El alcalde, Francisco de la Torre, fue contundente hace apenas unas semanas al enterrar el debate sobre la implantación, o no, de una tasa turística en la capital que ayudase a implementar políticas de sostenibilidad, dado que ese dinero iría a inversiones finalistas. Los hoteleros y los hosteleros están en contra y el sector mira con reticencia los intentos que se hacen en otras comunidades y consistorios. Por cierto, apenas unos días antes de que el regidor rechazara abrir la caja de Pandora, la edil de Turismo, Rosa Sánchez, había dicho públicamente que la ecotasa estaba en estudio y que se abordaría en el Foro de Turismo. Es más, adujo informes encargados a una empresa consultora por el departamento que dirige para tratar de clarificar la controversia. Lo cierto es que al menos dos de esos estudios, que son comparativos y que ponen en relación cómo se aplicó la tasa en destinos nacionales e internacionales, dejan clara una cosa: el hecho de que entrara en vigor no supuso una caída en el número de turistas ni en las pernoctaciones, salvo retrocesos mínimos y puntuales. Todo es matizable, pero los números están muy claros, a tenor de lo que se colige de estos documentos, a los que tuvo acceso este periódico.

Así, en el caso de las Islas Baleares, se impuso la tasa turística con la Ley 2/2016 y se modificó en enero de 2018, para subirla en la temporada alta y mantenerla en la baja. El objeto era la protección, preservación y recuperación del medio, financiar proyectos para promocionar el turismo sostenible y de temporada baja, recuperar el patrimonio histórico, alquileres sociales, etcétera... El importe se carga por las empresas de alojamiento (hoteles, pensiones, hostales, alojamientos de turismo rural, albergues, embarcaciones de crucero turísticas cuando hagan escala en puerto, apartamentos y viviendas turísticas) en las facturas que cobren a sus huéspedes. Luego, esas sumas se repercuten al Gobierno balear.

Casos nacionales

En temporada alta, se cobran entre uno y cuatro euros (según las estrellas del hotel) y en la baja, entre 0,25 y un euro. El obligado realiza cuatro liquidaciones trimestrales para ingresar las cuotas. Así, desde que se impuso la tarifa en 2016, el número de viajeros pasó de los 9,87 millones de ese ejercicio a los 10,16 de 2017 (+2,90) y a los 10,23 de 2018 (+1,27). Las pernoctaciones subieron entre 2016 y 2017 desde los 58,71 millones a los 59,37 millones (+1,13%), bajando un leve 0,22% entre los años 17 y 18.

En Cataluña, se aplicó la tasa en la Ley 5/2012, para ser modificada con la Ley 5/2017. El fin era gravar la singular capacidad económica de las personas físicas puesta de manifiesto con la estancia en establecimientos turísticos y preservar y mejorar los recursos turísticos catalanes, así como compensar impactos negativos del turismo masivo. Los encargados de cobrar la tasa son los intermediarios de las empresas turísticas de alojamiento, así como todos los profesionales, empresas, entidades u operadores de plataformas tecnológicas que comercializan servicios turísticos. Lo pagan los hoteles, las viviendas de uso turístico, los cruceros y otros. Varía según se trate de Barcelona o el resto de Cataluña. Además, existe una tarifa especial para establecimientos situados en un centro recreativo turístico, que admita actividades de juego. En Barcelona, va de los 1,1 a los 2,25 euros; en Cataluña, de los 0,45 a los 2,25 euros. La tarifa especial oscila entre los 2,50 y los cinco euros.

En el caso catalán, desde que se impuso la medida la cifra de turistas sólo cayó entre 2012 y 2013 un 0,18%, hasta los 16,2 millones de viajeros, pero luego creció a razón del 3,49% (2014), 5,44% (2015), 7,96% (2016), 3,55% (2017) y un 1,36% (2018), hasta alcanzar ese último ejercicio los 20.041.105 viajeros. La evolución global entre 2012 y 2018 desde la implantación de la tasa en Cataluña fue del 23,43% y en las Islas Baleares, del 4,20% (2016/2018).

Las pernoctaciones, en ambos destinos, crecieron siempre, salvo ligeros retrocesos entre 2017 y 2018 del -0,90% en Cataluña y del -022% en Baleares. Así, la evolución global en Cataluña de las pernoctaciones entre 2012 y 2018 fue de un crecimiento del 17,22%; en Baleares, entre 2016 y 2018 crecieron un 0,91%.

En relación a las ciudades europeas, Berlín la implantó en 2014 y hasta 2018 el número de viajeros creció un 13,74% y las pernoctaciones, en el mismo periodo, un 14,58%; Hamburgo la impuso en 2013 y el número de viajeros entre ese año y 2018 se elevó un 22,07%, mientras que las pernoctaciones subieron en ese periodo un 25,22%; en Viena, la ecotasa llegó en 2016 y hasta 2018 el número de viajeros creció un 12,22%, mientras que las pernoctaciones se incrementaron un 13,6%.

Bruselas la implantó en 2017 y la evolución de las pernoctaciones entre 2017 y 2018 fue del 3,26%; la ciudad croata de Dubrovnik fue pionera a nivel mundial, tras implementar las tasas en 2009. Así, la evolución de los viajeros entre 2011 y 2018 fue del 108,78%; la de las pernoctaciones se situó en el 88,33%.

París la implantó en 1994 y la evolución de los viajeros entre 2010 y 2019 fue del 8,81%, mientras que las pernoctaciones subieron un 5,69%; en Budapest, se impusieron en 2011, y los viajeros han crecido entre ese ejercicio y 2018 un 59,52%, y que las pernoctaciones han subido en el periodo de referencia un 56,81%.

Otros casos

Hay otros cuatro casos analizados por la empresa consultora del Consistorio: en Roma se impuso en 2011 esta tasa, creciendo los viajeros hasta 2018 un 33,17% y las pernoctaciones, un 28,34%; en Ámsterdam los datos disponibles apuntan a una evolución positiva de los viajeros del 22,87% entre 2016 y 2018. En Lisboa, se abogó por la ecotasa en 2016, de forma que los viajeros crecieron un 16,55% entre 2016 y 2018 y las pernoctaciones, un 16,86% en el mismo tiempo. En Praga comenzó a cobrarse en 2003, de forma que entre 2010 y 2018 el número de viajeros experimentó un aumento del 66,38% y las pernoctaciones, del 50,56%.

Como pueden ver, salvo años puntuales en los casos de Baleares y Cataluña, en todos los destinos internacionales continuaron creciendo los turistas y las pernoctaciones, con incrementos acumulados muy notables. De cualquier forma, en Málaga el debate, por ahora, se ha enterrado.