La temporada del Málaga CF 2019/2020 da para escribir un libro de varios capítulos. Esta temporada, ahora paralizada por la crisis del COVID-19 será recordada por los seguidores blanquiazules como una de las más complicadas y agitadas de los últimos años porque, para empezar, ya arrancó con la pierna izquierda a finales del pasado verano... A partir de ahí, rescisiones de contratos, despidos, coqueteos con la zona de descenso a Segunda B e incluso un escándalo sexual protagonizado por el exentrenador, Víctor Sánchez del Amo.

Los meses de agosto y septiembre del 2019 fueron extremadamente convulsos en las oficinas de Martiricos. Cuando parecía que, pese a las piedras que el jeque Al-Thani lanzaba sobre el propio tejado del Málaga torpedeando varias operaciones de fichajes, se había logrado atar a varios jugadores para configurar una plantilla que pudiera competir en Segunda División, el mercado estival concluyó con varias sorpresas amargas. El delantero nipón Shinji Okazaki, estrella mediática del verano y campeón de una Premier League con el Leicester City, no pudo ser inscrito como jugador blanquiazul debido al límite salarial del conjunto de Martiricos. El 3 de septiembre se acordó la rescisión de su contrato sin haber vestido la elástica del Málaga en partido oficial, sí en amistosos, y puso rumbo al Huesca (donde ya ha marcado ocho goles este curso).

Bajo esta misma premisa, tampoco pudo ser inscrito otro fichaje como José Rodríguez, ni los canteranos Mula e Iván Rodríguez, que por edad tenían que pasar el primer equipo. Tres jugadores que, hasta el mercado de invierno, han estado día a día entrenando como un miembro más del plantel malaguista, pero sin ficha para jugar.

El tirón de orejas de LaLiga al no dejar inscribir a estos jugadores fue a más y, en varias ocasiones, exigió al Málaga que hiciese cuentas y redujese su masa salarial si no quería verse envuelto en otro posible caso de descenso administrativo similar al del Reus. Todo esto, unido a que el equipo tampoco sacaba buenos resultados en el terreno de juego, fueron los ingredientes para vivir un invierno de total incertidumbre.

Para colmo, en otro movimiento inexplicable de Al-Thani, el 21 y 22 de octubre se decretaron los despidos de Caminero y Jofre respectivamente. Sorprendió sobre todo la comunicación del despido del antiguo director deportivo, anunciado en los canales oficiales del club en torno a las siete de la mañana. Como consecuencia, semanas después el jeque dio el cargo de director general del club a un empresario norteamericano de su confianza: Richard Shaheen. En un intento por entrar con buen pie y lavar la imagen del catarí, Shaheen ofreció una polémica rueda de prensa, en la que finalmente aceptó preguntas, en la que enunció todos los proyectos que iniciaría para reconducir la situación del Málaga CF. Planes que, por cierto, nunca llegaron a cumplirse.

Lo peor y lo más mediático fue protagonizado por Víctor Sánchez del Amo. El hasta entonces técnico del primer equipo se vio envuelto en un presunto delito de ciberacoso en el que se difundió un vídeo suyo de contenido íntimo. Este hecho propició que el Málaga lo apartase y después lo despidiese, aunque el madrileño ha denunciado al club por despido improcedente.

Luz después de tanta sombra

En esta historia, por suerte no todo ha sido negativo. A finales de enero, un registro policial de más de 12 horas en La Rosaleda propició la actual situación: desde febrero, los Al-Thani están apartados judicialmente de la gestión del Málaga CF, también Richard Shaheen ha sido relegado de sus funciones como manager y ahora es José María Jiménez, un administrador judicial, quien tienen las riendas del club. La calma que ha dado el administrador en los despachos se une a la buena sintonía y buenos resultados que Sergio Pellicer ha logrado en lo deportivo desde que fuese nombrado entrenador. Dos protagonistas clave que abanderan el cambio en el Málaga, siempre apoyados por la fiel e incansable afición blanquiazul.