A principios del pasado verano, la consejería de Salud y Familia de la Junta de Andalucía proclamó el inicio de los trámites para reconocer la especialidad de Salud Mental en enfermería en el Servicio Andaluz de Salud (SAS), un anuncio que venía a responder a una demanda histórica de los profesionales especializados en el tratamiento de esta patología, para ellos, "la gran olvidada" de la Sanidad pública.

El procedimiento pasaba por reconvertir plazas actuales de enfermería a la categoría de enfermera especialista en Salud Mental, una especialización que aparece en Andalucía por primera vez en 2016, con la creación de la categoría profesional de "enfermero especialista". Sin embargo, la viceconsejera de Salud y Familia, Catalina García, ya especificó que esta implementación se haría de forma progresiva, con una primera fase en la que se aplicaría solo en Unidades de Salud Mental Comunitaria, Salud Mental infanto-juvenil, de rehabilitación y hospital de Día de Salud Mental, lo que supone una implantación que cubre las necesidades de los pacientes a nivel de centro de Salud, excluyendo el ámbito hospitalario.

"En hospitalización, que es donde más falta hace la especialización, paradójicamente no van a cubrir con enfermeros especialistas, serían generalistas y barajan poner uno por cada 15 camas", denuncia Paco Durán, enfermero especialista en Salud Mental del Hospital Regional de Málaga y portavoz de la Plataforma de Enfermeros Andaluces Especialistas en Salud Mental en la provincia. "Cuando un especialista llega a una planta, moviliza toda la historia porque sabe qué tiene que hacer".

En una planta hospitalaria de Salud Mental, a parte de las rutinas propias del día a día de una enfermera, esto es, entre otros aspectos, administrar la medicación, controlar y cambiar sueros, hacer curas y atender al paciente a lo largo de su estancia, hay que cubrir otro tipo de actuaciones concretas. "Nosotros tenemos programas de adherencia al tratamiento, de conciencia de enfermedad, de empoderamiento, la presencia fundamental€ tenemos una serie de cosas que solo se hacen en Salud Mental y en las que se forma a los residentes que van a venir a ocupar esa plaza", explica Durán.

Para la Plataforma de Enfermeros, esta limitación del reconocimiento de la especialidad al ámbito comunitario supone un "agravio comparativo entre los compañeros especialistas que trabajan en los distintos dispositivos y una diferenciación importante para los pacientes que, dependiendo del lugar donde se encuentren en su periodo de recuperación de una enfermedad tan grave como la enfermedad mental son tratados de forma distinta".

El "basta ya" de los tutores

Este enfermero, Paco Durán, ha sido tutor de alumnos de EIR (Enfermero Interno Residente) en Málaga durante diez años, un puesto del que ha dimitido porque entiende que "no tiene sentido seguir formando" a futuros especialistas que no tendrán cabida en el SAS: "En esos 10 años, en mi hospital no se ha contratado ni uno solo de los que se han formado aquí. Y la mayoría han tenido que emigrar, o a Madrid, Cataluña, País Vasco, Extremadura€ como el resto de España donde está reconocida la especialidad". La dimisión de Paco Durán se suma a la de la mayoría de docentes de residentes de Enfermería de Salud Mental de Andalucía que, a modo de reivindicación, han dejado de formar a los residentes.

"Los andaluces estamos formando una media de más de 100 enfermeros especialistas cada año en Salud Mental. El problema es que cuando acaban se tienen que ir por ahí a trabajar porque en Andalucía no está reconocida la categoría laboral, pero sí la estudiantil", explica Durán, que calcula en torno a 8 y 10 alumnos egresados de esta especialidad en Málaga cada año.

Debido a las numerosas dimisiones en las tutorizaciones en Salud Mental, el propio Colegio de Enfermería de Málaga ha reclamado públicamente a la Consejería de Salud y Familias la "implantación total de la especialidad de enfermería de Salud Mental en Andalucía", ya que sin este reconocimiento no hay vinculación entre la especialidad para la que se forman los enfermeros y las plazas disponibles, forzando a los nuevos profesionales a "trabajar como enfermeros generalistas o a emigrar a otras comunidades en las que la especialización esté adecuadamente implantada".

La institución asegura que esta situación "provoca además un inasumible despilfarro de los recursos públicos para la ciudadanía andaluza", ya que el gasto público que invierte la Administración andaluza en la formación de especialistas "no redunda en el avance de la atención sanitaria a los pacientes que requieren estos cuidados".