España no sólo es la tierra de Cervantes y de Carmen Laforet también lo es del ladrillo.

Hace unos días, con el amparo del Colegio de Doctores y Licenciados en Filosofía y Letras y Ciencias, los arqueólogos malagueños organizaron una rueda de prensa para lanzar un mensaje colectivo que vendría a decir: estamos hasta las narices.

En concreto, están hasta el moño de que se les tome como el ogro de toda promoción inmobiliaria en ciernes, como si fueran la fastidiosa exigencia administrativa que retrasa el momento en el que los albañiles colocan, en lo alto del bloque, la bandera de España (en muchas obras se sigue haciendo).

Esta visión tan obtusa y paleta, que a veces repetimos los medios de comunicación, obvia no sólo la importancia del patrimonio arqueológico, sino la especial relevancia que este tiene en Málaga, una ciudad de unos 2.300 años de historia que aunque no cuenta con monumentos icónicos como las vecinas Sevilla, Granada y Córdoba ni playas de ensueño como Cádiz y Huelva, ha logrado hacer de su oferta cultural el motor de su economía.

Por eso, no hay sino que aplaudir las palabras del miembro del colegio y profesor de Historia del Arte, Francisco Rodríguez Marín, cuando en la rueda de prensa puso de ejemplo a seguir la ejemplar actuación del Hotel Vincci Posada del Patio, que respetó e integró los restos de la muralla árabe y el puerto romano hallados durante la construcción, en lugar de echar mano de la excavadora para seguir manteniendo el número de habitaciones previstas.

Y como actuación deplorable mencionó la del futuro hotel de Moneo en Hoyo de Esparteros, que se llevó por delante un palacete del XIX en buen estado de conservación y con protección arquitectónica (antes de que se la retiraran, claro), con el artero propósito de ampliar la edificabilidad del negocio.

Vistas las dos formas de actuar -la última de ellas con las bendiciones de populares y socialistas- sería de agradecer que estos días de confinamiento y recogimiento de tanto cargo público sirvieran para que en muchos prendiera el interés por el pasado, aunque sólo fuera como forma para sacarle rentabilidad turística.

No hay que ser catastrofistas, lo estamos viendo con las cuevas de muy probable origen mozárabe descubiertas en Churriana, lo que podría suponer la mudanza a otro rincón del término municipal de una promoción de viviendas, con el respaldo de todos los grupos políticos.

Por eso, hay que confiar en que la sensibilidad venza al interés inmobiliario y el famoso edificio 'traslúcido' que se levantará en la parcela del Astoria con un rimbombante nombre en inglés (Málaga All Space), integre sin muchos problemas los restos arqueológicos que han estado saliendo a la luz estas últimas semanas, aunque eso suponga perder unos metros cuadrados. A cambio ganarán prestigio y reconocimiento.