Comentaban hace unos días dos amigos del Museo de Málaga que les resultaba demasiado encajonado y periférico el emplazamiento de los Almogávares en el Palacio de la Aduana.

Se trata de la obra invitada del Museo de Málaga, obra del escultor malagueño (de Villanueva de Algaidas) Miguel Berrocal, que puede disfrutarse hasta mediados del mes de mayo junto al patio del museo, en uno de los grandes pórticos.

Sin duda, esos yunques originarios de las bélicas Ardenas belgas, transformados en guerreros de la Antigüedad, merecen la pena contemplarse y resumen muy bien la maestría del artista.

En cuanto a las quejas por el emplazamiento, lo cierto es que las obras de Berrocal en Málaga han tenido siempre un destino dispar. Y así, el Ayuntamiento de Málaga acaba de restaurar casi en su totalidad la fuente de Berrocal en Pinos del Limonar, cuya colorida pieza central, el bodegón escultórico, había terminado, aparte de descolorida, siendo blanco de mamíferos bípedos con más mala leche que un tártaro.

Como saben, el decreto de sequía de 1995 secó la fuente y fue convertida muy a su pesar en pista para monopatines por los más audaces, con los daños colaterales que conocemos.

También en los Jardines de Picasso su monumento de homenaje a Picasso, 'Siéxtasis', ha sido no sólo escenario de juegos infantiles, como quería el escultor, sino también de inscripciones a modo de pintadas y rayas chamánicas, como si alguien quisiera llevarse a casa un poco del monumento. Bronce rallado.

Hace unos meses, esta sección volvía a hacerse eco de su regular estado de revista, quizás porque el sitio, rodeado de tierra, provoca que en cuanto llueve se llene de las salpicaduras de barro, amén de las cíclicas pintadas.

Los Jardines de Picasso, la zona verde recuperada para Málaga de la antigua fábrica de La Aurora, fueron sin duda los jardines de la Transición, pero también es cierto que ni son los más transitados ni la obra de Berrocal se encuentra en el mejor de los emplazamientos. Más bien luce en un lugar bastante discreto.

Todo esto viene a cuento porque un amable lector se ha puesto en contacto con esta sección para proponer que la espléndida obra que homenajea a Picasso salga de su discreta vida, parapetado en los jardines de la Aurora, con vistas a que el Ayuntamiento estudie un nuevo emplazamiento: la Alameda Principal, aprovechando la peatonalización.

Lo cierto es que la idea no es nada desdeñable. Los dos cuerpos abrazados que esculpió Berrocal serían admirados por muchísima más gente, la escultura dejaría el entorno terrizo que tanto mancha el monumento y seguiría bajo la sombra de ficus centenario.

La propuesta es muy bonita y merecería que fuera estudiada por nuestro Consistorio. Una obra tan importante se merece un sitio espléndido.