Por primera vez algo que sólo ocurría los lunes -el día en que el Jardín Botánico-Histórico de La Concepción cierra al público- se ha prolongado a toda esta semana y la siguiente.

Como recuerda Paco Ruz, el jefe de mantenimiento del jardín, es la primera vez que ocurre algo así desde que abrió sus puertas como espacio municipal en 1994.

«Se ha cerrado alguna vez por obras pero nunca había pasado esto», reconoce por teléfono. El coronavirus ha hecho que este veterano cordobés, que este mes cumplirá 70 años y piensa jubilarse en agosto, tenga que trabajar desde casa para supervisar el jardín. «Desde el teléfono controlo el riego, veo los consumos de agua y puedo manejar las bombas. Tenemos el riego telemático desde hace cuatro o cinco años», explica.

Si Paco Ruz no se ha jubilado a los 65 es porque, subraya, «me gusta mi trabajo y estoy en un lugar privilegiado». Por eso siente en el alma que justo ahora, a las puertas de la primavera, el público no pueda disfrutar de La Concepción.

«El último día que estuve fue el viernes de la semana pasada y la glicinia estaba a punto, no en el culmen, que será estos días; estoy sufriendo porque no la va a ver nadie», reconoce.

Javier Gutiérrez del Álamo, responsable de Parques y Jardines y gerente de La Concepción, pudo contemplar el cenador por última vez el pasado lunes. «Es una pena, ya empieza a florecer la glicinia», señalaba esta semana al teléfono.

El gerente, que estos días teletrabaja, explica que se han aplicado los servicios mínimos al jardín, de tal forma que a diario haya un jardinero de plantilla, aparte de la contrata de mantenimiento. «Lo único bueno es que limpieza de papeles no se está haciendo porque no hay visitantes», reconoce.

Aparte de la administración, también los biólogos del jardín han establecido turnos para seguir con sus trabajos e investigaciones. Ayer jueves le tocaba a Amelia Denis, que comparte la llegada inminente de la primavera en redes sociales y también con La Opinión. «Trato de animar a la gente, le aconsejo que se quede en casa y le mandamos un poquito del jardín», destaca.

En estos días cuenta que no se ha detenido el trabajo en el banco de semillas, un acopio importantísimo que permite realizar intercambios -con bolsitas de semillas termoselladas- entre jardines botánicos de muchos puntos del globo.

Y por supuesto, uno de los biólogos también se encarga de la puesta a punto de los cuatro viveros del jardín. De ellos, dos son viveros históricos y recuperados, el tercero es el pequeño que acoge, a la entrada del jardín, las plantas insectívoras y el cuarto, en la parte alta de la finca, el vivero de experimentación.

Amelia Denis resalta que, con la excepción del cenador de las glicinias, que como puede verse en la foto está en su momento más hermoso, en general la primavera se aprecia más fuera del jardín histórico, «que es subtropical, verde y no tiene casi flores».

Por eso, fuera del jardín histórico ha empezado la floración de clásicos autóctonos como el romero y en el Huerto los Sentidos rivalizan en un duelo de color las begonias con la verbena y las flores del geranio limón (Pelargonium citrodorum).

Y también está en flor esa cascada de flores blancas de la 'coronita de novia' (Spiraea cantoniensis'). Y blanca y elegante es la flor de la elegantísima adhatoda de Ceilán o Justicia adhatoda. Y claro, la designada por el jardín como planta del mes de marzo, la medicago, de intensos pétalos amarillos.

Jorge Loring compró la finca de La Concepción en 1857, que fue ampliando con terrenos adyacentes. En 1994 dejó de ser una finca privada y se convirtió en un jardín botánico público, por primera vez cerrado.

«Da pena verlo vacío, es un poco raro para todos», confiesa Amelia Denis, que confía en que pronto La Concepción pueda reabrir sus puertas, señal de que el riesgo habrá pasado.