­La de alcalde o la de alcaldesa llegan a ser ocupaciones en las que casi se vive dentro de un ayuntamiento hasta que sucede algo extremo. La situación actual lo demuestra. Hay regidores que, por la cuarentena o problemas de salud, cumplen con el teletrabajo a rajatabla desde casa y otros que deciden salir a las calles de su pueblo a diario para ayudarle a la Policía. Distintas formas de vivir el confinamiento atraviesan los testimonios de los respectivos alcaldes de Torremolinos y de Yunquera, José Ortiz (PSOE) y José Antonio Víquez (PP), y de la alcaldesa de Almargen, María del Carmen Romero (IU).

José Ortiz (Torremolinos)

«He vivido el confinamiento en dos etapas. La primera fue un aislamiento voluntario y preventivo, que culminó la semana pasada, como consecuencia de alguna reunión anterior que tuve con personas que dieron positivo por coronavirus y que, afortunadamente, en estos momentos se encuentran mucho mejor de salud. Al igual que los alcaldes de otros municipios, he trabajado a través de las nuevas tecnologías. Principalmente, las videoconferencias me han permitido mantener contactos con miembros del equipo de gobierno o áreas concretas para supervisar el trabajo diario en aquello que más nos preocupaba: el mantenimiento de las labores esenciales que tiene este Ayuntamiento y cualquiera. El trabajo del día a día se soporta también a través de las redes sociales y los grupos de WhatsApp. El uso del móvil es continuado. Y de forma directa o por las redes, también hemos respondido a las propuestas y consultas de los ciudadanos. El sistema de teletrabajo del Ayuntamiento está funcionando muy bien. A nivel personal, el hecho de estar en casa no ha impedido la comunicación con la familia. No poder estar con ellos es lo que peor se lleva. No es lo mismo estar en contacto con estas tecnologías que darle un abrazo a tus hijos. A uno de ellos lo tengo en Madrid. Eso se echa mucho de menos. Además, hacer algo de deporte en casa ayuda. Y he recuperado la lectura de libros que tenía pendientes de terminar. Uno de ellos es 'El enemigo conoce el sistema', de Marta Peirano. Y otro es de ámbito más filosófico. Se trata de 'Nada que hacer, ningún lugar adonde ir' y es para despertar el mundo interior y las reflexiones que cada uno hacemos sobre hacia adónde llevamos nuestras vidas. Y superado el aislamiento de la primera etapa, he podido ir alguna vez al Ayuntamiento. Se produjo el primer pleno ordinario, con soporte telemático para los concejales que lo solicitaron. Funcionó bastante bien. Es un hecho histórico para nosotros. Las próximas semanas estaremos expectantes ante la evolución de todo esto. Esperemos que se pueda controlar y se normalice la situación. Y que sea una pesadilla que termine lo más pronto posible. La gran preocupación que tenemos pasa por las consecuencias del virus y, a través de los mecanismos que nos permiten los presupuestos, trataremos de responder en función de nuestros recursos a las necesidades de la población. Siempre en coordinación con las distintas administraciones y con las medidas del Gobierno central y la Junta de Andalucía».

José Antonio Víquez (Yunquera)

«Estoy en mi casa de Yunquera, aislado al cien por cien. Como trasplantado renal, me obliga a tener muchísimo más control en mi aislamiento debido a que estoy inmunodeprimido y, por tanto, puedo ser objeto de una infección mucho más fácil y rápido que otra persona con su sistema inmune normal. Teletrabajo y con un teléfono lo muevo todo. El hecho de no tener contacto directo y no tomarle el pulso físico al municipio es muy duro. Sabes que, por ejemplo, están desinfectando, que están los Bomberos trabajando o que está el plan de emergencias activado y no poder acceder directamente a cómo se están ejecutando los trabajos es muy duro para mí como alcalde. Menos mal que tenemos unos operarios maravillosos, unos trabajadores que te hacen todo mucho más fácil. Pero es una situación anómala y muy extraña y la llevamos como buenamente podemos. Hay que conjugar el trabajo con mi hija haciendo deberes. Estás de padre, estás de alcalde, estás de profesor... Estás de todo. Es una situación difícil y totalmente distinta a lo vivido hasta ahora. Como el único pulso con el exterior son los medios de comunicación, he convertido mis redes sociales en una especie de servicio público y a través de ellas mantengo el contacto con los vecinos. Las he convertido, sobre todo el Facebook, en el altavoz del pueblo. Para evitar la desinformación, trato de dar la información que yo tengo y que se puede dar.

Mari Carmen Romero (Almargen)

«A diferencia de otros alcaldes o alcaldesas, no me he quedado confinada en casa. Inma, que es la concejala de Empleo y Seguridad, los policías y yo somos las únicas personas que estamos en las calles del pueblo a diario. Tenemos dos turnos de la Policía Local, dos agentes por la mañana y otros dos por la tarde, y junto a ellos -ellos en su vehículo y nosotros en el de Protección Civil- nos encargamos de que los vecinos respeten el confinamiento. Si tenemos que ayudarle a la policía, le ayudamos. Si tenemos que decirle a un vecino 'te hemos visto tres veces en la calle y ya no te veremos más', no nos tiembla la voz y se lo decimos. Preferimos estar en la calle para que la Policía sienta ese apoyo. Y de los demás, todo el mundo en las casas. Mientras menos gente haya en la calle, menos contagios. Si algunos caemos, tenemos retén que nos sustituya. Los concejales restantes también siguen en casa y se van rotando para salir por las noches a ayudarles a los pequeños agricultores que se han ofrecido a fumigar. Fumigamos un día sí y otro no. La concejala de Bienestar Social, Salvori, también sale a veces a hacer unas compras. El tiempo restante están siempre confinados. Yo acudo a diario al Ayuntamiento con la otra concejala activa, mantenemos reuniones diarias con la Policía y distribuimos toda la información que nos van enviando, que es mucha. Hacemos el trabajo en los despachos y también estamos en la calle. Además, tenemos una red de mujeres cosiendo. Hacen mascarillas de polipropileno y batas impermeables con bolsas de basura. Durante todo el día, repartimos bolsas de basura y recogemos batas para entregárselas a las enfermeras que van a los hospitales. Y con las mascarillas, igual. Entregamos la tela y las recogemos hechas. Esperemos que las cifras bajen y en Almargen nos quedemos como seguimos ahora mismo».