Las gasolineras de Málaga, como tantos otros segmentos económicos, están notando severamente el impacto de la crisis del coronavirus, con caídas en la facturación del 60% en la mayoría de los establecimientos de la provincia y del 80% en el caso de las situadas en el ámbito urbano, donde el descenso de los clientes que acuden a repostar estos días es todavía mayor.

«La gente en las ciudades ha dejado de coger en su mayor parte el coche porque está confinada en sus casas. En las gasolineras de carretera el descenso en la venta es algo menor porque los transportistas siguen circulando. Es una situación de verdadera ruina», comentó ayer Fernando Rodríguez, presidente de la Asociación Provincial de Empresarios de Estaciones de Servicio de Málaga (Apesma). En Málaga hay alrededor de 150 estaciones de servicio con más de un millar de trabajadores directos. Apesma representa a cerca de la mitad (las que son llevadas por empresarios particulares), quedando aparte las gestionadas de forma directa por las grandes compañías del sector de la energía.

Rodríguez afirmó que las gasolineras están consideradas como sector esencial dentro de esta crisis, y destacó el trabajo que están desarrollando. «Por un lado, sentimos orgullo del servicio que damos, aunque también hay cierto miedo por la protección de nuestros trabajadores. Con los guantes no hay problema, porque son obligatorios en las gasolineras, pero mascarillas no hay en todas las gasolineras. Algunos las han podido conseguir y otras no», apuntó.

Sobre este punto, anuncia que el Gobierno ya ha contactado con la Confederación Española de Empresarios de Estaciones de Servicio (CEEES) para pedirles que les manden las necesidades de EPIs que tienen para sus trabajadores.

«Tenemos hasta hoy para mandar a CEEES la petición de equipos para nuestros trabajadores en Málaga, y confiamos en que puedan ir llegando en los próximos días. El tema de las mascarillas es el más necesario», detalló.

El presidente de Apesma recordó que todas las gasolineras de la provincia siguen abiertas en el mismo horario comercial que antes del estallido de la pandemia (algunas abren las 24 horas y otras cierran de noche). Lo que sí ha variado, lógicamente, es la forma de atención al cliente. Muchas han instaurado para toda la jornada el sistema del «cajón nocturno» (donde el empleado permanece dentro de su habitáculo en el cobro) mientras que en el caso de las que incluyen área de servicio se han instalado mamparas de metacrilato. «No es una inversión elevada porque cuestan unos 200 euros», dijo Rodríguez

En todo caso, reconoció que la caída en picado del repostaje está haciendo un gran daño económico, por lo que pedirán al Gobierno medidas para paliarlo. Las gasolineras no están planteando, de momento, expedientes de regulación temporal de empleo (ERTE), aunque en Apesma reconocen que hay estaciones que lo han barajado.

«Lo que pedimos es que se contemple una reducción organizada de horarios, siempre asegurando que no haya desabastecimiento. Necesitamos minimizar pérdidas, sin dejar por ello de dar nuestro servicio», demandó el colectivo.

Por otro lado, Apesma lamentó que, durante los primeros días de puesta en práctica del decreto, las gasolineras sufrieran algunas críticas por parte de transportistas que se quejaban de que no podían acceder a los servicios de estos establecimientos. Rodríguez recordó que el decreto, en un primer momento, prohibía a las gasolineras permitir la entrada de los clientes a los servicios, algo que fue modificado en los días siguientes.

«Siempre hemos cumplido lo que se nos ha dicho. Cuando se dieron cuenta de la situación de los transportistas se hizo una modificación y ahora ya pueden usarse sin problemas», aseguró.