No es porque haya más agentes en la calle, que también, sino que el confinamiento de los ciudadanos que establece el estado de alarma para luchar contra el coronavirus permite verlos con más facilidad. Qué bien sienta verlos desde la ventana. Devolviendo los saludos que les llegan desde los balcones. Llamando la atención a los irresponsables, denunciándolos si es preciso. Saber que están ahí para garantizar que la norma se cumple en beneficio de la seguridad y la salud de los malagueños. Por eso también les aplauden desde las ventanas. Y porque ellos hacen lo mismo cada noche para reconocer durante unos segundos el trabajo de los sanitarios que luchan a destajo contra los efectos que la pandemia está provocando sobre la población. «Esto no es un asunto policial. Esto es algo que nos ha unido a todos y que tenemos que superar entre todos», asegura un portavoz del cuerpo municipal que destaca cómo la colaboración de la gran mayoría de los ciudadanos está siendo importantísima durante la cuarentena.

Esa imagen de complicidad es el último eslabón de una cadena de coordinación entre la Policía Nacional y la Policía Local de Málaga, cuyas plantillas se han entregado a la ciudad desde el primer día de confinamiento a pesar de no contar con todos los medios que les gustaría. Tanto Jupol, sindicato de la Policía Nacional, como SIPAN, de la Policía Local, lamentan que elementos tan básicos como mascarillas o guantes lleguen a cuentagotas a los agentes que trabajan en la calle, los más expuestos a un contagio que podría ser demoledor para las plantillas. Aún así, con las calles más solitarias y tristes que se recuerdan, la presencia policial toma mayor relevancia al situarse sobre un contexto excepcional.

Una de las situaciones más visibles son los controles estáticos que la Policía Local realiza dos veces al día, dos horas por la mañana y otras dos por la tarde, en las principales vías para garantizar que los conductores cumplen el reglamento sobre los desplazamientos individuales. El escaso tráfico permite que muchos agentes dedicados a este campo puedan dedicarse a otras tareas más prioritarias, aunque estos controles también puede ser realizado por la Policía Nacional a través de sus agentes de la Unidad de Prevención y Reacción, conocidos por su gran movilidad y polivalencia. El resto del día, los radiopatrullas de ambos cuerpos se hacen visibles con rondas que se adentran en los barrios. Dentro de los puntos estratégicos a vigilar, es obvia la importancia de los hospitales, la zona cero de la crisis. Según fuentes de ambos cuerpos, la Policía Nacional se ha hecho cargo de la custodia de los grandes centros públicos como el Hospital Regional, el Clínico o el Materno Infantil, mientras que la Policía Local asume la vigilancia de los privados más importantes. La vigilancia de los centros de salud, por su parte, se comparten. También hay reparto con los establecimientos que venden alimentos, los puntos más demandados por los ciudadanos. La supervisión de los mercados municipales corresponde a la Policía Local, al igual que los supermercados pequeños. La vigilancia se reparte en establecimientos más grandes, como Mercadona, Aldi o Lidl o puntos tan sensibles como el Centro de Transporte de Mercancías o Mercamálaga, mientras que los grandes centros Carrefour son para Policía Nacional, según las fuentes. En materia de transporte público, el cuerpo estatal se hace cargo de la Estación María Zambrano y el Metro, mientras que los agentes municipales se hacen cargo de la Empresa Malagueña de Transportes, la estación de Muelle Heredia y los taxis.