Hace un par de semanas en la sección de Libros de este diario, el firmante escribía una reseña sobre una obra curiosísima, poco antes de que el coronavirus arrasara con la mesa de novedades.

La ha publicado Renacimiento, la meritoria editorial del poeta y bibliófilo sevillano Abelardo Linares, que lleva muchos años recuperando valiosas obras españolas de la primera mitad del siglo pasado.

La que nos ocupa es 'A París en burro', el inaudito viaje que de Madrid a la capital francesa hicieron, a lomos de sendos borricos, dos periodistas españoles en el lejano año de 1906.

No hablaremos otra vez del libro, claro, sino de uno de sus dos protagonistas, porque el compañero de aventuras 'borriquiles' del periodista madrileño Javier Bueno fue el periodista malagueño Carlos Crouselles y quien además demostraría más ingenio y soltura a la hora de escribir.

Gracias al profesor de la Complutense José Miguel González Soriano, a cargo de la edición de la obra, podemos conocer un poco más de la corta pero intensa vida de este poco conocido periodista y autor teatral nacido en Málaga en 1878, tres años antes que Pablo Ruiz Picasso, y fallecido a finales de 1907, es decir, al año siguiente de completar la aventura en burro, con solo 29 años.

Era hijo del también periodista José María Crouseilles (el apellido original), que dirigió alguna publicación en Málaga y que falleció en 1892 en Madrid, donde se encontraba su hijo, que se marchó a vivir a casa de unas tías, pues su madre había abandonado la familia años antes.

Un compañero de su padre lo inicia con 14 años en el oficio de periodista. El periodismo le empuja a la bohemia, a dejar la casa de las tías y a colaborar en numerosas publicaciones con un tono humorístico por bandera.

Y empieza a brillar en el diario 'El País' (no el actual, claro),al tiempo que publica folletos que dicen mucho de su modus vivendi como 'El arte de no pagar al casero'.

Unido a una jiennense que trabaja de sastra, tiene con ella cinco hijos, aunque la pareja no se casa. Se libró de las quintas con una función teatral en su beneficio para pagar la cantidad eximente, aunque como no fue suficiente, tuvo que presentarse en el cuartel y fingir ser cojo.

El profesor José Miguel González Soriano desgrana otras anécdotas de este periodista notable, de ágil y sagaz pluma que retrató con brillantez la vida del Madrid más popular en estupendos reportajes.

El malagueño perdería la vida en una auténtica tragedia: Dejó a la primera mujer y se enamoró de una segunda a la que conoció a la vuelta de París.

La pareja estuvo en América y tras pasar por Málaga, viajó a Sevilla, donde mataría a la mujer de un disparo y luego se suicidaría. Dejó unas cartas firmadas por ambos que hablaban de un final consentido.

Un periodista malagueño perdido en las brumas del tiempo y ahora rescatado gracias a Renacimiento y a una hazaña digna de un Sancho Panza de comienzos del siglo XX.