Al igual que una gran cantidad de países, Polonia decidió interrumpir la actividad de sus escuelas y universidades el pasado 11 de marzo. La incertidumbre se apoderó entonces de los estudiantes y para aquellos que se encontraban desarrollando un programa Erasmus la pregunta se tornó inevitable, ¿volver o no volver a casa?

«La verdad es que yo nunca me planteé volver. Viendo cómo estaba la situación en España y que en Polonia era considerablemente mejor decidí quedarme aquí, no tuve dudas», relata Elvira Jiménez, una de las estudiantes aisladas en esta residencia. Sara Gámez, por su parte, confiesa que sí hubiese querido volver a España, sin embargo decidió no hacerlo por no saber cómo se desarrollaría -con la crisis del coronavirus tan extendida por Europa- el retorno a casa.

De este modo comenzaron, junto a una treintena de andaluces, la que sin duda será una de las experiencias que marque su Erasmus. En la residencia Student Depot Polonez conviven, a día de hoy, un total de 107 españoles, entre ellos 33 andaluces, entre ellos 7 malagueños que, desde el pasado jueves no pueden abandonar el edificio.

El motivo, el positivo en coronavirus de un estudiante malagueño. Pablo comenzó a encontrarse mal el pasado día 13, a la vuelta de un viaje a Budapest: «Mi madre me dijo que llamara para ver cuál era el protocolo y lo que tenía que hacer». El malagueño fue trasladado a un hospital en el que le realizaron las pruebas pertinentes. A su vuelta a la residencia, continuó con su particular cuarentena.

Pablo no ha estado en contacto con ninguno de sus compañeros de residencia, ya que cuando regresó de su viaje, al encontrarse mal, permaneció totalmente aislado en su habitación: «Mis amigos me dejaban los alimentos en la puerta y cocinaba en mi habitación con un hornillo», relata.

El malagueño asegura que, actualmente, «solo le queda la tos» y que su familia lo está llevando bien: «Mi familia es muy tranquila, al ver que todo estaba controlado incluso hicieron bromas sobre el tema». Tanto es así que, con un 'Mamá soy famoso', Pablo bromea en Twitter al leer noticias sobre él en la prensa polaca.

Aislamiento

Las medidas adoptadas por la residencia habían sido, hasta la fecha, las de delimitar el acceso al edificio de diez de la noche a siete de la mañana y precintar las zonas comunes. Medidas preventivas que todos los estudiantes consideraron más que suficientes, ya que la situación en Polonia está «mucho más controlada», explica Sara: «La gente podía salir a la calle moderadamente, a hacer la compra por ejemplo».

Al conocerse este primer caso las medidas fueron inflexibles, nadie podía abandonar el edificio. Un mensaje por megafonía informaba del inicio de una cuarentena que se prolongará hasta el 30 de marzo. Desde entonces, el ritmo frenético ha dado paso a pasillos mucho menos transitados, ya que la residencia recomendó no salir de las habitaciones.

Sin embargo, lo que hasta la mañana de ayer era solo una recomendación, a mediodía se convertía en una norma cuyo incumplimiento será sancionado. Los estudiantes de esta residencia recibieron, entonces, un correo electrónico en el que se informaba de las nuevas medidas para evitar la propagación del virus. Estar en los pasillos de esta residencia, desde ayer, está prohibido y hacer un uso de las cocinas más de dos personas a la vez está sancionado con 5.000 PLN (unos 1.500 euros).

Un catering, que incluye desayuno y cena y por el que hay que pagar diez euros, es una de las pocas soluciones que ha ofrecido el centro. Para la compra de alimentos se permiten los pedidos online y para la venta de medicamentos o ayuda psicológica se han habilitado dos teléfonos. Algunos estudiantes consideran insuficientes estas alternativas y denuncian que la residencia no ofrezca más opciones: «Si la cuarentena dura hasta el día 30 pagaríamos 100 euros sin un almuerzo, habiendo mucha gente a la que no le ha dado tiempo a hacer la compra, y el reparto de los supermercados no es tan fácil. Además de los alérgicos, vegetarianos...», argumenta Sara.

Otros rompen una lanza a favor del centro. «Nadie nace sabiendo controlar una pandemia y menos en un lugar con tantos posibles focos de contagio», asegura Elvira. «Están tan sorprendidos como nosotros, no podemos exigirles mucho más», añade Pablo.

Desde la residencia aseguran que las medidas se han impuesto para salvaguardar la seguridad de los más de 200 estudiantes que viven en ella. De momento, la situación en Student Depot Polonez se encuentra controlada y los estudiantes aseguran estar bien, tanto anímicamente como a nivel de salud: «Nos encontramos bien, entreteniéndonos como podemos, jugando, viendo pelis...», asegura Elvira con tono tranquilizador.