«Creo que se puede vivir de la música y el arte. Es difícil vivir haciendo una cosa pero si haces varias, te mueves y estás activo pienso que sí», comenta Javier Gómez Bello.

Este malagueño de 42 años, del barrio de Huelin, sabe de lo que habla porque el arte y la música ya los sentía con cinco años, cuando actuaba en el coro del Colegio Eduardo Ocón con una pequeña Diana Navarro. «Luego seguí en el coro del instituto y comencé a interesarme por otras músicas, empecé a tocar la guitarra, a hacer también mis canciones y a tocar en grupos de rock».

Javier es además nieto de un histórico de la gaita gallega, el compostelano Juan Bello Mallou, fallecido en 2014 y considerado uno de los grandes de este instrumento, así que el malagueño es uno de los escasos andaluces que la domina a la perfección, de ahí que forme parte del grupo Gaitas del Sur, que reúne a gaiteros que viven en Andalucía.

Y fue la gaita la que le abrió la posibilidad de tomar otro rumbo en la vida porque como explica, nada más terminar Historia del Arte en la UMA «me fui a Londres, como mucha gente, porque no lo veía claro, porque siempre he hecho muchas cosas pero sin saber dónde centrarme... después descubrí que ese era mi potencial», ríe.

En la capital inglesa tocó la gaita gallega en la calle y al volver a España decidió que se dedicaría a la música. «Conocí una compañía de Granada que estaba buscando músicos y estuve muchos años tocando la gaita en pasacalles, mercados medievales y bodas».

La gaita, por cierto, le condujo a aprender a tocar la flauta travesera. «Quizás la aprendí porque me daba la oportunidad de tocar otro instrumento de viento, pero con unos matices más suaves, más discretos... la podía tocar en casa», ríe.

De las murgas a los coros

Mientras, iba componiendo sus propias canciones y empezó a dirigir comparsas y murgas del carnaval de Málaga y de otros puntos de la provincia. «Los carnavaleros son muy divertidos pero se portan mejor los de los coros», aclara. Y lo cuenta porque esa dirección de grupos le condujo, a su vez, a dirigir coros. De hecho, la charla con La Opinión tiene lugar en el Instituto Gaona, poco antes de empezar el ensayo con el Coro del Gaona. Además dirige otros cuatro: el coro del centro social y cultural La Nave; el de la Asociación de Vecinos del Palo; un coro de gente mayor en Echeverría del Palo y otro más en Fuengirola.

«Cantamos músicas tradicionales, también en otros idiomas, como en griego, en gallego por supuesto, zulú o suajili...», enumera y explica que en todos ellos «no se hace ningún tipo de prueba vocal, la idea es integrar a la gente y tratarla con cariño, porque quieren disfrutar de la música, aunque no tengan unas cualidades innatas».

En ocasiones, el director malagueño se atreve a estar al frente de las cinco formaciones a la vez y entonces toman el nombre de La Mar de Voces, con cerca de un centenar de cantantes. Con este gran coro ha actuado en escenarios como el antiguo Conservatorio María Cristina o el Teatro Cervantes y tampoco faltan en la Noche en Blanco en el patio del Gaona.

Pero aquí no acaba la ‘pulsión’ artística de este malagueño que tiene cinco discos y que es uno de los integrantes de ‘Los Malagatos’, una agrupación de folclore malagueño que recupera los cantes de maragatas, que como explica, son el vestigio de una secular repoblación de leoneses, originarios de la comarca de la Maragatería, en la provincia de Málaga.

«Recuperamos esas canciones populares, muy sencillas, que se cantan dando palmas y que nosotros musicamos», explica.

El Festival de Cine en Español de Málaga también ha sido testigo de sus habilidades artísticas porque Javier Gómez Bello ha podido estrenar algunos de sus cortos, como ‘The Polar Silence’, rodado en Laponia, y que ha recibido varios premios en certámenes. El malagueño es además uno de los organizadores del festival de cortos del Palo.

Por todo este bagaje, a los que tienen vocación artística les anima «totalmente» a dar el paso y así vivir mil vidas. Como él.