Desde que estalló la crisis del coronavirus en España, Antonia, a sus 80 años, no ha salido de su casa en Alpandeire. Se califica como una persona de alto riesgo, no solo por la edad, sino también por sufrir dos enfermedades autoinmunes. Como Antonia, son muchas las personas mayores que no pueden y no se arriesgan a salir de sus domicilios para comprar y ni siquiera para hablar con nadie hasta que la pandemia del Covid-19 se frene. A pesar de todo, cuenta que ella vive «muy tranquila» porque sabe que si le pasa cualquier cosa va a estar «perfectamente atendida».

Porque para personas mayores como ella, la Diputación de Málaga ha puesto a disposición el número gratuito 900 923 092. Un servicio que ya estaba activo dentro del Plan de Soledad Contra los Mayores pero que ante la nueva situación se ha reforzado con la ampliación del número de líneas para recibir y realizar llamadas en horario de 10 de la mañana a 9 de la noche. «Porque no solo vamos a esperar a que nos llamen, sino que también vamos a llamar a cada uno de nuestros mayores», explica Natacha Rivas, diputada responsable de Ciudadanía y Atención al Despoblamiento.

Así, un total de 55 trabajadoras, monitoras de los talleres de Mayores y funcionarios del área ya están llamando y atendiendo desde sus casas a casi los 10.000 mayores de los pueblos de menos de 20.000 habitantes de los que se tiene el número de teléfono gracias a los registros de las ayudas a domicilio, los talleres de mayores que se organizan en los municipios y el Plan provincial de Turismo senior de la Diputación.

Además, la diputada pide la colaboración de ayuntamientos, vecinos y familiares para que comuniquen los casos de mayores que conozcan con el objetivo de ampliar la base de datos. «Hacemos un llamamiento a que todo aquel que sepa de una persona mayor que viva sola que nos facilite el numero para poder llamarlo».

El protocolo de llamadas incluye unas preguntas iniciales, como la edad, si viven solos o tienen familiares o vecinos que puedan ayudarles cerca, si sufren alguna dolencia o enfermedad y si tienen alguna necesidad específica. «Con estas preguntas se intenta identificar a los mayores más vulnerables para estar más pendientes de ellos». También se les informa de las recomendaciones específicas que han hecho las autoridades sanitarias.

Si en algunas de esas llamadas se detecta que hay algún problema, buscan soluciones a través de los servicios sociales, los ayuntamientos, y las autoridades competentes. «Por ejemplo, llamaron notificando un ataque de ansiedad, por lo que llamamos al 061 para que lo llevaran a urgencias».

Además, le dan «un rato de charla» porque hay gente que vive con sus parejas o sus hijos pero hay otros que están completamente solos, como es el caso de las amigas de Conchi, que en muchas ocasiones se encuentran con ganas de hablar con alguien. «Toda esa información que escuchamos a través de los medios hace que ellos también tengan incertidumbre y al final una voz amiga detrás del teléfono les tranquiliza y les escucha», explica Rivas.

En tan solo unos días que lleva en funcionamiento, las llamadas ya superan el millar, y los trabajadores han escuchado «de todo». Desde mayores que se ponen a rezar el rosario porque no pueden ir a misa hasta abuelos que llaman para decir «¡qué estoy vivo!».

Porque Carmen, aunque está en contacto con sus hijos, no dudó en apuntar el número del 'teléfono de la soledad' del que habló «el señor Salado» en cuanto lo vio por televisión. Todavía no ha hecho uso de él, pero tiene pensado llamar para que le digan algo y «supieran que estoy aquí».

Hay gente y colectivos que de manera voluntaria se suman y quieren llamar para echar una mano. «Es gratificante saber que los mayores se sienten arropados al mismo tiempo que se produce un movimiento de personas que están dispuestas a hacer una cadena y multiplicar el número de llamadas».

Según datos de 2018, en la provincia, 235.000 personas viven en los municipios de menos de 20.000 habitantes, de los que unos 48.000 son mayores de 65.

Porque aunque Antonia confesó que estaba tranquila, considera que los 15 días de confinamiento que ha establecido el Gobierno durante el estado de alarma es tiempo insuficiente. «Deberíamos estar más días de aislamiento hasta que todos estuviéramos bien curados». Si una cosa tiene clara Antonia de Alpandeire es que no quiere ponerse mala «por nada en el mundo».

Y ahora nos toca a nosotros cuidarlos a ellos como ellos cuidaron de nosotros.