Frente a los que otean los siglos anteriores al surgimiento de las naciones (los anteriores al siglo XIX) para sacarse de la chistera naciones inmortales, ahí están las recientes reflexiones del historiador Henry Kamen, que confiesa no tener muy claro qué demonios es una nación.

En cualquier caso, para quien no esté subyugado por patrios fervores todo apunta a que en España los 'hechos diferenciales' constituyen pequeñas diferencias entre comunidades autónomas que dan como resultado el flamenco, el gallego, los payeses de remensa, las fallas o los fueros de Vizcaya, y que algunos políticos se han encargado de agigantar hasta transformarlos en bastiones identitarios tan reales como los unicornios verdes.

Si procediéramos igual en cada país de la Unión Europea, probablemente habría que quintuplicar los asientos de las Naciones Unidas.

Dicho esto, ¿constituye un hecho diferencial la tendencia que tenemos en Málaga a comparar los sitios con muchas cacas de perro con 'campos minados'? Si a eso unimos la tendencia a comparar toda rata que salga a la superficie con un conejo, ya tenemos una buena razón para sacar tajada del presupuesto si algún día nos piden formar parte de un gobierno.

En todo caso, el primero de ellos sería un hecho diferencial bastante recientito, pues los desdichados campos de minas no se pusieron de moda hasta la I Guerra Mundial, que como quien dice está a la vuelta de la esquina.

El autor de estas líneas ignora si, sea hecho diferencial o no, continúa un 'campo de minas' bastante mierdoso en un rincón de La Trinidad, puesto que no pisa la calle desde hace unos días.

Hablamos de una plaza muy reciente, situada encima del aparcamiento que hay enfrente al mercado de Bailén. La plaza, que tiene entrada en forma de suave rampa por la calle Pacheco Maldonado, está dedicada al doctor Vargas-Machuca, desde la que se puede ver, como dos torres primas hermanas, casi superpuestas, la torre de la iglesia de San Pablo y detrás, la de la Catedral.

En los inicios, más que una plaza dedicada al doctor parecía la de Tócame Roque, por la profusión de pintadas botelloneras en las que lo más sutil dibujado era un pito de varón.

Gracias a la colaboración de varios colegios y al programa 'Málaga más bella', se puso coto a los grafitis vandálicos para dar paso a los artísticos con un resultado de gran calidad.

Lástima que el parque infantil de esta plaza sea un 'campo absolutamente minado', suponemos que de cacas de perro y no de infantes. La duda es si estos días estará más limpio o si el confinamiento empujará a uno o varios dueños incívicos a salir más para que sus perros caguen, justamente, en el parquecito.

Si esto es un hecho diferencial, que se vayan preparando las naciones milenarias.