El aeropuerto de Málaga un Domingo de Ramos cualquiera, una semana santa cualquiera de un año cualquiera que no fuera este 2020, tendría sitio para albergar cerca de un millón de personas entre llegadas y salidas en los diez días que dura la celebración.

Desgraciadamente, la estampa que podemos ver este Domingo de Ramos es bien distinta, con algún pasajero despistado que llega o se va y los equipos de la Unidad Militar de Emergencias y los miembros de los cuerpos y fuerzas de seguridad del estado trabajando en tareas de desinfección y en el control de la situación generada por la declaración del estado de alerta en nuestro país.

La actividad dentro del aeropuerto es prácticamente nula. Solo operan no más de media docena de vuelos, entre los que destacan algunos que traen de regreso a malagueños a los que la pandemia les ha sorprendido fuera de su residencia en la Costa del Sol.

Con la mayoría de tiendas cerradas y los aviones aparcados en las pistas del aeropuerto, los empleados del mismo no tienen ningún problema en atender a los pocos viajeros que se acercan a los mostradores: las colas de espera son una especie de extinción en el aeropuerto malagueño.

Junto a la temporada veraniega, la Semana Santa malagueña es uno de los dos soportes en los que se sustenta la industria turística de nuestra provincia, que tiene asumidas unas pérdidas que pueden rondar los cien millones de euros, según un estudio que se ha realizado en la Universidad de Málaga.

Hoy deberían estar en las calles las primeras procesiones, entre ellas, la Pollinica, de gran calado y seguimiento en nuestra ciudad, en un año que sin duda será recordado por los cofrades.

Con todas las previsiones turísticas destrozadas por la pandemia, el sector turístico malagueño ya mira al verano como tabla de salvación para una temporada que se antoja complicada por la brutal caída de la actividad productiva en nuestro país y en resto del mundo.

El aeropuerto de Málaga espera, una vez que se haya vencido al Covid-19 de manera definitiva, volver a recibir a millones de visitantes y recuperar su estampa y su tono habitual con colas en las mesas de facturación, idas y venidas de turistas de todas las nacionalidades y un avión aterrizando o despegando cada minuto. Señal está será de que hemos vuelto a la normalidad