Tras el inicio de la tramitación de la ley de Eutanasia, las reflexiones de Eva Camps confirman que la suya es una de las voces más curtidas en Málaga para reaccionar sobre lo acontecido en el Congreso de los Diputados el pasado martes. Sus impresiones parten de su propia experiencia vital y reflejan las reivindicaciones y la lucha para lograr la despenalización de la eutanasia que le dan sentido a la existencia de la asociación Derecho a Morir Dignamente (DMD), a la que representa en esta provincia.

¿Con qué sensaciones está viviendo el inicio de la tramitación de la ley de eutanasia?

En Derecho a Morir Dignamente, estamos bastante contentos. La asociación tiene 35 años y llevamos mucho tiempo luchando por esta causa.

¿Qué echa en falta Derecho a Morir Dignamente en los planteamientos que ha aprobado el Congreso de los Diputados?

Una de las cosas que sobraría es el control previo. En toda la legislación internacional que ya existe y la experiencia de los Países Bajos, Luxemburgo, Suiza, algunos estados de Estados Unidos o Colombia, no existe este control previo. Consideramos que el control previo, que es un tercer filtro de la proposición de ley del PSOE, puede derivar en un boicot dentro de la propia ley porque lo hacen las comunidades autónomas. Y dependiendo de la ideología que gobierne, entendemos que puede haber comunidades más libres y menos libres. Además, ese control previo se sale por completo de la relación médico-paciente. En un proceso terminal, es fundamental el conocimiento del paciente, del médico, de qué adolece, de qué no...

¿Siente que la despenalización será, al fin, posible en España?

Sí. Creo que es el año de la ley de eutanasia. No sé si será por el verano, como han dicho en el Congreso de los Diputados que puede ser. De todas formas, en un año creo que los trámites estarán listos. Por fin podremos ser libres hasta el final.

¿Qué le diría a quienes demonizan la eutanasia?

Lo hemos sufrido desde que existimos y, últimamente, estamos escuchando acusaciones y sintiendo un desprecio hacia nuestra posición, que es simplemente defender la libertad y el respeto. Exijo el mismo respeto que yo le tengo a las personas que tienen ideologías, religiones o creencias por las cuales nunca acudirían a solicitar una eutanasia. Es una cuestión de libertad y respeto. El Código Civil no puede penalizar por las creencias de unos pocos. El que tenga esa creencia, que no la practique y punto. Es lo mismo que ha pasado con el aborto, con la ley de matrimonio igualitario o con el divorcio. Lo malo es que nos demonizan, se meten con nosotros, nos ningunean y luego, una vez que la ley empiece a funcionar, seguro que alguno la practica. Además, les diría otra cosa. Ayudar a la gente a morir se ha hecho en todos los sitios del mundo y desde siempre. No es una cosa nueva que nos estemos inventando. Lo malo es que la gente tiene que acudir a la clandestinidad. Nosotros queremos que sea una opción del sistema sanitario público que nos hemos dado entre todos y que tenga todas las garantías. Tanto para las personas que lo van a solicitar como para los profesionales que van a tener que realizarla.

¿Cuándo y por qué se embarcó en la lucha que reivindica el derecho a morir dignamente?

Casi todos y casi todas los que formamos parte de esta asociación - en España somos más de 7.000 y en la provincia de Málaga 108- lo hacemos porque hemos tenido una mala muerte cercana o, a nivel profesional, hemos estado vinculados con la muerte de alguna manera. Yo me vinculé con la asociación por la mala muerte y la enfermedad terrible y larguísima que sufrió mi madre, Carmen Olmedo Checa. La experiencia fue bastante traumática. Mi madre, con 54 años, empezó con una demencia y no encontré ayuda en ningún sitio hasta cinco años después de empezar la enfermedad. Y la encontré en esta organización. Yo trabajo, lucho y dedico mucho de mi tiempo libre, cuando no estoy trabajando, para que nadie sufra lo que mi madre, mi hermano y yo sufrimos.