Estoy en Miami. No, no piensen que me he 'escapado' de Madrid, siempre amable y acogedora ciudad, 'sitiada' ahora por el SRAS-COV-2, como se ha dado en llamar al nuevo coronavirus surgido, al parecer, en la ciudad china de Wuhan a finales del 2019 y relacionado con ciertos hábitos culinarios (carne de murciélago y pangolino), diseminado con fuerza en el norte de Italia y propagado sin control en España con la colaboración silenciosa y sectaria de políticos mediocres. Sí, estoy en Miami desde el 25 de febrero, fecha en la que no había restricción alguna ni para la salida de Madrid ni para la entrada en los Estados Unidos.

Y aquí me encuentro en plena eclosión de la infección bautizada como Covid-19, cuyo causante es el caprichoso virus SARS-COV-2, clasificado ahora como una variedad nueva del SARS-COV-1, con una similitud estructural de un 80%, respecto de este último.

Mis razones para estar en Miami son de varios tipos: históricas, sentimentales, científicas y familiares. No puedo olvidar que fue en el gran hospital Jackson Memorial de esta ciudad donde escucharon mis razones científicas en 1998 para apoyar la realización de un ensayo clínico con enfermos infectados por el HIV (Virus de la Insuficiencia Humana) y me animaron a seguir con mis estudios sobre regulación del sistema inmunitario; aprovecho ahora para estudiar y escuchar de mi hija María Luísa -gran experta en enfermedades infecciosas- y de otros reputados infectólogos sobre los nuevos retos en el control de dichas enfermedades. No obstante, no pensábamos ninguno que esta nueva infección nos iba a 'estallar en las manos' a los pocos días (¡más de 14 ya!) de estar aquí.

Mirando atrás y remontándonos hasta 1918, podemos encontrar la explicación de por qué hemos aprendido tanto de aquella gripe mal llamada española e injustamente tratada como tal. Aquella gripe se originó en unidades del ejército americano de Kansas y Boston. Hoy sabemos que no se trató de una gripe originada en España y que el agente causante fue el virus H1N1, el mismo virus causante de la gripe porcina del 2009. Este virus está perfectamente estudiado y existen fármacos y vacunas para su control: contiene ARN encapsulado con dos 'ganchos' vulnerables en su superficie: hemaglutipresgnina y neuraminidasa. Como todos los virus, penetra en la célula para usar su propio aparato energético, causando la muerte celular por estallamiento.

Así se han ido estudiando virus de influenza de distintos orígenes bautizados como H1N1, H2N3 y H5N1. Pensaba yo en el 2009 que la próxima pandemia iba a ser una gripe causada por un virus de tipo H5N€ Y no ha sido así.

El virus actual no es un virus HN; se trata de un coronavirus, virus así llamados porque en su superficie tiene unos 'garfios' (spikes) que le dan una apariencia de corona. También son otras variedades de coronavirus el SARS-COVID-1 agente causante del SARS (Severe Acute Respiratory Syndrome) entre 2002 y 2004 y el causante del MERS (Middle East Respiratory Syndrome) en el 2012.

Este virus de ahora está constituido por partículas esféricas que llevan en su superficie esos 'garfios' de proteína cuya arquitectura está siendo estudiada para desvelar los mecanismos de unión a la célula huésped y su penetración en la misma.

La información científica sobre esos 'puntos de enganche de naturaleza proteica' es fundamental para el diseño de alguna posible vacuna. Mientras tanto, debemos saber que el resultado final de la infección por estos coronavirus es lo que se conoce en términos científicos como 'immunological storm' (tormenta inmunológica), caracterizada por la liberación incontrolada de citocinas proinflamatorias ('proinflammatory cytokines'), TNF, especialmente y chemokines.

Merece una mención de esperanza el fármaco Aplidin estudiado y desarrollado por la compañía española PharmaMar, con años de experiencia en la obtención de fármacos antitumorales de origen marino. El principio activo de Aplidin es la Plitidepsina, cuya actividad antitumoral se debe a su unión con la proteína humana EF1A, impidiendo de esta forma la propagación del tumor.

Aplidin fue rechazado como antitumoral para el tratamiento del melanoma por la EMEA (Agencia Europea del Medicamento), aunque está aprobado en Australia para el tratamiento del mieloma múlitple. Aislado de la ascidia Aplidina Albicans, de estructura peptídica cíclica complicada y masa molecular superior a mil, es su capacidad para unirse a esa proteína humana EF1A la que está abriendo alguna puerta de esperanza en el control de la propagación del coronavirus responsable de la infección Covid-19. Esta simple noticia produjo una escalada en espiral en bolsa de un 38% en las acciones de PharmaMar el pasado viernes.

Los 'desgarros celulares' producidos por el nuevo coronavirus sólo podrán ser minimizados hasta ahora con las medidas que las autoridades sanitarias están poniendo en marcha para su cumplimiento estricto: evitar el contagio de la forma en que nuestros antepasados lo hacían, es decir, quedándose en casa y extremando las medidas de higiene personal. Dejemos a nuestros médicos que hagan su trabajo; «hagámosle caso en todo lo que proponen y comprendamos que su extrema dedicación dará su fruto mientras la ciencia avanza. Hagamos un gran homenaje silencioso a nuestros equipos médicos que dedican todo su esfuerzo y toda su sabiduría a nuestro bienestar.

Comentarios adicionales

Tanto el aeropuerto internacional de Miami como el puerto de Miami, son dos lugares de 'paseo e intercambio' de muchos agentes infecciosos: los europeos que vienen del mundo del 'bienestar' a tostarse en alguno de los puntos de la península de Florida, despreocupados por esas 'menudencias' de infecciones oportunistas y no oportunistas sobrellevadas en silencio y con esperanza por esos emigrantes de otros países de las otras Américas que vienen a este gran país -no exento de dureza y crueldad- con ganas de encontrar trabajo y de recuperar una sonrisa que quizá tuvieron algún lejano día en su país de origen.

En el año 2010, invitado a hablar en el Colegio Universitario Cardenal Cisneros de la gripe H1N1 declarada en el 2009, hacía yo hincapié sobre las pandemias que se ciernen sobre las llamadas 'Sociedades del Bienestar': gripe, crisis económica y cambio climático. Impensable en una sociedad que tiene todo, que domina todo y que controla todo. ¡Gran error!

A propósito de esta nueva pandemia producida por el nuevo coronavirus, Monseñor Munilla, obispo de San Sebastián, nos ha recordado muy sabiamente la vulnerabilidad de esta sociedad del bienestar que cree saberlo todo y que ha sido puesta en jaque por este caprichoso y escurridizo -hasta ahora- virus.

Permítanme que complete estos pensamientos de Monseñor Munilla con lo que decía Pasteur:

«Un poco de Ciencia aleja de Dios; mucha Ciencia, acerca».

Y permítanme que esboce aquí un recuerdo agradecido al fondo bueno del pueblo español, con sus chistes e iniciativas relajantes y espontáneas y un silencio de desprecio hacia otras actitudes -también espontáneas desgraciadamente- pero muy poco dignas.

Y finalmente, permítanme recordar algo vivido en 1983 desde Filadelfia, ciudad en la que pasaba unos meses como profesor invitado en Drexel University. En aquel verano tuvo lugar una catástrofe natural en forma de gota fría que cayó sobre algunos puntos del País Vasco; recuerdo la foto de un guardia civil rescatando de la inundación sobre sus espaldas a un ciudadano, creo que en Bermeo. Aquel guardia civil no preguntaba nada sobre lo que tenía que hacer. Era un agente disciplinado que intentaba hacer el bien. Ahora, quizá no podría hacerlo.

Finalicemos estos pensamientos con la palabra 'disciplina', empleada también por Monseñor Munilla, en estos momentos de situación de emergencia producida por este 'bichito'. La 'Sociedad del Bienestar' debe recordarla; disciplina para todo lo que le están pidiendo las autoridades sanitarias en estos momentos: medidas muy simples para evitar la propagación del virus.