sobre la alimentación y sus efectos y, sin embargo, es cuando más elevada está la tasa de obesidad y se ligan más enfermedades a lo que comemos, ¿qué sucede?

Tenemos la información pero no tenemos conciencia del efecto nocivo que tiene a corto y largo plazo el comer mal, el ser sedentario, fumar o beber alcohol. Hasta que no llega la enfermedad nos creemos indestructibles y por desgracia no solemos hacer los cambios hasta que nos pasa. También es que por desgracia es muy barato y sencillo comer mal porque la comida ultraprocesada es barata, está accesible en cualquier supermercado y es muy fácil prepararla. Son las claves para comer insano.

«No tengo tiempo de cocinar» o «tengo que comer mucho fuera» son algunas de las frases que imperan ahora. ¿Qué hábito debe incorporar o eliminar ese tipo de población?

Es difícil y en una sociedad en la que tenemos que comer tanto fuera, lo ideal sería planificarnos. Hoy día, gracias a los robots de cocina podemos estar cocinando mientras hacemos otras cosas. Lo ideal sería planificar los menús y llevar el táper al trabajo. Pero si no, lo importante es ver las elecciones que hacemos. Si como fuera, mi elección tiene que estar basada en los vegetales y cremas como entrantes, y no pedir salsas, no añadir azúcar al café, ni patatas fritas como suele ocurrir o cambiar la carne por pescado o tortilla. Lo ideal es planificar pero si no, hacer elecciones de un menú saludable y pensar dónde voy a comer. No es lo mismo un buffet libre que un sitio de comida casera donde se mime el producto.

¿Qué producto o productos no deberíamos tener en casa y tomar realmente de vez en cuando?

Uno en concreto no sabría decir pero quizá los refrescos tipo colas, que muchas veces lo tenemos ahí y los tomamos más de la cuenta. Mucha gente en vez de tomar un vaso de agua se toma un vaso de Coca-Cola. Los refrescos tipo azucarados o los zumos son una de las primeras cosas a eliminar y sustituir por agua.

Las investigaciones actuales apuntan a una relación entre la flora intestinal y posibles enfermedades.

En el intestino hay millones de bacterias y según qué tipo de bacterias predominen tendremos una flora intestinal beneficiosa, que va a trabajar para nosotros, o una flora patógena que va a trabajar en nuestra contra. Si tenemos más bacterias patógenas que beneficiosas, se ha visto que el sistema inmune está más debilitado, funciona peor y somos vulnerables a virus y bacterias. Además, no se absorbe de manera adecuada los minerales y vitaminas y somos más vulnerables a la absorción de sustancias tóxicas procedentes de la comida. Se ha visto que eso nos conduce a mayor riesgo de enfermedades relacionadas con el estado de ánimo como es la depresión, el cáncer y las enfermedades cardiacas. Por eso decimos que cuidando la flora intestinal podemos prevenir enfermedades y ¿cómo se puede mejorar nuestra flora? Cambiando nuestra dieta y metiendo mucha fibra que está en la legumbre, cereal integral, fruta o verdura; introduciendo alimentos probióticos como puede ser el yogur, el queso de leche cruda, la aceituna aliñada, encurtidos, el chucrut o alimentos prebióticos que ayudan a esa flora, como puede ser el plátano o el ajo. Hay que reducir el consumo de carne, que es pobre en fibra; el de los medicamentos, los anticonceptivos, el tabaco y el alcohol, que también alteran la flora intestinal.

¿Se puede afirmar que la alimentación es nuestra principal herramienta de prevención?

La alimentación es la base de la prevención. En el caso del cáncer la alimentación es responsable del 35 por ciento de los tumores. En el caso de la depresión, se ha visto que las personas que comen mal de manera habitual, tienen más depresión que cuando comen en casa. Entonces sí, podemos prevenir muchas enfermedades, igual que infecciones víricas y bacterianas; menos resfriados, menos gripes y la obesidad también se relaciona con la alteración de la flora intestinal o para controlar el peso también sería muy importante cuidar la flora.

España es el país más longevo por detrás de Japón, ¿vamos a seguir en ese podium si seguimos alimentándonos así?

Parece que seremos la primera generación que vivirá menos que sus padres, según los estudios. Actualmente se estima que de los recién nacidos en España, uno de cada dos tendrá cáncer en su vida. Somos un país longevo porque todavía no hemos perdido toda nuestra esencia mediterránea y hasta los años 60 se comía aún mediterráneo. Los cambios en alimentación no tienen un efecto de un día para otro, sino que es a lo largo del tiempo. Nosotros hemos cambiado nuestros hábitos desde los años 60 y vemos que cada vez hay más enfermedades cardiovasculares, obesidad, diabetes y la esperanza de vida se reduce. Es verdad que hay muchos avances médicos y que vivimos mucho pero no vivimos con buena calidad y eso es uno de los principales problemas.

¿Es caro comer sano?

Por desgracia es más caro que comer insano pero cuando alguien dice que no se puede permitir estos alimentos, si empiezas a quitar esos refrescos o bollería se te queda mucho dinero para la comida saludable. Es verdad que la fruta y el pescado es más caro que comer ultraprocesados, no puede ser que un menú de comida ultraprocesada te cueste dos euros con patatas fritas, refresco y hamburguesa y, sin embargo, un plátano nos cueste tres euros el kilo. Los productos saludables deberían estar subvencionados y no ser más caros que comer insano y eso es también parte del Gobierno. Si se pusiera un impuesto a los alimentos azucarados se consumirían menos.

Islandia eliminó hace ya una década los McDonalds. ¿Cree que España llegaría a tomar alguna medida en este sentido?

En España nos cuesta y pocas comunidades autónomas se han puesto las pilas. Fuimos los primeros en tener un anteproyecto de ley contra la obesidad infantil pero con el cambio de gobierno se quedó ahí. Andalucía hizo ese anteproyecto, Cataluña ha puesto un impuesto a las bebidas azucaradas y poco más. La información está ahí, la Organización Mundial de la Salud recomienda a los Gobiernos que pongan en marcha políticas sanitarias destinadas a promover una alimentación más saludable pero todavía se hace muy poco. Los supermercados están llenos de comida insana y barata, las cadenas de comida rápida regalan juguetes para que los niños coman insano y eso debería estar prohibido. Las máquinas expendedoras de los hospitales son de comida insana cuando tú vas a un hospital porque quieres recuperar tu salud y se permite que comas mal y los menús son bastantes pésimos. Poco se hace.

Y a nivel sanitario, más allá de la consulta con el endocrino, ¿se le da a la alimentación el papel que tiene?

En general no, ni siquiera los oncólogos que saben la importancia que tiene la alimentación entre los enfermos oncológicos, o los cardiólogos. Sí que es verdad que en los últimos años la cosa está cambiando y cada vez se empieza a realizar charlas para enfermos sobre hábitos de vida saludable pero curiosamente no las suelen organizar los hospitales, son las asociaciones de enfermos. La sociedad está cambiando más rápido que las políticas sanitarias y también está bien que seamos los pacientes y la sociedad los que lideremos este cambio.

Su comunidad está muy concienciada, ¿qué le diría a esos que tachan de extremista a los que optan por cambiar sus hábitos?

Suele venir la gente que está más concienciada y por eso estoy empezando a dar conferencias en los institutos porque esos niños son los que más le cuesta cambiar, pero cuando empiezan a concienciarse son los que cambian a sus padres. ¿Qué les diría a esas personas? Cuando yo empecé hace diez años con este cambio y a escribir, es verdad que era la friki, la extremista pero ves como este movimiento de comida saludable va creciendo. Cuando la gente prueba a hacer algunos cambios se siente mejor y arrastran a otros. Cada vez hay más información, más conciencia, y más personas que suben al carro de lo saludable. Poco a poco iremos cambiando. La gente que empieza a hacer cambios como se siente tan bien no suele volver a los malos hábitos y esa es la recompensa.