1. Conozco desde hace años a un escritor que ha publicado varios libros sobre pandemias y escenarios como el que estamos sufriendo. "Me siento como si viviera en uno de tus libros", le saludo. Porque quizás como el creyente que busca al sacerdote para encontrar consuelo y comprensión en los momentos difíciles, he charlado con él una charla vía whatsapp. Y resulta que estamos los dos cagados de miedo. Me confiesa que estos días a veces le tiemblan las piernas, me anticipa que el confinamiento y la cuarentena va a durar mucho más que estas dos semanas previstas en principio y me prepara el cuerpo para lo que vendrá después de que superemos esta primera etapa, la más urgente, la de la emergencia sanitaria.

2. Días raros que, en algunas ocasiones, en algunas historias, llevan la realidad al mayor de los absurdos; por ejemplo, leo esto: "Un recluso de la prisión de Alhaurín de la Torre ha difundido un vídeo en el que amenaza con protagonizar un motín tras las medidas de aislamiento que el Gobierno ha ordenado para frenar los contagios del coronavirus (...) El preso ya ha sido cambio al módulo de aislamiento". El recluso se quejaba de que no disponen de mascarillas y que no les dejan recibir visitas de familiares, así que avisaba de que iba a correr la sangre. A cambio de la amenaza ha recibido el premio de ser probablemente el preso más protegido del virus de todo el centro penitenciario.

3. El coronavirus es un desafío para los ciudadanos torpes como el que suscribe: abrir las bolsas de plástico para las frutas y las verduras con los guantes (también de plástico) puestos no es una tarea fácil. Ahí, en medio del supermercado, abarrotado por gente cada vez peorhumorada y más ballardiana, uno debe elegir: o le entra el virus dichoso o asume la vergüenza ajena de hacer el Mr Bean delante de la gente.

4. Hace unos días les comenté que mi vecina de abajo es enfermera, que está trabajando a destajo, en turnos titánicos. En casa también tenemos un titán, de 3 años, al que le gusta el pilla pilla indoors y saltar mientras escucha a Dvorak. Imagínense el cargo de conciencia: la pobre vecina, hecha polvo, y aquí los de arriba, dando por saco. Por eso que hoy nuestra vecina nos agradeciera que contuviéramos a la bestia en su encierro porque ha podido dormir nos llega de orgullo a mí y a su madre. ¡Todos tenemos nuestro papel en este país y en este momento!

5. Desde su famoso balconcillo frente al Teatro Cervantes, el humorista Ángel Garó se ha arrogado el papel de vigilante en pos de la salud pública de nuestro país y se dedica a increpar a los turistas que ve deambular por la calle; también los graba, claro (porque, dándole una vuelta al axioma periodístico, ahora lo que no se graba no existe), y lo sube a su cuenta de Instagram. Ha colgado un vídeo que no tiene desperdicio alguno; dos chicas caminando en el vacío, Garó, voz en grito: "¿Pero qué hacéis?". Detecta que son extranjeras. "What are you doing?". Ellas responden algo que no alcanzo a entender. Garó: "My God!" (pronuncia la d final como una t, con lo que recuerda al Gott alemán y la cosa da miedito). Sigue la diatriba del cómico: "Are you home?". Supongo que les quiere decir: "Stay home", o sea, "Quedaos en casa". Pero yo qué sé. Pronuncia 'home' así: 'joun'. Se ríe, se gusta y... 'Cojoun'. Se parte. Fin.