A Pilar Granelli le basta saber el año aproximado y el lugar de expedición del Documento Nacional de Identidad: «Tú eres un 44 millones, ¿verdad?». No quiere ser el centro de atención, pero sus compañeros del Servicio de Documentación de Españoles de la Comisaría Provincial coinciden. En Málaga, y muy probablemente en el resto de España, no habrá quien sepa más del DNI que la jefa de Sección, que lleva desde 1978 trabajando en este departamento de la Policía Nacional. Quién mejor que ella para charlar sobre esa tarjeta que asigna a cada ciudadano un número que le acompañará eternamente y que este año celebra su 75 aniversario en España, aunque en Málaga es un poco más joven. Si su fecha de nacimiento oficial es la del decreto del 2 de marzo de 1944, el primero expedido en la capital es de septiembre de 1951. En la zona rural, en febrero de 1962, apunta Granelli. Tanta historia es el secreto de la juventud del DNI, que pasa por un gran estado de salud. «España es una referencia internacional en el sistema de identificación de los ciudadanos», asegura la inspectora y jefa de Servicio María Victoria Martín, quien añade que Málaga es uno de los bancos de pruebas en esta materia a nivel nacional cada vez que hay novedades tecnológicas. Cuando el modelo de tarjeta cambia, Pilar es la primera en estrenarlo en la capital.

El servicio está asignando actualmente números del 77 millones y, hasta no hace mucho, del 8 millones. «No, los números bajos no son de personas fallecidas. Son cupos que nunca se han utilizado. Cada número es personal, intransferible y sólo se usa una vez», aclara Martín. De media, el equipo realiza alrededor de 6.500 gestiones mensuales (carnés nuevos, renovaciones y gestiones por pérdida). Esto sin contar con los pasaportes, unos 130 al día. La inspectora destaca la labor que el grupo realiza desplazándose a las viviendas de personas con problemas de salud o movilidad reducida, y a los pueblos de toda la provincia, adonde también se traslada la unidad móvil cuando los ayuntamientos forman grupos de ciudadanos que requieren el servicio.

Mucho ha evolucionado el DNI desde que comenzara su andadura en nuestro país. Cuenta Pilar que la primera referencia que se hace de este carné es la Ley de 19 de enero de 1943 por la que se suprimieron las Cédulas Personales, su antecesor, si bien no fue hasta el 2 de marzo de 1944 cuando se publicó el Decreto por el que se formalizaba en España un único documento de identidad para cada ciudadano. En la capital comenzó su andadura en la comisaría que en 1951 acogía el histórico Palacio de Villalcázar, en la calle Cortina del Muelle, edificio que actualmente acoge la Cámara de Comercio. El primer libro de registros del DNI en Málaga data de septiembre de ese año, cuando los malagueños hacían largas colas que recorrían las escaleras del palacio hasta llegar al despacho de registros de la planta superior. «Sobre todo durante la amnistía que se dio en 1964 para que todo el mundo se sacara el DNI y el pasaporte sin pagar los recargos por retrasos», recuerda Granelli.

El primer modelo fue el de color verde (1951-1961) que, además del sexo, detallaba la profesión, empleo o cargo y la emblemática huella dactilar que no desparecería hasta 1990. A mediados de los sesenta, el estado ruinoso del Palacio de Villalcázar y el riesgo que suponía la recepción de tantas personas al día, obligó a trasladar las dependencias policiales a la Aduana, sede de la Subdelegación del Gobierno y donde las colas no tardaron en dar la vuelta al edificio que hoy acoge el Museo de Málaga. Luego llegó el modelo azul (1962-1965), que incorporó el estado civil y grupo sanguíneo, y sus diferentes versiones entre 1965-1980, 1981-1985 y 1985-1991, sin olvidar el modelo que se expedía a los saharauis bajo la soberanía española durante la dictadura. A mediados de los ochenta, Documentación pasó a las dependencias policiales de la calle Cuarteles. José Carlos Sánchez, otro veterano del departamento, recuerda cómo los ciudadanos preferían limpiarse la tinta del dedo índice arrastrándolo en la pared en lugar del trapo que tenían para ello. Ya en 1991, la sede central pasó a la actual Comisaría Provincial, en la plaza Manuel Azaña. Desde un año antes, ya estaba vigente el DNI que supuso un gran cambio por la llegada el sistema informático, la reducción de tamaño y por no incluir la impresión de la huella. A partir de 1996, llegan las fotos en color y el formato evoluciona ligeramente entre 2000-2006. Entonces llega el gran salto tecnológico, el DNI electrónico con un chip en el anverso que en la última versión (2015), el DNI 3.0, pasó al reverso con interfaz dual que permite la conexión mediante hardware y de forma inalámbrica a través de la tecnología NFC (Near Field Comunication). Entre sus múltiples funciones se encuentra la antena de radiofrecuencia que permite que cualquier dispositivo con tecnología NFC (hasta ahora sólo Android) actúe como lector de tarjetas sin necesidad de dispositivo adicional.

«Nunca olvidaremos cuando vino Chiquito de la Calzada»

Diecinueve minutos es lo que tardó un ciudadano en perder su DNI después de renovarlo en la comisaría. Un récord. «El documento se creó a las 17.51 y el tipo volvió a las 18.10», recuerda Juan Carlos Jiménez, uno de los trabajadores del Servicio de Documentación de Españoles de la Comisaría Provincial. Pilar, María Victoria y José Carlos han pedido a Juan Carlos que se sume a la entrevista porque saben que tiene escritas las principales anécdotas que el paso de 300 personas al día por estas oficinas dejan a lo largo de los años. Las fotos son un clásico. Muchos usuarios intentan colar imágenes de la renovación anterior o más antiguas, incluso. El equipo recuerda a una mujer que trajo unas que se pudo hacer 15 años antes y alegó que estaba igual de joven. «Sangre azul», respondió un ciudadano sobre su grupo sanguíneo. Una ciudadana preguntó a los funcionarios como podía renovarle el carné a su marido sin que él se enterara porque se lo quería regalar por su cumpleaños. «Me he cortado tanto las uñas que ya no tengo ni huella», exclamó otro cuando le tomaron la dactilar. Uno que había extraviado el DNI aseguró que quería renovarlo por estrabismo. ¿Antonio Machado?, preguntó un trabajador a una chica para confirmar si esa seguía siendo su calle: «No, me llamo Verónica». Hay quien ha intentado obtener un carné de identidad para su perro, renovárselo a personas fallecidas y sacarse el «DNI eléctrico» en lugar del electrónico.

También están los caraduras. Los que llegan con mucha prisa y sin cita previa como el resto. Una mujer fue capaz de reservar allí mismo un vuelo para que la atendieran. Y claro que hay casos urgentes que se sacan adelante, como viajeros que pueden perder su avión por tener el carné caducado o que no han contado con que sus hijos lo necesitan para volar. O un caso reciente en el que una pareja que se dirigía al juzgado para casarse se presentó con la necesidad de renovar uno de sus carnés para que el enlace civil culminara. Pero si hay un día que todos los funcionarios recuerdan, ese es el día en que Chiquito de la Calzada fue a cumplir con su obligación civil de actualizar su documento: «Nunca lo olvidaremos, fue un espectáculo. Actuó para nosotros desde que llegó hasta que se fue».