La pandemia de coronavirus también ha cambiado la rutina de los cerca de 900 animales del Refugio José Carlos Cabra, de la Sociedad Protectora de Animales. «Estamos siguiendo lo más estrictamente posible las indicaciones que da el Gobierno para evitar contagios», explica esta semana por teléfono Carmen Manzano, presidenta de la Protectora.

Una de las consecuencias del estado de alarma, además del uso de mascarillas y guantes, y el que, hace unos días, los servicios municipales hayan desinfectado las instalaciones y el entorno es la reducción de turnos de voluntarios, por lo que los animales salen menos al exterior. «Ahora reciben menos paseos. Antes era habitual sacarlos por las zonas de recreo del recinto y luego al campo, que estamos rodeados por todas partes de él, pero ahora salidas al exterior no se hacen y los animales están más estresados», comenta la presidenta.

Eso sí, la Protectora no ha querido aprovechar estas semanas de encierro para propiciar la adopción masiva de animales, sobre todo de perros. La presidenta se muestra totalmente contraria a esta medida, por contraproducente: «No hemos querido dar adopciones en este tiempo porque no tenemos ganas de que cuando pase la cuarentena la gente devuelva los perros. En este tiempo la gente está sola en su casa, aburrida, y un perro entretiene y además lo puedes sacar de paseo».

El problema, recalca, llegaría una vez acabado el confinamiento obligatorio, porque el perro pasaría de estar todo el día acompañado por la familia a ver cómo la mayoría o todos sus miembros se marchan al trabajo o al colegio, «y cuando el perro se queda solo lo destroza todo».

Sí ha comenzado la Protectora esta semana, a partir del día 9, a abrir la mano a un proceso ordenado de adopciones por cita previa a través de la web, espaciadas cada 30 minutos. También a partir de esa fecha ha comenzado con las vacunas, pues hay casos como los de los cachorros en casas de acogida que en este periodo no han podido ser vacunados.

Sin adopciones internacionales

Las adopciones de otro países, de momento, siguen paralizadas por el estado del tráfico aéreo, «unas adopciones que nos aliviaban mucho», comenta Carmen Manzano, que explica que en naciones como Alemania se estilaban las adopciones de perros de gran tamaño.

Por este motivo, la responsable de la Protectora confía en que no dure mucho el confinamiento, «porque si el problema se mantiene llegaríamos a un estado terrible de sobresaturación», destaca. El problema estriba en que lo que el coronavirus no ha frenado estos días ha sido, precisamente, la llegada de perros abandonados.

Otra consecuencia de la pandemia, destaca, son los casos que ya se están presentando en Málaga de perros con heridas en las patas, porque tras volver de dar un paseo, sus dueños se las han lavado con agua y lejía. «Se recomienda una limpieza normal, en mi caso yo limpio a mis perros con toallitas de bebé», aconseja Carmen Manzano.

Necesidades del refugio

Por otra parte, la lluvia de los últimos días ha dañado muchas mantas, de ahí que la Protectora necesite nuevas, y también comida en paté, «que son las que usamos para dar la medicación y muchos animales que son viejitos sólo comen eso». También tienen necesidad de periódicos para las jaulas de los animales enfermos.

Además, el freno que a la vida ha supuesto el coronavirus tampoco permite a la Protectora de Animales organizar eventos, «con lo que no entra dinero en el refugio, los animales nos siguen llegando en muy mal estado y tienen su medicación, tratamiento, operaciones y los sueldos hay que seguir pagándolos», comenta.

Una de las soluciones pasaría por aumentar el número de socios, pues ahora mismo cuentan con 1.200, una cifra pequeña para una ciudad como Málaga, aparte de que hay socios de otros puntos de la provincia. Y no hay que olvidar, apunta, el riesgo de que con la crisis se produzcan bajas o impagos. En suma, la pandemia también deja su huella en la Protectora.