El paisaje después de la terrible batalla que libran nuestros sanitarios será la realidad desde la que haya que partir para reconstruir una sociedad fracturada por la crisis del coronavirus. Tiempo habrá para establecer responsabilidades y pensar, como han afirmado algunos expertos en el campo de la sociología durante estos días infames, sobre la docilidad de la sociedad que renuncia sin complejos ni mayores problemas a la libertad de movimientos, o las consecuencias del confinamiento, que, si Europa no se pone firme y se une, serán importantes y potencialmente devastadoras en el ámbito de la democracia y el auge de los populismos, algo que ya ocurrió tras la tremenda crisis de deuda de 2008. Mientras en las alturas de la Comisión Europea y los organismos internacionales se debate sobre la supervivencia de las estructuras de la globalización (un sistema asimétrico que ha dejado en pañales la controversia sobre la desindustrialización de Occidente), en Málaga la actividad municipal continúa girando en torno al plasma, con el alcalde, Francisco de la Torre, evitando criticar la tardanza en llevar a cabo las medidas de confinamiento por parte del Gobierno central y el líder de la oposición, Daniel Pérez, defendiendo la actuación del Ejecutivo central en una leidísima entrevista publicada en este periódico el pasado domingo. «Ahí están los datos, aquí se ha decretado el confinamiento cuando teníamos menos fallecidos y contagiados que Italia, Reino Unido, Francia o Estados Unidos. Tiempo habrá en el futuro para analizar todo lo acaecido. También para ver la salud de nuestro sistema sanitario. Yo creo que las decisiones que se han tomado, pese a ser impopulares, son acertadas, y que se han tomado cuando se han podido adoptar. En cuanto a medidas, no hay un solo país que haya ofrecido a sus ciudadanos medidas más ambiciosas que España, el Gobierno ha aprobado un plan social para las personas más vulnerables, que está garantizando en mitad de esta pandemia derecho a unos subsidios, moratorias hipotecarias y de alquiler, moratorias en el pago de la cuota de autónomo. En otros países, esa respuesta social es prácticamente nula. Estas medidas sociales se ponen porque hay un Gobierno de izquierdas, que piensa en las personas», dijo el líder socialista.

Curiosamente, el regidor malagueño, en una entrevista concedida hace dos fines de semana, también evitaba ponderar si las medidas para luchar contra el coronavirus habían llegado tarde. «Mire, no voy especular sobre algo tan delicado, para empezar porque no soy experto en la materia. Tiempo habrá de analizar la toma de decisiones de estas semanas, incluso de determinar responsabilidades sobre las mismas si fuera conveniente hacerlo. Pero creo que ahora no es el momento; ahora hay que destinar toda nuestra energía a acabar con la crisis sanitaria. Cuando todo esto pase, habrá tiempo para verlo detenidamente, lo veremos todo con mayor perspectiva y frialdad. Ver esto en caliente no me parece buena idea».

Lo cierto es que el tono del equipo de gobierno se debate estos días entre la necesaria asepsia y el lanzamiento de varios mensajes diarios sobre la gestión que se está haciendo desde el ente municipal, con especial énfasis en el paquete económico que el regidor malagueño presentó hace unas semanas con el fin de que el impacto sobre la economía local fuera el mínimo posible. El Ayuntamiento de Málaga ha decidido que bonificará o aplazará el pago de tasas a 200.000 recibos. Además, la tasa por terrazas y mercadillos será una de las más beneficiadas y solicitó al Gobierno central por carta que se permita hacer bonificaciones extraordinarias en el IBI y el IAE.

El PSOE, por su parte, ha centrado sus propuestas constructivas en dos frentes: el social y el económico. En cuanto al segundo, Daniel Pérez tendió la mano a De la Torre para aprobar un nuevo presupuesto municipal para este año, dado que considera que las cuentas de 2020 tal y como se concibieron no pueden aplicarse en un escenario radicalmente diferente al que existía cuando se muñeron. En el terreno social, propuso el líder socialista reforzar servicios sociales y otros departamentos municipales así como diferentes ayudas a los colectivos más vulnerables.

El Ayuntamiento, también durante estos días, se ha afanado por recordar en forma de nota de prensa su esfuerzo en el pago a proveedores, de forma que esta sería, o es, claramente, un mecanismo para mantener a flote a cientos de pymes. Hasta el pasado miércoles, el Ayuntamiento de Málaga, a través de la Delegación de Economía y Hacienda, había movilizado desde la declaración del estado de alarma un total de 38,1 millones de euros de sus recursos que revierten en la economía local. En concreto, se han efectuado cerca de 965 órdenes de transferencia.

Incluso, efectuó una Junta de Gobierno Local, a través de una videoconferencia, por la que delegó las competencias de contratación en Carlos Conde, teniente de alcalde de Economía y Hacienda (toda una garantía de solvencia y seriedad), y suspendió temporalmente, por cierto, el contrato de reforma del mercado municipal de Salamanca, en el Molinillo, una obra que está sufriendo muchos problemas después de que debiera ser paralizada hace unos meses porque la situación del inmueble era mucho peor de lo que habían previsto los técnicos municipales antes del inicio de su rehabilitación. La actividad sigue, incluso en Urbanismo, que no ha parado de tramitar licencias y otros instrumentos de planeamiento para tratar, dado que es el principal organismo inversor de la ciudad, de que sus inyecciones económicas en un escenario postcrisis sirvan para recalentar la economía local.

Una de las noticias más leídas de la semana, por cierto, fue la propuesta de Adelante Málaga, efectuada por su portavoz, Eduardo Zorrilla, de que los ediles de la corporación se redujeran un 20% el sueldo, algo que fue acogido en la Junta de Portavoces con el rechazo del PSOE, PP y Cs, dado que, según fuentes consultadas, los partidos ya están haciendo donaciones y contribuyendo al esfuerzo contra la pandemia. Recuerden el lío que se montó cuando nuestros ediles se subieron el sueldo poco después de las elecciones, justificando el alza salarial en que debían recuperar el poder adquisitivo que habían perdido con las bajadas efectuadas durante los años de la crisis de deuda. Tras el coronavirus vendrá un huracán económico sin precedentes, así que igual hay que revisar el argumentario.

El paisaje después de la batalla, como decía al principio, se verá agravado por la suspensión masiva de eventos de todo tipo y naturaleza que ha tenido lugar estas semanas en la ciudad. Sólo la Semana Santa supone una merma de ingresos de cien millones de euros en los circuitos económicos de la urbe. Eso ha traído consigo la derivada de que no hemos visto a los cabezas de cartel del Ayuntamiento dando campanazos como acostumbran, pero recuerden que la Agrupación se plantea hacer una extraordinaria en septiembre y, tal vez, con los últimos calores del verano se dé una buena ocasión para ejercitar los músculos del brazo derecho.

El escenario apocalíptico que jamás hubiéramos imaginado ya está aquí, aunque también, y salvo algunas conductas insolidarias, cabe recordar que en estas situaciones sale lo mejor de la gente: los aplausos en los balcones al personal sanitario, la revalorización de profesiones básicas para el sistema, aunque siempre sean las más afectadas cuando vienen mal dadas (limpiadores, cajeras, barrenderos, etcétera...) y la mirada limpia de muchos que han encontrado tiempo para entender que, en esta vida, lo más preciado es la salud, aunque a veces nos preocupemos por detalles nimios que nos amargan la existencia. Málaga seguirá siendo, en toda su extensión, tras la debacle. No les quepa duda.