Las primeras unidades del respirador artificial creado en Andalucía ante la crisis sanitaria del coronavirus se han fabricado ya este lunes en la factoría de la multinacional Fujitsu en Málaga y se procede a la validación al objeto de que queden dispuestas para su uso.

Catorce trabajadores de la fábrica, que estaban afectados por un Expediente de Regulación Temporal de Empleo (ERTE) aplicado recientemente, se han reincorporado a sus puestos para participar en la cadena de montaje de los respiradores.

Así lo ha asegurado a Efe el presidente del comité de empresa de la factoría, José Lozano, que ha explicado que ya se verá si más adelante se suma más personal.

Estos respiradores se fabrican para el Servicio Andaluz de Salud (SAS) y son validados por el gabinete científico formado por ingenieros de la Universidad de Málaga y médicos.

Fuentes conocedoras del dispositivo han explicado a Efe que el tipo de respirador que se produce en Fujitsu, certificado por la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios, es el más cercano a los estándares, aunque de un coste muy inferior y puede emplearse en lugar de ellos.

Los de Fujitsu son, por otra parte, más sofisticados y cuentan con más sensores de seguridad que los del conocido como tipo Ambu, considerados más básicos, y cada uno está indicado en un tipo de paciente, según las fuentes.

Inicialmente se fijó un objetivo de fabricar 300 unidades del dispositivo, denominado "Andalucía Respira" y que ha reducido a casi la mitad su tamaño original y ha incorporado avances.

El ritmo de producción previsto es de 50 respiradores semanales y se anunció que se harían también en Jaén, Sevilla y Cádiz e inmediatamente se suministrarían a hospitales para atender necesidades.

No lleva componentes móviles, lo que reduce el riesgo de fallo mecánico o fatiga de materiales, y permite modificar sencillamente parámetros como la frecuencia de respiración, presión y la relación inspiración-espiración.

Entre el amplio equipo que ha trabajado desde Málaga en este logro están el cirujano Ignacio Díaz de Tuesta, cuyo modelo creado hace 30 años sirvió de base, y el catedrático de Ingeniería de la Universidad malagueña Víctor Muñoz.